GOMEZ12102020

ENTRE LIBROS
¿Existe la inspiración poética?
Eligio Coronado

Para Alma Nelly Lian

Monterrey.- A fuerza de justificarlo todo, los poetas inventamos la inspiración. De esa manera evitamos explicar la procedencia de nuestros textos. Preferimos adjudicar dicha paternidad a las musas o a unos dioses de dudosa existencia.

Grandes plumas, como la de Platón, se han manifestado al respecto: “el dios, para que no vacilemos, nos demuestra que estos bellos poemas no son humanos ni tampoco obra de los hombres, sino que son divinos y obra de los dioses, y que los poetas no son otra cosa que intérpretes de ellos, poseídos como están todos y cada uno por el dios que de ellos se ha apoderado. Para demostrar esto, el dios, deliberadamente, cantó el poema más bello sirviéndose del más mediocre de los poetas” (Los diálogos de Platón, capítulo “Ion”).

Atribuirle a las musas o dioses la procedencia de este impulso creativo evidencia nuestra fascinación por la mitología, pero carece de sustento intelectual y realista.

Seamos prácticos: la poesía proviene de la vida, no de regiones mágicas, divinas o fantásticas. Que algún poema o autor nos parezcan mágicos, divinos o fantásticos es cuestión de apreciación, no de naturaleza.

Si la poesía no es más que nuestra reacción al impacto de la realidad sobre nuestro espíritu, entonces la inspiración no es otra cosa que el efecto de un impacto anterior que de pronto se manifiesta en nosotros al recordarlo o porque las circunstancias de dicho impacto se han repetido.

Es de suponer que dicho impacto pasó desapercibido entre la gran cantidad de impactos que recibimos a diario o que en ese momento no nos pareció importante.

Y de pronto, insospechadamente, ese impacto regresa del territorio de la subconsciencia para sacudirnos con la magnitud e intensidad de su estallido, el cual, generalmente se refleja en uno o más textos.

Esta es la razón de que, ante la imposibilidad de que no nos crean que se trata del efecto retardado de un impacto de la realidad, preferimos adjudicarle el mérito a las musas y a los dioses, a fin de no gastar más palabras en la explicación de su origen que en el texto mismo.

Después de todo, el único que nos creería sería Freud: “una intensa vivencia actual despierta en el poeta el recuerdo de una anterior, (…) desde la cual arranca (…) el deseo que (…) procura su cumplimiento en la creación poética; y en esta última se pueden discernir elementos tanto de la ocasión fresca como del recuerdo antiguo” (ensayo “El Poeta y la Fantasía”, 1908).


“Ningún hombre ha llegado a ser grande si no ha sido movido por cierta divina inspiración”. (Cicerón.)