GOMEZ12102020

ENTRE LIBROS
Vianey Valdez: una rebelde encantadora
Eligio Coronado

Monterrey.- De acuerdo con Raúl Caballero García (Monterrey, N.L., 1952) y su libro-homenaje: «Vianey Valdez al ritmo de este compás»*, en agosto de 1964 nace un ídolo del rocanrol mexicano: la propia Vianey Valdez.

     Fue en esa fecha cuando Vianey (México, D.F., 1945) grabó su canción emblemática «Muévanse todos», la cual era cover de un éxito de Los Isley Brothers (“Twist & shout”, 1962) y ya había sido versionada en México por Los Rebeldes del Rock y su cantante Baby Moreno.

     Por ese motivo, su casa grabadora Peerles no quería que fuera grabada, pero Omero González, productor y letrista de Vianey, le propuso: “Vente, la vamos a grabar… por mis pistolas la vamos a grabar” (p. 42). Al ser radiada esta canción, Vianey entró en la leyenda.

     A partir de allí, Vaney grabaría ocho elepés más, generando un sinnúmero de clásicos con su versátil tesitura que podía alcanzar desde las notas más agresivas hasta los más dulces susurros: “Si me quieres”, “Dicen qué”, “Si tú crees”, “Te fue difícil”, “Amistad”, “Ya no lo aguanto”, “Himno al amor”, “Desilusión”, “Ah, qué Pepe”, “Quiere amar”, “El diplomático”, “Mis siete novios”, “¿Dónde andarás?”, “Nuestra canción”, “Deseando y esperando”, “No voy a llorar tu amor”, “Sé mi gran cariño”, “Lo encontré”, “¿Dónde está nuestro amor?”, “Ya no estoy llorando” y otras veinte como éstas.

     Debido a su nuevo estatus de estrella, Vianey fue invitada en Monterrey a conducir un programa musical con el nombre de su súper éxito (Muévanse Todos), el cual arrancó en febrero de 1965 y concluyó en mayo de 1968, y en ese lapso, “Prácticamente todos los cantantes y grupos juveniles -en torno al rock and roll- del país participaron como invitados” (p. 101).

     Entre su cuadro artístico de planta figuraron: Polo, Juan El Matemático, Jorge Barón, Las Hermanas Alegría, Estrellita Núñez, Enrique Linares y los hermanos Francois y María Francia. Y los grupos: Los Toppers, Los Rockets, Los Reno, Los Zignos, Los Brillos, Los Pingos y Los Happy Boys. Había, además, un cuadro de baile (Las Gogoletas) y un locutor (Roberto Hernández Jr).

     En opinión de Omero González: “Vianey Valdez, con simpatía, calidad artística y sencillez, logró hacer las delicias de chicos y grandes, haciendo de intérprete, animadora, bailarina, cómica y, en ocasiones, hasta dramática (...). Aquí en Monterrey, Vianey Valdez fue nombrada el ‘prototipo de la juventud’, ya que todo mundo la imitaba en el modo de vestir, de hablar, caminar y todo cuanto ella hiciera, puesto que se convirtió en nuestro ídolo” (p. 174).

     Y tiene razón Omero, las canciones de Vianey, casi 60 años después, todavía suenan frescas: “Que no te debo amar, / que vamos a fracasar, / pronosticado está, / que pronto me dejarás. / Me han apostado todos ya / que nuestro amor no durará. / La apuesta he de ganar / y el tiempo lo dirá” (“Pronosticado”).

     Finalmente, el volumen se complementa con una vasta tejeduría de entusiastas voces, integrada por amigos, artistas y fans, que contribuye a mantener la vigencia de este personaje de la cultura popular que logró impactar tantas vidas.


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*Raúl Caballero García. «Vianey Valdez al ritmo de este compás». Monterrey, N.L.: Edit. UANL / Edit. La Quincena / Edit. El Parlamento de las Aves, 2021. 252 pp., Fot. B/N. Formato cuadrado (22.5 x 22.5).