CORONA27042020V

Generosidad
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Qué hay delante de las múltiples actitudes de agradecimiento con los médicos y personal administrativo y sanitario que están en acción a riesgo de su salud en las instituciones de públicas y privadas; qué hay delante de esos gestos generosos que hemos visto entre taxistas y transeúntes que han brindado apoyo al personal médico y sanitario cómo también a personas que en la vía pública han sucumbido al malestar del Covid-19.

     Qué hay delante de los medios de comunicación interesados en ofrecer información oportuna y veraz a los ciudadanos expectantes de la evolución de la pandemia; qué hay delante de las empresas de telecomunicaciones que suministran servicios eficientes de internet y televisión por cable para hacer más llevadero el confinamiento domiciliario; qué hay delante del personal técnico de las empresas municipales de servicios públicos que hacen su trabajo día y noche para que la recolección de basura y para que la dotación sea estable en las viviendas pero especialmente en los hospitales; qué hay delante de las personas que se han dado a la tarea de elaborar tapabocas y obsequiarlos a instituciones para que los distribuyan entre la población.

     Qué hay delante de las instituciones y personas que hacen colectas de dinero para suministrar kits sanitarios para el personal médico y sanitario y de los que responden discretamente a estos llamados; qué hay delante de los patrones que asumen el costo económico y regresan a sus casas con salario al personal que labora en sus empresas; qué hay delante de esas familias solidarias que apoyan con sus hijos a esas enfermeras que salen todos los días a cumplir con su tarea en los hospitales receptores de enfermos; qué hay delante de esas enfermeras y terapeutas que siguen asistiendo a las personas con discapacidad sea hospitales o viviendas; qué hay delante de los productores agrícolas que garantizan el suministro de sus productos en los mercados, abarrotes y tiendas de autoservicio; qué hay delante de esos trabajadores que siguen llevando carnes, frutas y verduras o alimentos preparados a los hogares en confinamiento; qué hay delante de esos funcionarios públicos discretos que están en la sombra mediática y realizan su trabajo con oportunidad y eficiencia.

     Qué hay delante de los comerciantes que todos los días abren sus empresas para suministrar productos frescos a precios justos en beneficio de cientos de miles de personas; qué hay delante de los familiares que cuidan a sus ancianos y enfermos de otros males; qué hay de los amigos que llaman por teléfono para enterarse de cómo se lleva el confinamiento y echando una mano si necesitan algún apoyo; qué hay delante de esos jóvenes que llaman a vecinos o amigos de la tercera edad para ponerse a disposición de hacer mandados que eviten que estos salgan a la compra o el pago de algún servicio indispensable; qué hay delante de quienes a sabiendas que un familiar, vecino o amigo, está pasándolo mal lo asisten con dinero, alimentos, apoyo psicológico; qué hay delante de los amigos que buscan apoyar a otros llevando un libro, algo de música o recomendando algún sitio de internet para ver un espectáculo, una película, un museo, una obra de teatro o una sesión de danza contemporánea; qué hay delante de esas personas que ofrecen conversar solidariamente con quienes se sientan deprimidos o, mejor, con aquellos que han sufrido una baja familiar o amistosa por el coronavirus.

     Qué hay delante los políticos en funciones de gobierno que impulsan iniciativas para evitar que la crisis de las empresas no signifiquen daños adicionales en la vida de las familias; qué hay delante de esos amigos que en algún momento del día te manda por WhatsApp un video o un meme que te saca de pensamientos negativos provocando una sonrisa sino una carcajada; qué hay delante de ese amigo que lleva y deja al lado de tu puerta un six de cerveza, una botella de vino o un pay casero; qué hay delante de los conductores que dejan una moneda a quienes venden algún producto o tocan música en algún crucero de nuestras ciudades; qué hay delante de esos padres que ayudan a los hijos pequeños para hacerle más llevadero el día sea jugando con ellos, leyéndoles o auxiliándolos con sus tareas de aprendizaje; qué hay delante de esos padres que conviven buscando recetas y haciendo comida para el gusto de su familia; qué hay de esas familias que han hecho de esta crisis una gran oportunidad para reencontrarse y sostener largas charlas sin más límite que el tiempo hoy infinito.

     ¿Qué hay delante?… ¡Yo lo sé, generosidad!