PEREZ17102022

Gasolineras de Victoria (Parte 1)
Francisco Ramos Aguirre*

Ciudad Victoria.- Alrededor de 1920, México ocupaba el segundo lugar mundial en producción de petróleo, gracias a sus campos petrolíferos de Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí. La mayoría de los pozos estaban ubicados a lo largo del Golfo de México y región huasteca. Particularmente Ébano, Pánuco, Topila, Tepetate, Casiano, Los Naranjos, Cerro Azul, Alazán, Zacamixtle, Potrero del Llano y Alazán.

A principios del siglo XX, el ingeniero geólogo Guillermo ¿Agustín? Alonso era uno de los primeros técnicos mexicanos experto en petróleo. Este profesionista aprovechó la presencia de las compañías extranjeras, convirtiéndose en accionista, o probablemente prestanombres de algunas. Al mismo tiempo fue contratado para realizar diversas obras de infraestructura para la embarcación del petróleo, por ejemplo, los oleoductos entre Pánuco-Tampico y Zacamixtla-Tampico.

El auge petrolero en la huasteca tamaulipeca-veracruzana y potosina, originó un importante movimiento comercial y laboral que derivó en la instalación de líneas de oleoductos, refinerías, bodegas, muelles y todo tipo de elementos para la exportación del petróleo a Europa y Estados Unidos.

Definitivamente el desarrollo industrial y fabricación de automóviles de gasolina en serie, en especial de la marca Ford, generó el crecimiento y demanda de petróleo, lo cual significó una gran oportunidad para los inversionistas extranjeros de ganar millones de dólares por la comercialización de este producto. Por tal motivo surgieron las primeras compañías Hispano Mexicana de Pánuco, Southern Co., Tex Mex Co., Compañía Huasteca, Compañía Nacional de Petróleo S.A., Atlantic Gulf Oil Corporation, International Petroleum Company, La Corona, Pánuco Boston y muchas más.

Para tener una idea de la importancia de estas empresas extranjeras y otras de capitalistas mexicanos, en 1918 se exportaron desde Tampico alrededor de 68 millones de barriles de petróleo crudo. De acuerdo a las estadísticas, en aquel tiempo México ocupaba el segundo lugar mundial en dicho combustible, también llamado oro negro. Para solventar el crecimiento de la demanda internacional, ese año existían 12 refinerías en plena actividad: cinco en Tampico y el resto en Lobos, Tuxpan, Veracruz y Minatitlán. En resumen, México tenía mil 56 pozos petroleros de los cuales 131 estaban “localizados” o geográficamente ubicados, 114 en proceso de perforación, 299 en plena producción, 27 abandonados por improductivos, 64 abandonados por agotamiento y 421 por tratarse de hoyos secos.

Llegaron los gringos/Dales más gasolina
A todo esto, sumamos la presencia de los magnates Edward Lawrwnce Doheny (El Cruel) y Charlie A. Canfield, dos personajes importantes dentro de la historia del petróleo, quienes vinieron a México en 1901, provenientes de California, Estados Unidos. Una de sus primeras actividades fue la adquisición de terrenos, donde perforaron los primeros pozos petroleros en el municipio de Ébano, San Luis Potosí. Este sitio se encuentra a unas cincuenta millas al oeste de Tampico. Edward permaneció en Tampico durante varios años, mientras que el apellido Canfield perduró con algunos familiares en Llera.

Las factorías mencionadas ocupaban miles de obreros, quienes terminaron por organizarse en sindicatos y otras instituciones gremiales, con el objetivo de defender los derechos de los trabajadores. Bajo estas circunstancias, en diferentes partes del país surgieron numerosas alternativas comerciales, por ejemplo, los expendios de petróleo diáfano para estufas y lámparas domésticas. El rubro comercial se centró en la apertura de gasolineras para abastecer los automóviles que requerían este combustible. Lo mismo las compañías extranjeras lanzaron al mercado otros productos derivados del petróleo, a fin de solventar la demanda relacionada con la movilidad y mantenimiento de motores de barcos, lanchas, chalanes, molinos de nixtamal, lámparas de alumbrado público, bombas de agua, tractores, aviones, plantas eléctricas y máquinas de ferrocarril.

