Monterrey.- Aislado, en medio de la inmensidad de la llanura norteamericana del norte de Nuevo León, el Frontón de Piedras Pintas, Municipio de Paras, sigue maravillando a quienes llegan a este punto localizado muy cerca de la frontera neolonesa con Tamaulipas y Texas.
Documentado hace más de 100 años, los petroglifos no tienen similitud con otras manifestaciones grafico rupestres de la región. A lo largo del trabajo vamos a tener un acercamiento a la iconografía de los motivos que ahí se encuentran plasmados.
Petroglifos incisos: líneas profundas en la roca elaboradas por los antiguos grupos de cazadores recolectores. Piedras Pintas se ubica en el Ejido Emiliano Zapata, a 50 metros al norte del cauce del Río Sabinas, a 30 kilómetros de la cabecera municipal de Paras.
Es evidente el cuidado que tuvieron los antiguos artistas para elaborar los grabados pues al ser hechos por abrasión y pulimiento produjeron cortes nítidos en la superficie de la roca, dado tamaño y profundidad, produciendo sombras que dan la impresión que las piedras están pintadas.
En cuanto a la vegetación predominan las plantas como mezquites, huizaches, pitahayas, nopales, lechuguilla, entre otras. El Frontón de Piedras Pintas se localiza en las Grandes Llanuras de Norteamérica, que en México comprende algunas regiones de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
Una de las características del terreno es la alternancia de llanuras y lomeríos compuestos por rocas sedimentarias del Terciario que no han sido plegadas por lo que muestran un relieve suave, semejante a una penillanura. Las rocas más importantes son lutitas y areniscas.
Abundan coyotes, liebres, zorras, osos, armadillos, jabalíes, cacomiztles, comadrejas, tejones, venados cola blanca, garzas, patos y otras aves migratorias. Reptiles como los lagartijos, víboras e insectos como alacranes y arácnidos.
El Río Sabinas es una constante en el paisaje; fuente nutricia de los antiguos grupos de cazadores recolectores.
De acuerdo a la tipología de sitios propuesta por Moisés Valdez, Piedras Pintas, este espacio que se ubica en una planicie semi-húmeda y al igual que nuestra propuesta, sostiene que los motivos pertenecen a un contexto cultural diferente a otros lugares de la región.
Los petrograbados tienen una orientación al poniente y fueron elaborados en rocas de gran tamaño mismas que han ido cayendo debido a los efectos del paso de los años. Algunos de los trazos se encuentran en el al ras del suelo indicativo un posible derrumbe debido a algún desborde del Río Sabinas.
En el cauce de agua, generalmente abundante en época de lluvias y vacío en la sequía, proliferan charcos de agua donde rebosa la vida; auténticos oasis, apenas un esbozo de su pasada riqueza biótica.
Aunque no hay un dato especifico, historiadores como Santiago Roel y Protasio Cadena sostienen que el primer europeo que estuvo en el Frontón de Piedras Pintas fue un misionero franciscano.
El avistamiento se remonta a mediados del siglo XVIII, fecha muy factible y coincide con la llegada de Martín de Zavala, gobernador del Nuevo Reyno de León, quien fundó la misión de Nuestra Señora de Alamillo (Santa Teresa).
El nombre del sitio se conserva desde hace mucho tiempo. Algunas personas por tradición oral atribuyen los petroglifos a los Comanches o Lipanes, lo más probable es que se trate de vestigios de culturas prehistóricas cuya antigüedad puede remontarse hasta los 4 mil años.
Es difícil saber con precisión los autores de los grabados, sin embargo a la llegada de los europeos la zona estuvo habitada por tribus emparentadas por un mismo idioma; los Coahuiltecos.
Los grupos se dedicaban a la caza y la recolección. A lo largo de los milenios sobrevivieron de la recolección de plantas silvestres: vainas de mezquite, frijoles, agave, cactus, flores, frutas, nueces, bellotas, raíces y tubérculos.
Cazaban bisontes, venados, jabalíes, armadillos, liebres, conejos y catanes, entre otros. A la llegada de los europeos mantuvieron una férrea resistencia. Al cabo de tres siglos, los pobladores originarios fueron aniquilados por completo en Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en el caso de Texas fueron algunas tribus fueron confinadas en reservaciones.
Las descripciones específicas sobre los Coahuiltecos aparecen bien detalladas en la relación de Álvar Núñez Cabeza de Vaca (25), en su narrativa pormenoriza las características de los grupos originales de Texas y Nuevo León debido a que vivió esclavizado por las tribus durante 18 meses, entre 1533-1534.
Otra fuente importante es Alonso de León (26), soldado y explorador quien llevo a cabo una descripción general de los grupos indígenas del Nuevo Reyno de León hacía 1649.
