Mazatlán.- El asesinato de Gisela Gaytán, candidata de Morena a la alcaldía de Celaya, nunca debió ocurrir en democracia, sin embargo, insólitamente movió fibras que hasta ahora estaban rígidas y no habían merecido la atención del presidente López Obrador y de la candidata Claudia Sheinbaum.
Eso no ocurrió, con los 21 asesinatos políticos, que la precedieron cuando el 24 de noviembre caía asesinado el panista Jaime Damaso Solís, quien había sido regidor y aspiraba a competir por la alcaldía de Zitlala, Guerrero, y fue brutalmente asesinado frente a su domicilio sin que hasta la fecha se sepa quien cometió el crimen y, menos, que se haya hecho justicia.
¿Cuál es la diferencia entre el asesinato de la joven Gisela Gaytán y el resto de los aspirantes asesinados para que el presidente y la candidata oficialista le esté dedicando una parte inédita de las conferencias mañaneras de esta semana y ella a sus conferencias de prensa? acaso, ¿hay una diferencia sustantiva con cualquiera de las otras? ¿será porque es mujer y eso es inaceptable? o ¿Por qué Gisela era candidata morenista?
Ninguna de ellas, antes del asesinato de ella ocurrieron ocho asesinatos de aspirantes morenistas que no levantaron la ceja del presidente López Obrador y su candidata. Está Martín Palé Santiz, quien aspiraba a gobernar Huixtán, Chiapas, y fue asesinado el pasado 9 de noviembre; también, Ricardo Taja Ramírez, quien quería ser candidato de su partido a la alcaldía de Acapulco y el 21 de diciembre fue alcanzado por las balas; siguió la líder trans regiomontana Samantha Gómez Fonseca a la que asesinaron en Xochimilco el 14 de enero.
También fue el caso de Juan Pérez Guajardo, quien se desempeñaba como funcionario del gobierno morenista de Fresnillo Zacatecas y lo asesinaron el 7 de febrero; lo mismo sucedió un día después con Jorge Monreal Martínez, sobrino del gobernador David Monreal y del senador Ricardo Monreal, también funcionario del gobierno de Fresnillo; le sigue Yahir Martín Moreno, aspirante a la diputación federal por Ecatepec, Estado de México, quien cayó muerto por balas y puñaladas en Santa Clara Coatitla el 10 de febrero; continúo Manuel Hernández Hernández, aspirante a diputado local en Veracruz a quien asesinan el 15 de febrero en Santa Margarita municipio de Misantla; siguió Miguel Zavala Reyes, candidato a la alcaldía de Maravatío, quien cae el 26 de febrero con unas horas de diferencia del también aspirante a la misma alcaldía, el panista Armando Pérez Luna.
Entonces, la explicación del activismo presidencial y de la candidata oficialista está en otro lado y, si nos vamos por los argumentos expresados en la conferencia mañanera por el presidente López Obrador y la secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, la explicación obedece simple y llanamente a un cálculo político.
Veamos. El asesinato se cometió en Guanajuato donde gobierna el PAN y como veremos la competencia por la gubernatura se está cerrando en el estado con el índice de homicidios dolosos más alto del país. Gisela Gaytán, está sirviendo para apostar avanzar electoralmente arremetiendo contra el gobernador Diego Sinhue Rodríguez y su fiscal, Carlos Zamarripa, lo que no se hace, en estados donde gobierna Morena como son Guerrero, Michoacán, Zacatecas o Colima, que tienen altos índices de violencia sin que signifique un alto en el camino para llamar a cuentas a sus gobernadores y, mucho menos, solicitar la desaparición de poderes.
O sea, el presidente y la candidata oficialista están en lo suyo, capitalizar electoralmente el dolor y el miedo de los guanajuatenses. La pregunta es, si la mayoría de estos, estarán en sintonía con estas pretensiones lejos de la moral y la ética política. La suma “encuesta de encuestas de PollsMX”, ajustada al 28 de febrero, favorecía a la coalición PAN-PRI-PRD, que lleva como candidata a Libia Denisse García, con un 49% de intención de voto. Y la tapatía, filosinaloense, Alma Alcaraz de la coalición “Juntos haremos historia” traía el 45% lo cual habla de un empate técnico.
Con estas tendencias en la intención de voto el asesinato de la candidata a la alcaldía de Celaya es la coartada perfecta para que el presidente López Obrador quiera darle vuelta a la elección.
Y por eso, lo está haciendo, más allá de consideraciones morales o éticas y se impone la política pura y dura saltándose todo tipo de barreras legales como también los llamados del INE para evitar el activismo que él y Claudia Sheinbaum trae desde antes del inicio del proceso electoral y va por los estados gobernados por el PAN.
En definitiva, lamentablemente, los asesinatos políticos en este proceso electoral que deberían llamar a la unidad nacional están siendo visto como oportunidades para que Morena avance electoralmente y AMLO vaya no por los asesinos, sino por los estados que le faltan para cumplir el sueño autocrático.