Monterrey.- La soledad es un laberinto que sólo tiene una sola salida: el olvido, pero mientras no la encontramos el dolor nos desgasta la vida.
Jazmín von Kaire (Monterrey, N.L., 1985) halló otra forma de escapar: la escritura, esto es, textualizar los efectos como terapia creativa. Canalizado así, el espíritu se enfoca en otras actividades y no únicamente en aquellas que lo laceran.
Y en «Flores para mi soledad» encontramos desde el umbral, prueba de ello: “El dolor también es bello / pero hay que adornarlo con poesía” (p. 5).
El estilo de Jazmín es claro, fluido, preciso y elegante. Su versificación es cortada, con amplios espacios (muy alejada de la forma tradicional de los versos medidos estrictamente, con el mismo número de sílabas), aprovechando la dinámica del verso libre: “En la oscuridad / bajo el alma de la carne / me voy extendiendo / plena / iridiscente / inacabada” (poema 1, p. 11).
El dolor se ha ido, el abandono es ahora una metáfora literaria y la soledad un motivo para incentivar el oficio, un oficio que se advierte promisorio: “Eres la memoria / de mí misma bajo tu alma / vestida de olvido” (poema 8, p. 18), “presa he sido / del ocaso / donde duerme mi sombra / a media carne” (poema 15, p. 26), “Después de ti / se me cayeron / las palabras a mares” (poema 13, p. 24).
La elegancia de sus trazos es evidente desde el primero hasta el último de sus textos, en los que, además, hay solidez y alto sentido de la estética: “Todo este cadáver / de amor incestuoso / lo doy / por una luna junto a ti...” (poema 17, p. 29), “Poemas sin rostro / aún deambulan / en mi sangre” (poema 16, p. 27), “Hace ya tantas muertes / que no me vives / que no me muerdes / que no me ahogas” (poema 24, p. 38).
El tono melancólico que emplea Jazmín vuelve memorables muchos de sus versos. Difícil olvidar estos poemas una vez que los leemos, pues demuestran que Jazmín está más allá del común de los poetas de su generación, ésos que aún están buscando una voz propia, mientras ella produce gemas como éstas: “Muerto de todas / las muertes / te empecinas en / seguir sumiso / a mi boca de mal / agüero” (poema 33, p. 51), “Esta lúgubre agonía / de insertar mi boca / a tu silencio” (poema 19, p. 32), “Carne que mueres / de tanto llorar” (poema 20, p. 33).
*Jazmín von Kaire. «Flores para mi soledad». Monterrey, N.L., Edit. Carlos Alvarez, 2020. 65 pp.