Mérida.- Según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, presidida por Rogelio Ramírez de la O, la administración que sale entrega a la que entra finanzas sanas. En estas destaca un nivel de endeudamientos que representa el 48.6 % de nuestro Producto Interno Bruto (PIB), uno de los más bajos entre las 20 economías más grandes del mundo. Al iniciarse el sexenio la deuda representaba el 43.6 % del PIB. Por tanto, aumentó 4.9 puntos.
En cambio con Calderón creció 7.4 puntos y con Peña Nieto, 8. Casi el doble en ambos casos. El primero la elevó de 28 % del PIB en 2006 a 35.6 % en 2012; y el segundo, de este porcentaje a 43.6 % en 2018. Esos puntos adicionales comparados con los de ahora significan muchos miles de millones de pesos extras de deuda. Se endeudaron el doble y no tuvieron que enfrentar ninguna crisis económica -como la de la pandemia- ni tradujeron en obras, servicios, o programas sociales, como ahora, los recursos adicionales.
¿Cuál es la conclusión? Que mientras, por un lado, México padeció durante todo el régimen neoliberal a una banda de malhechores encaramados en los cargos públicos, con el gobierno actual hay un manejo honrado de la hacienda pública. ¿Qué obras de grandes dimensiones se hicieron o qué programas en beneficio de grandes sectores de la población se crearon en los gobiernos anteriores? Lo que se recuerda es que con Salinas se repartieron entre ricos las empresas del Estado; con Zedillo, se creó el Fobaproa y se enajenaron los ferrocarriles; con Fox sólo se recuerda el “toallagate”; con Calderón, la Estela de Luz y la barda de una refinería que costó millones y con Peña hospitales en obra negra y obras sin terminar.
Por eso nadie cree las mentiras de los propagandistas de la derecha que todos los días repiten historias de la corrupción en que, supuestamente, este gobierno incurre sin que el pueblo les crea. De no ser así, el titular del ejecutivo federal no gozaría de la aceptación generalizada de la sociedad que, en el último tramo de su gobierno, no sólo se incrementó sino que se tradujo en la paliza que la candidata del Movimiento, Claudia Sheinbaum, le dio a su abanderada, Xóchitl Gálvez, de más de 2 a 1, y las victorias arrasadoras en gubernaturas -entre ellas la de Yucatán-, diputaciones federales y estatales, senadurías, etcétera, sin precedente en nuestro país desde que dejó de existir el partido de estado, que era quien organizaba las elecciones.
Los adversarios del gobierno creen burlarse cuando se refieren con sorna a obras emblemáticas hechas por la presente administración siendo que los gobiernos, a los que, explícita o implícitamente, defienden no hicieron nada más que robarse los dineros del erario. Dicen: “una refinería que no refina”, un aeropuerto “en el que espantan”, un tren “al que nadie se sube”, para referirse a la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto internacional Felipe Ángeles y el Tren Maya. Piensan que la gente es torpe y se lo cree.
Pues la refinería que no refina ya está produciendo. Se hizo en tiempo récord. Desde que se puso la primera piedra hasta que comenzó a producir, este sábado 3 de agosto, pasaron 5 años. El promedio mundial de construcción de estas inmensas factorías es de 10 años. Su producción inicial ha sido de 170 mil barriles diarios –el 50 por ciento de su capacidad–. A partir del 21 de agosto alcanzará su máxima de 340 mil diarios. Tuvo un costo de 16 mil 816 millones de dólares, menor, si se compara con complejos edificados en países como Kuwait, China e Indonesia.
El aeropuerto en el que no se para nadie es usado cada día por más gente. A partir de su inicio de operaciones, el 22 de marzo de 2022, han sido transportados a través de él cinco millones 969 mil 742 pasajeros en 57 mil 60 vuelos. El 2 de abril pasado llegó a los 20 mil pasajeros diarios. Y sigue creciendo. La proyección al cierre de 2024 considera en seis millones el número de los que lo habrán utilizado. Empezó con 6 rutas, ahora tiene 34. Es hoy el aeropuerto de carga más importante del país, lo usan 40 aerolíneas. Sus ingresos propios sumados a los de la aduana que funciona en su interior ascienden a 75 mil 672 millones de pesos, cantidad superior a los 75 mil millones de pesos que costó su hechura.
Y el tren al que nadie se sube se va desarrollando poco a poco y paulatinamente va tomando impulso. Empezó su operación apenas el 15 de diciembre con 10 mil 851 pasajeros por mes; en marzo llegó a 40 mil y en julio a 63 mil 764, esto es, ha crecido en más de 500 por ciento el número de pasajeros transportados y eso que no está completo, le faltan 662 de los 1,554 kilómetros de longitud que tendrá cuando se concluya en septiembre próximo. Todos sabemos que lleva tiempo a toda empresa, pública o privada, adquirir el punto de equilibrio entre egresos e ingresos. Pero para denostarla están prestos quienes a lo largo de los años endeudaban al país sin ningún beneficio salvo el de sus bolsillos.
Todas las obras enunciadas aportan grandes beneficios al país. Y el pueblo lo reconoce. La refinería contribuirá a que nuestro país sea autosuficiente en combustibles; de otro modo, regresarían los gasolinazos a México. El aeropuerto, a que la economía nacional se desarrolle lo más aceleradamente posible y la movilidad aérea mejore. Y tren, al desarrollo del sureste de México, que durante siglos fue abandonado.
Los mexicanos demostramos una gran sabiduría cuando optamos por reiterar nuestro apoyo a quienes están construyendo un país mejor en lugar de otorgarlo a quienes durante décadas lo destruyeron. Pero estos no dejan de calumniar a quienes están demostrando con hechos, que no sólo no se roban el dinero del erario, sino que lo utilizan para obras y programas que tienen como fin mejorar la vida del pueblo. Tienen la esperanza de que, como cuando teníamos a un pueblo adormecido, surtan efecto las mentiras.
Allá ellos si quieren seguir perdiendo el tiempo con esta estrategia fallida.