Ya Platón nos decía (En «Ion o de la poesía», 401 a.C.): “Hasta el momento de la inspiración, todo hombre es impotente para hacer versos y pronunciar oráculos. Como los poetas no componen merced al arte, sino por una inspiración divina, y dicen sobre diversos objetos muchas cosas y muy bellas (…), cada uno de ellos sólo puede sobresalir en la clase de composición a que le arrastra la musa”.
Pero los poetas que dominan este arte, sí pueden explicar su obra, algunos por gusto y otros como declaración de principios de un movimiento literario, como hizo Vicente Huidobro en su “Arte Poética” (1916), para lanzar el Creacionismo, donde incluye algunos versos ya icónicos: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas / Hacedla florecer en el poema” y “El Poeta es un pequeño Dios”.
Ahora, Viviana Castillo nos sorprende con su propia arte poética, titulada: “Pequeña sentencia sobre el oficio de escribir”*. Y empieza en forma rigorista: “Para bordar un verso en el telar del mundo / se necesitan agallas”. Y tiene razón, porque ejercer la libertad de expresión conlleva una responsabilidad ante los demás y sus posibles consecuencias.
El siguiente enunciado de Viviana es filosófico: “Todo escrito es un conjuro / un recuerdo traído desde la caverna / que se transforma en destino”. La caverna representa los orígenes de la humanidad y el escrito es el hecho cultural que nos confiere un destino.
Y lo reitera de la siguiente forma: “Es asunto místico / anuncio de aullido oculto / que exige ser expuesto a lo salvaje / remueve la más profunda indiferencia / sana el dolor, apacigua el demonio”.
Y concluye aconsejando o exigiendo: “Cavila desde el sentimiento / para no caer en la insolencia de la letra vacía / en el mal augurio de abaratar un poema / en la voz sin eco / Recapacita si tus letras / están a la altura de la magia / Y si es que tienes el arrojo / de invocar a la poesía / mantente férreo ante su implacable intención / de decir / con verdad / la simpleza del ser”.
Aquí nos impele a meditar sobre algunos vicios que cometemos por nuestra incapacidad de entender la dimensión histórica del oficio: “la letra vacía”, “abaratar un poema”, “voz sin eco” y sobre todo: “Recapacita si tus letras / están a la altura de la magia”. Enérgica demanda para quienes aspiramos a referir “la simpleza de (nuestro propio) ser”.
*Viviana Castillo. “Pequeña sentencia sobre el oficio de escribir” en «X». Ciudad de México, Taller de Creación Literaria En el Borde, 2022. 310 pp. (p. 91).