Antonieta Espejo, en su informe de sitios arqueológicos en 1963, refiere lo siguiente: “En 1713 Fray Juan de Lozada logró que los indios que hacían correrías desde San Carlos, Tamaulipas, hasta Linares, lo siguieran con indios mansos y los repartió en la misión de nuestra Señora de Agualeguas, fundada por Fray Diego Vázquez, con los indios “Del mal Nombre”. A esta misión fueron los indios Mimolos, Blancos y Axipayas, del pueblo de Santa Teresa, que desapareció”. (27)
El Espacio
La base del promontorio del Frontón de Piedras Pintas tiene una altura de 4.65 metros y lo componen dos grandes piedras.
La primera se encuentra grabada de su cara occidental. Mide 9.30 metros de largo, por 6 metros de ancho y alcanza los 2.65 metros de altura. La segunda está dividida por una abertura de 40 centímetros aproximadamente.
La antigüedad de Piedras Pintas se puede remontar desde los 4 mil años hasta el mil de nuestra era y puede alcanzar cifras más antiguas. Son varias las rocas que contienen petroglifos. Aparentemente en el lugar hay indicios de pintura rupestre en una de las paredes de la gran piedra.
Se pueden ver rayas con tonalidades rojizas, indicativo de pintura rupestre. Es muy posible que hace miles de años el sitio era un abrigo rocoso que se derrumbó debido a una inundación del Río Sabinas cuya crecida arraso el lugar.
Algunos lugareños al ser entrevistados afirmaron la existencia de más sitios con gráfica rupestre. En las inmediaciones se han colectado puntas de proyectil conocidas entre los habitantes de la región como “chuzos”.
Descripción del sitio
El Frontón de Piedras Pintas guarda la mayor parte de sus secretos. Sobre el significado de los trazos es el objetivo del presente trabajo pues buscamos pistas que nos ayuden a entender la significación de los impresionantes grabados.
En su conjunto es un estilo que no tiene similitud a otros espacios con grafica rupestre cercanos; de hecho esta forma de elaboración de grabados es única en la región del norte de Nuevo León.
Los grabados incisos más cercanos se encuentran en Los Fierro e Icamole en García; Carricitos, Puerto San Nicolás y El Delgado en Mina, todos al poniente de Monterrey.
Los hay en el Paso de Guadalupe y Cañón del Eslabones en Ramos Arizpe y aún más lejos en Parras, Coahuila.
Luis Aveleyra Arroyo de Anda, a finales de los años setenta, documento espacios con grabados incisos. Nos referimos al Arroyo El Cadillal, aunque existen sitios cercanos como El Sol, San Rafael de Los Milagros y un punto conocido como El Buey, tal vez el lugar donde los hay con mayor abundancia.
“Son únicos hasta hoy en la comarca lagunera. A nivel mundial, la gran mayoría de los grabados están hechos por despostillado, es decir el golpeteo repetido con agudo cincel de piedra sobre la superficie de la roca.”
Geometría Rupestre
En su conjunto los motivos en Piedras Pintas podríamos catalogaros dentro del geometrismo rupestre. Es importante recalcar que la mayor parte de los grabados seguramente fueron dedicados al paisaje.
Motivos relacionados con el agua, plantas, animales y los astros son parte de este archivo de piedra. Por geometría la entendemos como una disciplina de las matemáticas que estudia las propiedades, medidas, líneas y superficies de los cuerpos. (32)
En cuanto a las manifestaciones las podríamos catalogarlas entro de geometrismo, identificado con líneas paralelas, grupos de puntos, círculos, círculos concéntricos, rombos, cuadrados, líneas rectas y triángulos.
En general en el Frontón de Piedras Pintas los trazos pueden tener relación con el medio ambiente circundante el cual seguramente era parte de sus creencias religiosas, un sistemático conocimiento el cual se ve reflejado en lo fino de los petroglifos.
Por ejemplo, si partimos de la idea de extinto maestro William Breen Murray (33), de considerar los conjuntos de puntos y las rayas como cuentan numéricas, encontramos que en una gran roca, que se exhibe en el Museo de Sabinas Hidalgo le fueron talladas 38 rayas.
Justo abajo de esta posible cuenta se encuentran motivos que los identificamos como vulvas, clara alusión a la fertilidad, demostrando el alto grado de conocimiento acumulado. Una especie de llave; clave para entender algunos petroglifos.
Otros trazos los podríamos identificar al agua y algunos cómputos relacionados con ciclos lunares, el paso del Sol, el movimiento de las constelaciones.
Encontramos líneas rectas, cortas o largas que se cruzan para formar entramados. También hay líneas oblicuas que se trasponen para constituir rombos.
