PEREZ17102022

ENTRE LIBROS
Antología lenguas dispersas
Eligio Coronado

Monterrey.- En la historia de la producción editorial, las antologías ocupan un lugar de privilegio, porque dan a conocer a muchos autores en un solo volumen, lo cual agradecemos los investigadores, los críticos, los maestros y los lectores.

Gracias a las antologías es posible rastrear a los poetas de una época, de un lugar, de un idioma, de un género, de un tema, de un evento, de un grupo, de un concurso, de una revista y hasta de un movimiento literario (surrealismo, creacionismo, estridentismo, futurismo, etcétera).

Por eso abundan las antologías: por su valor de difusión masiva y su promoción de la lectura y la escritura. Otro valor agregado es que para muchos autores, una antología significa a veces su primer y único libro. Además de que, como todos sabemos, con cada libro publicado crecemos y cada antología que nos incluye significa un reconocimiento.

Ramona Torres (Monterrey, N.L., 1985) realiza con esta «Antología lenguas dispersas»*, una valiosa aportación a la literatura de Nuevo León, pues incluye a diecinueve de las mejores plumas con que contamos en la actualidad.

Así es. En Nuevo León tenemos grandes poetas y no sólo en el pasado, como Alfonso Reyes, Pedro Garfias, Felipe Guerra Castro, Porfirio Barba Jacob o Alfonso Junco; sino también hoy en día, aunque ellos no lo sepan o no lo crean, porque no pueden dimensionarlo, ya que no conocen la historia poética de nuestro estado, pero los actuales poetas son depositarios de una tradición de más de 400 años.

En la poesía de muchos de los autores incluidos en esta antología encuentro los elementos esenciales de un buen poema, que son: naturalidad, ritmo, fluidez, claridad y contenido.

Naturalidad, porque no suenan inventados; ritmo, porque tienen cierta cadencia; fluidez, porque no se atoran en la puntuación; claridad, porque las ideas no se ocultan en oscuridades o confusiones, y contenido, porque siempre nos dicen algo, a veces sorprendente, ingenioso, lúdico o sarcástico. Y es que, como todos sabemos, hay poemas perfectamente escritos que no nos dicen nada, sólo son inútiles torres de palabras.

En cambio aquí, en esta «Antología lenguas dispersas» encontramos vinculaciones con la realidad estresante, volcaduras del espíritu y tribulaciones del corazón. Basta con recorrer sus versos para aquilatar su valía: “mi alma es una vela / agotada de luchar contra la oscuridad” (Jesús Garza Morúa, p. 83, metáfora que viene a representar la dramática batalla de un espíritu contra la adversidad); “me impulsaba este miedo de ser solo un cuerpo vacío, / un barco que encalla en la frontera de la soledad” (Irma Elvira Tamez García, p. 101, otra batalla de un espíritu en crisis); “déjeme tocarle la cola de / novia y / volvernos locos / cuando le gire en la querida / herida / la cabeza de la lanza” (Arturo Mariño, p. 69, que es una lúdica visión de un acto erótico).

Celebremos todos que tenemos excelentes poetas en una era tan materialista, agravada por la falta de lectores y una casi nula aceptación social. De todos modos, eso nunca ha detenido el embate de las plumas y la bandera transgresora de la poesía en el oscuro y cotidiano territorio de la indiferencia.

Veamos más ejemplos: “En el invierno de tu vida resurgen primaveras” (Eva Trujillo, p. 105, aquí la maestra Eva nos habla de la esperanza); “Quizás decida ser brújula / para ubicar esta luz que emana / entre los muros donde nos creemos vivos” (Adriana Patricia Sepúlveda Caballero, p. 87, que se refiere a un espíritu desencantado); “Eres algo que no puedo explicar con palabras / como los segundos previos al primer beso / justo ahí cuando se cierran los ojos” (Daniela Rugerio, p. 77, aquí se nos habla de un sentimiento muy intenso, llamado éxtasis).

De los autores restantes, seis me impresionan porque tienen voz propia y una obra de lectura obligada. Me refiero a Irma Graciela, Ramona Torres, Delfos Moyano, Gerson Gómez, Víctor Palomino y Alfredo Cisneros de Jesús “Dracco”.

De Irma Graciela, por su obra inteligente y siempre realista; de Ramona Torres, por su obra crítica y sacudidora; de don Delfos Moyano, por su obra tradicional y emotiva; de Gerson Gómez, por su obra crítica y provocadora; de Víctor Palomino, por su obra inteligente y reflexiva; y de Alfredo Cisneros de Jesús “Dracco”, por su obra tradicional y amorosa.

El resto de los autores incluidos en esta antología (Do Sampaio, Metztli Rangel, Liliana Ramírez, Xavi Bortoni, Christian Salomé Pineda Torres, Cristian Ascacio y Anthymuluz Alejandro Barrientos), considero que tienen facultades y siguen inmersos, cada uno, en su propia etapa de desarrollo y muy pronto podrían dar la campanada.


* Ramona Torres, comp. «Antología lenguas dispersas». Monterrey, N.L., Edit. Lenguas Dispersas, 2022. 127 pp.