Monterrey.- La poesía de Gerardo Silva (Monterrey, N.L., 1967) es sencilla, clara y directa. Para escribir le sobra sentimiento y un lenguaje práctico que dice lo que él quiere en la forma que él quiere: “Porque cuando te veo / se me ilumina el cielo, / el sol nace de nuevo / y me gusta besar la sombra / de tus cabellos” («Pasa por aquí», p. 29).
Podríamos definir su obra como una sucesión de afectos que constituyen el eje de su vida: la mujer amada, los hijos, los amigos, Ciudad Anáhuac, los recuerdos, la nostalgia, el tiempo, la noche, las nubes, la lluvia, una casa de piedra, etcétera. En resumen: todo su entorno emocional y geográfico: “y quedamos tú y yo solos, / a esperar a que lleguen, / si Dios quiere que lleguen… / los recuerdos” («Y de repente», p. 23).
Cada obra es reflejo fiel de su autor y Gerardo ha vertido en la suya toda la nobleza de su espíritu, un espíritu que se regocija en la remembranza de sus aconteceres.
Y es que en su poemario De amor y otras cosas*, predomina el regocijo. No hay altibajos existenciales ni acumulación de pesares. Casi todos sus poemas concluyen positivamente, y ese positivismo revela su madurez a la hora de juzgar lo vivido: “cuando un maestro se va / quedan muchos espacios vacíos (…). / Pero también quedan muchos corazones / alegres, contentos, / porque compartieron vivencias, / conocimientos, aprendieron juntos, / crecieron, alimentaron almas, / crearon conciencias” («Cuando un maestro se ha ido», p. 25).
Gerardo es ajeno a las florituras de los magos de la palabra. Ninguna pirotecnia altera su nítido mensaje. No se oculta en el lenguaje oscuro, hermético o pretencioso. Él prefiere transitar por territorios diáfanos, libres de oscuridades, donde sus textos puedan encontrar la resonancia que merecen.
Y resonancia encuentra esta pincelada nostálgica de Gerardo, pues podría ser la de todos los jóvenes: “Hace tiempo / que no me ponía a recordar / los años mozos de mi vida; / escogí recuerdos al azar: / mi primer amor / y aquel beso fugaz, / los días de sueños futuros, / las horas de imaginar; / ir de prisa, comerse al mundo, / creer que no iba a llegar; / ser y hacer lo que un joven / en esa edad: disfrutar, tomar, / bailar, sonreír y a veces llorar. / Amigos, novias, / romances sin realizar; / maestros, padres, / consejos para llegar” («Baúl de recuerdos», p. 19).
* Gerardo Silva. «De amor y otras cosas». 2ª. Ed. Anáhuac, N.L., Sitre Impresos & Publicidad, 2021. 40 pp., fot. B/N.