Conocimiento del paisaje tallado en la roca
El Frontón de Piedras Pintas parece estar escondido pero conforme nos vamos acercando se llega a una loma de baja altura y a simple vista el visitante se lleva una grata sorpresa por lo impresionante de los grabados. Llama la atención lo minucioso con lo que fueron manufacturados los trazos, además de que las rocas parecen tener vida y asemejan tatuajes.
Es difícil precisar el significado de los grabados, no obstante al ubicarlos en un contexto de paisaje bien podrían aludir a elementos básicos en el sistema de ideas de los antiguos naturales.
Varios motivos podrían estar relacionados con la bóveda celeste, el paso de la Luna dentro del firmamento; otros tal vez hagan referencia al paso de cometas. Probable representación del recorrido de la Luna.
Al observar las rocas con grabados el visitante no deja de maravillarse por lo delicado y fino de los trazos.
Piedras Pintas es un espacio de rocas vivas, por lógica deducimos que pudo ser muy especial para las antiguas tribus pues detallan elementos de su mundo circundante.
Petroglifos que han quedado mimetizados, asociados al paisaje: naturaleza y cultura, un reflejo de la cosmología de los grupos que habitaron este rincón de Nuevo León.
La dinámica de las líneas es evidente lo que demuestra la destreza de los antiguos artistas. Un mensaje con un significado profundo producto de una cultura que vivió en armonía con la naturaleza.
En el monolito que fue traslado a una de las salas del Museo de Sabinas Hidalgo encontramos un motivo que parece ser un Sol.
En el Frontón de Piedras Pintas abundan los círculos que bien se pueden tratar de la representación de la Luna o el Sol, estos pueden ser un círculo sencillo, concéntrico y con rayos lo hace verse más natural. La figura humana la simplificaron tanto que la podemos reconocer: bastaron líneas cortas para darnos una idea de una figura humana.
Uno de los petroglifos más frecuentes en Piedras Pintas es la representación del cauce de agua del Río Sabinas. Seguramente el agua fue una deidad importante pues era la fuente de vida, vital para los grupos de cazadores recolectores.
El motivo es claro pues se aprecia como las líneas serpentean la gran roca. Este trazo es uno de los que tiene mayor dimensión en el conjunto de petrograbados.
Justo en medio de la roca más grande hay petroglifos que pormenorizan las huellas de un felino y un venado; ambos seguramente tenían un significado especial ya que fueron finamente pulidos para resaltar su aspecto natural. Tal vez se trate de una plegaria para la buena caza o bien sean una iconografía de un mito especial.
Por otro lado, las huellas de venado representan el rastro seguido por el antiguo cazador y en contraparte la impronta del felino podría ser el deseo del cazador de adquirir las cualidades del depredador y ser certero al momento de matar a su presa. A través de la huella de felino el acechador puede adquirir la fuerza y las características del animal.
Las huellas de venado que se mostraron anteriormente no fueron talladas al azar, pues por añadidura el mamífero fue venerado y se le solía asociar con el Sol.
Entre los Huicholes, y otros pueblos del norte de México, las huellas de venado son parte de una arraigada creencia que, además del rastreo en la cacería, se puede tratar de un tótem, un héroe mítico que acompaña a los integrantes de la tribu en sus largas caminatas.
El venado (jícuri o peyote) dotaba a los caminantes de fuerza en las largas jornadas, además facilitaba la capacidad de hablar con la naturaleza de manera ritual.
El Piedras Pintas, con toda posibilidad, las figuras humanas se representaron como un pequeño círculo que simboliza la cabeza, además de rayas cortas en las extremidades. El siguiente grabado se puede tratar de un mitote.
El Sol era una de las deidades a las que las tribus antiguas le rendían culto. Algunos grabados plasmaron el paso del astro rey en el cielo. Los rombos y las grecas pueden representar un culto dedicado a la serpiente, seguramente se trató de la serpiente de cascabel, especie abundante en la región hoy en día.
Tal vez por la cercanía del agua o por el copioso alimento las serpientes de cascabel son muy abundantes, en especial la conocida como “diamantina”, sin embargo, lo que queda claro que el reptil fue parte de la cosmovisión de los grupos antiguos, al grado de que los rombos tallados, en casi todo el conjunto de petroglifos, con toda posibilidad representan esta especie sumamente venenosa.
En las altas culturas mesoamericanas Quetzalcóatl fue uno de los dioses principales y su culto se extendió en una extensa región.
Entre los Mayas y Toltecas, la serpiente representa el inicio del segundo periodo de un ciclo sinódico venusino de 584 días. Además Venus tiene la particularidad de poder verse al amanecer o al atardecer según el momento o disposición orbital con el planeta tierra. Dualidad sobre la cual giraron infinidad de mitos.
Lorenzo Encinas