Ciudad Victoria.- Brownsville ha sido desde su origen en 1848 una urbe complementaria a Matamoros, y los dos asentamientos han configurado desde entonces lo que la geografía ha llamado como “ciudades gemelas”, o “twin cities” en su denominación en inglés. El surgimiento de la ciudad texana obedeció al interés de interactuar con su contraparte mexicana, y a ella debió su desarrollo y consolidación, y hasta dispuso del territorio que había pertenecido a la municipalidad de Matamoros. Mucho se puede abundar al respecto, pero por ahora haremos un breve recuento de la etapa inicial de esa urbe texana.
La merced del Espíritu Santo
Casi la totalidad del espacio que comprende el actual condado de Cameron, cuya cabecera es la ciudad de Brownsville, corresponde a la merced que adquirió José Salvador de la Garza, residente en Camargo y casado con la hija del fundador de esa villa (Blas María de la Garza Falcón), María Gertrudis de la Garza Falcón, quien obtuvo en 1767 una porción de tierra al norte del Bravo, pero en 1772 hizo una solicitud para apropiarse de una extensión mucho más grande, localizada hacia la boca del río Bravo, la que le fue otorgada en 1781. Su nombre fue Espíritu Santo, consistente en 59 ½ sitios de ganado mayor, propiedad que se situó al otro lado de la Congregación del Refugio. Con el paso del tiempo esta gran propiedad se fue fraccionando entre los sucesores de su dueño original. Así, para 1848, cuando la margen izquierda del río Bravo pasó a formar parte de Estados Unidos, una de sus propietarias era Estefana Goceascochea de Cavazos y de Cortina, quien se instaló en ella al término de la guerra de invasión americana, fijando su residencia en el rancho del Carmen, aprovechando el adquirir la ciudadanía estadounidense que les otorgaba el tratado de Guadalupe Hidalgo, como también lo hizo su hijo Juan Nepomuceno Cortina.
Sin embargo, ya bajo la soberanía estadounidense y a la muerte de una hermana de su madre, la gran propiedad del Espíritu Santo acabó por ser disuelta, en lo que intervino la influencia mal intencionada de Adolphus Glaevecke, un inmigrante prusiano que había radicado en Matamoros desde 1836, donde emparentó indirectamente con Cortina al contraer nupcias con la viuda de uno de sus primos, dándole injerencia en los asuntos de su extensa familia, personaje que fungiría en varios cargos de autoridad en el condado de Cameron, vinculado notoriamente en las actividades de abigeato. Por el despojo de lo que consideraba un bien familiar y por haber sido acusado en una ocasión por Glaevecke de ser autor de un robo de ganado cuando éste era el verdadero ladrón, Cortina lo consideró como un acérrimo enemigo. Por esta razón, cuando decidió vengarse ante los agravios que se acumularon contra él y la comunidad mexicana residente en la frontera americana, Glaevecke estaba en la mira de Cortina. Entonces sucedió el famoso asalto de Cortina a Brownsville en 1859.
El Ejido de Matamoros
Por haber surgido dentro de una propiedad privada a fines del siglo XVIII, la Congregación del Refugio no dispuso en 1814, cuando se erigió en cabecera municipal, de un ejido propio, es decir, un terreno común para el pueblo que se extendía una legua por todos los rumbos cardinales, a partir de la plaza de armas, según disposición fundada en una antigua tradición jurídica castellana. El problema fue que desde que se erigieron las autoridades locales ya existía la resistencia de doña Rita Girón a conceder el terreno necesario para trazar el ejido, como tampoco quiso reconocer la propiedad de los solares del vecindario. De ahí el decreto del 28 de enero de 1826, que expropiaba los terrenos para la regularización de la flamante villa de Matamoros. No obstante, al intentarse realizar la medida del ejido en el mes de julio siguiente con la venia del gobernador Lucas Fernández, la señora Girón se manifestó en rebeldía, lo mismo que doña Francisca Cavazos, otra de las propietarias del predio del Espíritu Santo, que se encontraban del otro lado del río, ya que los linderos de la dehesa rebasaban la corriente del Bravo, y que comprendían cuatro sitios. Más tarde, en 1837 Luis Berlandier volvió a realizar las medidas del ejido, lo que repitió en 1841 el también agrimensor Guillermo Odocharte. Y en 1852, tras la pérdida territorial de la margen izquierda del río, el agrimensor Alfredo Dupuoy ratificó la porción mexicana del ejido, en tanto que el Charles Stillman se apropió de la parte del ejido situada al norte del Bravo, donde fundó la ciudad de Brownsville.
Del Fuerte Texas al Fuerte Brown
Tras la independencia de Texas respecto de México en 1836, su gobierno estipuló que sus límites meridionales llegaban hasta el río Bravo; algo que era ilegal, puesto que toda la franja situada entre esta corriente y el río de las Nueces pertenecía a Tamaulipas. No obstante, cuando en 1845 Texas se anexó a Estados Unidos, este país sumó sus reclamos territoriales, lo que significó tener que detonar una guerra ilegal contra México, impulsada por el presidente James Knox Polk. La invasión inició por Corpus Christi, donde acampó un ejército al mando del general Zacarías Taylor, quien en la primavera de 1846 recibió la orden de avanzar hasta el Bravo. Fue así como una de sus columnas de avance se fue a situar frente a Matamoros, junto a una resaca, donde erigieron un perímetro defensivo con muros de tierra, al que denominaron “Fuerte Texas”. Al iniciarse las hostilidades, el ejército mexicano bombardeó este lugar, donde fue muerto el mayor Jacob Brown, de ahí que más tarde se le denominara como “Fuerte Brown”, de donde tomó el nombre la ciudad que se erigió a su lado: Brownsville.
