GOMEZ12102020

ENTRELIBROS
Soy fina pero no se me nota
Eligio Coronado

Monterrey.- La literatura es el ámbito de la libertad. Quien penetra en ella adquiere el privilegio absoluto de crear. Por tanto, no deben sorprendernos las voces que se expresan sin ataduras ni autocensura:

“Mamo,
luego insisto”.

     Se trata de voces libres que han saltado los límites impuestos por la costumbre y la moral de la época. Cecilia Barón (Monterrey, N.L., 1979) es de estas voces y en Soy fina pero no se me nota*, se nota en el placer evidente con que se manifiesta:

“estoy enamorada
de la vida
porque me ha dado
los mejores palos”.

     Se dice que para todo hay límites, pero si comenzamos a amordazar la expresión, terminaremos amordazando nuestra esencia:

“Si como damos
nuestra opinión
diéramos las nalgas
acabaríamos
con la prostitución”.

     Además, ejercer la libertad nos ayuda a crecer y a expandir los alcances de la propia literatura. Una literatura que permanece siempre en los mismos cauces acaba por estancarse y corromperse:

“no sé bien si estas inmensas ganas son de coger o de orinar”.

     Quien no quiera evolucionar seguirá repitiendo las mismas fórmulas gastadas y tradicionales que lo llevarán al callejón sin salida de lo caduco e inoperante:

“lo siento mucho amiga
te lo tenía que decir
no vuelvas a dejar a tu bato solo
al lado de una zorra que dice ser tu amiga”.

     No se trata de que todos se vuelquen sobre el erotismo como la nueva fuente inspiracional, sino que evalúen las posibilidades de crecer temática y lingüísticamente:

“en nombre del amor
perdemos la razón calzones quincenas y la vergüenza”.

     Por donde se le vea (feminismo, empoderamento, explicitez), Soy fina pero no se me nota es un poemario que transpira una gratificante libertad.

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*Cecilia Barón. Soy fina pero no se me nota. Monterrey, N.L., Conarte / Tres Nubes Ediciones, 2020. 1 v., sin paginar, fotos a color.