Ciudad Victoria/Me encanta la gasolina
Durante las primeras décadas del siglo XX, el comercio tamaulipeco a gran escala estaba en manos de empresarios de origen español, entre ellos Manuel Bustamante, Antonio Quintana Madrid, Pablo Lavín, Benito Haces, hermanos Higuera, Bernardo Zorrilla y otros. Por motivos mercantiles, estos y otros capitalistas estaban al pendiente de las tendencias de los nuevos productos en el mercado mundial, entre ellos los automóviles, gasolina, cerveza y otros artículos que empezaban a ganar terreno. En este sentido, ninguna de estas familias poderosas desaprovechó las oportunidades y buscaron la manera de adquirir concesiones o representaciones.

En esa época el principal agente de la famosa Compañía de Petróleo El Águila (Casa Pearson) en Ciudad Victoria era el español Benito Haces, quien tenía su negocio en Hidalgo 90. Además de contar con un almacén de ropa, abarrotes y ferretería, el ibérico también era agente de la Cervecería Moctezuma, de Orizaba, y varias firmas comerciales extranjeras, entre ellas las relacionadas con el giro mercantil de vinos y licores importados de España. Otro personaje que ejerció la actividad de representante y comisionista de compañías petroleras era don Benito Palacios, en la calle Juárez 81.

Para entonces empezaron a circular los primeros automóviles por las calles de la capital tamaulipeca. Sin embargo, ante la poca demanda de la gasolina, debido a la escasa presencia de vehículos automotrices, probablemente el principal giro de estos comercios era el petróleo diáfano, del cual existían varios expendios, distribuidos en diversos sectores, donde vivían alrededor de 18 mil victorenses.

En 1918, durante el gobierno del presidente Venustiano Carranza, la Secretaría de Hacienda estableció los precios del mencionado combustible a nivel nacional de acuerdo a su categoría y calidad. Existían el petróleo combustible, petróleo crudo, Gas Oil, gasolina refinada, gasolina cruda, kerosena cruda y refinada.

Entre las primeras estaciones de venta de gasolina para automóviles, destaca una propiedad de los Hermanos Higuera, establecida en 1920 en la calle Hidalgo 82. Sus giros comerciales consistían en venta de abarrotes y ferretería. Lo mismo fueron pioneros de la venta de accesorios para automóviles: “…agentes de la Standard Oil Corporation, agentes exclusivos de la llanta Goodyear para automóviles y de la llanta de hule para carruajes. Depósito de maderas americanas. Somos corresponsales de la Petroleum Banking and Trust Company de Tampico.”

En 1921, la mayoría de las pláticas entre los mexicanos tenían como tema principal el petróleo. Incluso el poeta Ramón López Velarde lo incluyó en los versos de Suave Patria: “El niño Dios te escrituró un establo,/y los veneros de petróleo el diablo.” Mientras tanto, en Ciudad Victoria se abrieron varios garages que disponían en venta combustibles para automóviles. En 1922 operaba el Garage Internacional, de Francisco M. Sánchez, quien reparaba automóviles y ofrecía al público baterías, aire para las llantas, aparatos eléctricos, gasolina, aceites y grasas.

Otra de las estaciones de gasolina pioneras de esta localidad, relacionada con la venta del mencionado combustible se encontraba en la Avenida 17 o Alameda, propiedad o concesionada a Marcos Angulo, representante de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila. La empresa fue aprobada por los diputados del Congreso de Tamaulipas, a través de un decreto firmado el 29 de noviembre de 1929. La construcción del expendio que probablemente trascendió pocos meses, se realizó en pleno centro de la localidad, “…en contra esquina del Palacio de Gobierno y sobre la acequia central de la Avenida Francisco I. Madero de esta Ciudad.”

(Continuará).

(Fuentes: “Petróleo” G. W. Hamilton/Pan American Review/1 de enero de 1920; Anuario Estadístico del Estado de Tamaulipas/ 1 de enero/1911; Periódico Oficial del Estado de Tamauipas/diciembre 14/1929; periódico La Raza/enero de 1923).

* Cronista de Ciudad Victoria.