Monterrey.- Arturo Hernández Fuentes (Monterrey, N.L., 1982) es un escritor que maneja con habilidad la baraja de sus posibilidades temáticas y elige, generalmente, la violencia, la desesperación y la tragedia como puertos donde desembarcan sus historias, de tal forma que en Estación Kimura* nos presenta una galería de personajes en esas situaciones, muy semejantes a las que vivimos hoy en día.
El mafioso que golpea a todos, hasta a su cómplice (“El Mazo”, extrapolado de su novela 77 los últimos recuerdos de una vida pasada), el agente en problemas legales porque se le culpa de la muerte de su compañero (“Bajo custodia”), el asesino serial cuya presunta víctima resulta ser también una asesina y más letal que él (“La víctima número 13”), el militar que intenta amedrentar a un hombre al que menosprecia (“La bala de bronce”), la asesina que apuñala a su amante (“Es sólo un poco de sangre”) y el delincuente que ejerce la violencia para redimirse (“Violencia y redención”).
Otras temáticas como el deseo de triunfar como futbolista (“Su nombre es Drago”), o cantante (“6: 06”), el joven que espera ver de nuevo a la chica de la que se enamoró, pero a la que no le habló (“El theremín no me hará llorar”) y la mujer que arrastra su soledad por la ciudad (“Soñar de nuevo”), no logran hacernos olvidar la predilección de Arturo por la barbarie del género policíaco.
Pero él es libre de preferir los temas que le dicta la realidad y enarbolar la estética de la brutalidad. Toda opinión en contra sería visto como censura y limitaría su crecimiento literario.
La realidad es el libro que hojeamos todos los días en busca de orientación, aprendizaje y sentido para nuestra existencia. Nada raro tiene que también nos provea de sangre, dolor y destrucción.
Tampoco es inusual que la literatura se parezca a la vida, y si ésta es trágica, nuestras letras también lo serán. Y que nadie se queje: “Al voltear a ver por segunda ocasión hacia donde se encontraba el Mazo, los tres tipos estaban hechos polvo, uno tirado en el suelo con la quijada colgando, otro sentado en un sillón viejo tratando de no mover su brazo que estaba roto en más de tres partes y el último seguía recibiendo golpes en la cara arriba de una mesa” (p. 7).
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* Arturo Hernández Fuentes. Estación Kimura. Monterrey, N.L., Vortoj Editores, 2019. 72 pp.