GOMEZ12102020

Girolamo Cardano. Un controvertido genio matemático
José Ángel Pérez

Monterrey.- Su madre, al enviudar, tiene amoríos con Fazio, producto de los cuales concibe al que sería un genio del álgebra. Chiara es el ejemplo histórico de la hipocresía religiosa de la Italia del siglo XVI, porque a pesar ser muy devota, quiso abortar al futuro genio, proyecto fallido para fortuna de las matemáticas.

Cuando apenas tenía doce años, el joven Girolamo lee y domina los seis primeros libros de Los Elementos de Euclides. A pesar de los esfuerzos de su padre por convertirlo en abogado, el joven Girolamo estudia medicina en la Universidad de Pavía, donde realiza una brillante carrera, convirtiéndose en rector. Sin embargo, su carácter controvertido y pendenciero lo hacen involucrarse muy frecuentemente en problemas. Se dice que deambulaba por las calles de Pavía con una espada y un instrumento musical, frecuentando casas de juego, lugares en los que se inspiró para producir uno de sus primeros libros: El libro de los juegos de azar, texto que el puritanismo italiano permitió su publicación hasta un siglo después.

A Girolamo Cardano le debemos un método para la solución de ecuaciones cúbicas (ax3+bx2+cx+d=0) y cuárticas (ax4+bx3+cx2+dx+e=0), procedimiento algebraico publicado en su obra cumbre Ars Magna, cuya edición le ocasionó problemas con su amigo Niccolo Fontana, mejor conocido como Tartaglia, con quien tuvo violentas discusiones, pues Tartaglia lo acusó de plagio.

Su brillante inteligencia, aunada a su carácter polifacético, convierten a Girolamo Cardano, además de un brillante matemático, en un prestigiado médico. También practicaba la astrología, actividad que lo lleva, en 1570, a elaborar El horóscopo de Jesús, acción que junto con un escrito en el que alaba a Nerón por haber martirizado a los primeros cristianos, le valió ser encarcelado y la prohibición de ocupar algún puesto público.

Ser un genio del álgebra y de la probabilidad le valió el reconocimiento del papa Gregorio XIII quien, al darse cuenta de su bancarrota, producto de su adicción a los juegos de azar, lo mandó llamar a Roma, donde no sólo lo perdonó, sino que le concedió una pensión económica.

Se cuenta que Cardano murió por su propia mano, y es que el simpático, inteligente y pendenciero genio del álgebra y la probabilidad, había predicho el día de su muerte, y su orgullo matemático le exigía que su predicción fuera correcta, y acertó.

Genio y figura ¡Cómo me hubiera gustado conocerlo!