GOMEZ12102020

Freud y Chile
Ismael Vidales

Monterrey.- Freud no vino a Chile porque no lo invitaron, pero ¿por qué no lo invitaron? Hay un documento de la Universidad de Chile, que data del 3 de junio de 1938, en el que la institución explica por qué no puede invitar a Sigmund Freud a vivir en el país el resto de sus días: por no encontrarse financieramente en condiciones.

La invitación a Sigmund Freud había sido formulada por el poeta Pablo Neruda dado que el sabio vienés, padre del psicoanálisis, sufría el acoso de los nazis. Tras los Juegos Olímpicos de 1936, Hitler recrudeció la persecución contra los judíos, lo que ocasionó que en hoguera pública se quemaran los libros de autoría de Freud.

En ese tiempo Freud sufría de un cáncer de mandíbula y paladar, soportaba la secuela de más de cuarenta dolorosísimas operaciones, enferma y cansada, se consideraba demasiado viejo para emigrar. En 1938, los nazis confiscaron los bienes de Freud y su familia. En Londres, Italia y Suiza sus simpatizantes se movilizaron para ir en su auxilio. Freud no lo sabía, pero también en Chile, a 13 mil kilómetros de distancia, un grupo de médicos e intelectuales decidió acudir en su rescate, dirigidos por el poeta y futuro Premio Nobel de literatura, Pablo Neruda.

En un documento fechado el 16 de mayo de 1938 se puede ver que la Sociedad Médica de Valparaíso, poetas y escritores encabezados por Neruda, decidieron invitar a Chile a Sigmund Freud y le piden a la Universidad de Chile que extienda formalmente la invitación. La Universidad argumenta que en ese momento Freud tiene 82 años y la institución no solo tenía que recibirlo como profesor, sino que tenía que comprometerse con su manutención.

Si es cierto que realmente se hizo la invitación y que la Universidad dio esta respuesta, a mí no me satisface, yo pienso que tal vez la Universidad no hizo tal invitación a Freud. No hay evidencias de que se haya realizado alguna gestión de la Universidad al sabio vienés. La realidad es que Sigmund Freud salió de Viena en 1938 hacia Londres, junto con su cuñada Mina, su hija Ana, y su esposa Marta. Su paciente, la princesa Marie Bonaparte, sobrina nieta de Napoleón, se encargó de todos los trámites que llevaron a Freud a Inglaterra donde pasó casi un año hasta que murió el 23 de septiembre de 1939.

Sin embargo Neruda, si Neruda no logró que Freud pasara sus últimos días en Chile, si logró pocos años después que se le diera asilo a 2,200 de refugiados españoles que llegaron en el carguero francés Winnipeg. A ellos, les dedicó el poema que puede verse en una placa en su residencia de Isla Negra, y que les comparto en seguida.

“Yo los puse en mi barco. Era de día y Francia su vestido de lujo de cada día tuvo aquella vez, fue la misma claridad de vino y aire su ropaje de diosa forestal. Mi navío esperaba con su remoto nombre “Winnipeg”. Pero mis españoles no venían de Versalles, del baile plateado, de las viejas alfombras de amaranto, de las copas que trinan con el vino, no, de allí no venían, no, de allí no venían.

De más lejos, de campos de prisiones, de las arenas negras del Sahara, de ásperos escondrijos donde yacieron hambrientos y desnudos, allí a mi barco claro, al navío en el mar, a la esperanza acudieron llamados uno a uno por mí, desde sus cárceles, desde las fortalezas de Francia tambaleante, por mi boca llamados acudieron, Saavedra, dije, y vino el albañil, Zúñiga, dije, y allí estaba, Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa, grité, Alberti! y con manos de cuarzo acudió la poesía. Labriegos, carpinteros, pescadores, torneros, maquinistas, alfareros, curtidores: se iba poblando el barco que partía a mi patria. Yo sentía en los dedos las semillas de España que rescaté yo mismo y esparcí sobre el mar, dirigidas a la paz de las praderas.”