Brownsville Town Company
Antes de terminar la guerra de invasión americana hubo intentos de fijar un asentamiento norteamericano frente a Matamoros. El primero lo hizo el comerciante Asa Wheeler, quien durante la ocupación tenía una tienda en la plaza del mercado; él adquirió una propiedad en la banda izquierda del río, cerca del paso del Fortín Paredes, donde promovió sin éxito la lotificación de un pueblo, cerca de allí, el capitán Patrick C. Shannon hizo un esfuerzo también por fincar una población, denominada “Freeport”, nombre que revela la idea y práctica de libre comercio imperante en el bajo río Bravo durante la guerra. Sin embargo, el proyecto no se concretó, como tampoco otro promovido por el capitán J. H. Clay.
Cuando se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848 y quedó claro que el límite internacional sería el río Bravo y no la Sierra Madre Oriental –como muchos de los norteamericanos situados en Matamoros lo deseaban, se hizo inaplazable el establecimiento de una población en la margen izquierda. Pero no serían los advenedizos quienes coronarían esta empresa, sino los esfuerzos de un norteamericano con gran prestigio en la región: Charles Stillman. Este personaje era un comerciante oriundo de Connecticut, quien radicó en el puerto de Matamoros desde 1828, y contaba con la reputación y la solvencia económica necesaria para construir una compañía sólida destinada a erigir la población requerida.
Para ello contó como socio a otro comerciante destacado, Samuel Belden, personaje con amplios vínculos con el comercio de Nueva Orleáns, particularmente con la casa de W. Alling. Otro de los socios fue Simon Mussina, propietario del periódico American Flag, publicado en Matamoros durante la ocupación, quien lo transfirió al otro lado del río y lo puso al servicio de la publicidad de la nueva compañía fraccionadora: la Brownsville Town Company.
La ciudad se fraccionó en lo que fue parte del ejido de Matamoros, ubicándose junto al fuerte del que tomó el nombre, de ahí que el abasto y los servicios demandados por el ejército fueran un estímulo muy importante para afianzar el asentamiento civil. Y pronto Stillman y socios edificaron casas y comercios de ladrillo que dieron aspecto formal a Brownsville, lo que permitió que los funcionarios federales situaran allí oficinas aduanales.
Poco después la legislatura de Texas decidió crear el condado de Cameron con cabecera en este punto, el 13 de enero de 1849; y se le denominó así en honor de Ewen Cameron, un escocés llegado a Texas, donde se enroló en su milicia, participando como mercenario bajo el mando del licenciado Antonio Canales Rosillo durante la rebelión federalista de 1838-1840, y líder durante la expedición a Mier en 1842, donde fue capturado, y más tarde fusilado en Perote por disposición del presidente Santa Anna.
Al situarse junto a un fuerte militar, la nueva población pronto se convirtió en el centro de abasto y servicios demandados por las instalaciones militares, un estímulo muy importante para su consolidación. También actuó en su favor la disponibilidad del puerto de Brazos de Santiago (el puerto original de Matamoros), así como el control ejercido por varios empresarios norteamericanos sobre la navegación fluvial en el río Bravo –la firma perteneciente a Richard King, Miffilin Kenedy y Charles Stillman–, que para entonces se hizo más intensa, al resultar más económico el flete de los estimbotes (botes de vapor) que las recuas para trasladar las mercancías desde los atracaderos de mar a Brownsville, Matamoros o bien hasta el Río Grande City o Roma.
Y aunque la joven ciudad sufrió una devastadora epidemia de cólera en 1849 que mató casi la mitad de sus habitantes, su población se recuperó, y para 1850 rondaba en el medio millar de personas; de ellas, dos terceras partes eran personas provenientes de la costa atlántica de Estados Unidos y el resto mexicanos. Entre los recién llegados había americanos, irlandeses, ingleses, franceses, alemanes y españoles, de tal forma que ésta era una pequeña y bulliciosa urbe mercantil, muy cosmopolita, que comenzaría a erigirse en el nodo mercantil por excelencia de la región internacional del bajo río Bravo.
Sin embargo, debido a un litigio que surgió por la titularidad legal en la que se estableció la ciudad se entabló un pleito judicial entre Stillman y los herederos de las fracciones del predio del Espíritu Santo, mismo que se prolongó durante años, interviniendo hasta las autoridades federales. Pero ni aun así el hábil empresario Stillman perdió nada, y en cambio la ciudad de Brownsville se enraizó como el polo mercantil más dinámico del bajo río Bravo hasta la década de 1880.
Imagen: Vista de la ciudad de Brownsville, Texas, situada sobre la margen izquierda del río Bravo, hacia 1854.