Mazatlán.- La Sinaloa que dejará Quirino Ordaz será sin duda en términos de obra pública mucho mejor que la de sus antecesores, pero, también, en lo económico, más débil, por la caída de la recaudación estatal y la contracción de las participaciones federales.
Y, claro, difícil, porque habrá un incremento de la demanda social acorde con la oferta política que se hizo en la campaña por los votos a favor del hoy gobernador electo: Rubén Rocha Moya.
Ante esta situación el librito del buen gobierno recomienda “que cuándo hay problemas económicos, la salida es política, mientras cuando el problema es político, la salida es económica”.
Así, que, si reconocemos las señales que ha mandado Rocha Moya, las filtraciones que se han soltado para ir tomando el pulso sobre la percepción de los futuros funcionarios e, incluso, los apostadores mediáticos que un día sacan una baraja de nombres y otro, una más actualizada, pero, ojo con los mismos nombres, solo qué en distintas dependencias, nos permite colegir que el nuevo gobierno pretende ser uno de una concentración sui generis.
Se dice que hay un gobierno de concentración si tiene dos ingredientes indispensables: Uno, que la situación económica sea crítica y, dos, que en consecuencia se busca que “todos” echen la mano para poder cumplir con un programa de gobierno viable al margen de colores.
Y, aunque este tipo de gobierno se refiere a la concentración de partidos apoyando por encima de colores, qué no sería el caso, salvo el caso del PAS, aliado electoral y ahora de gobierno de Morena, es muy probable que Rocha Moya opte por un gobierno que combine políticos profesionales con figuras públicas con amplia legitimidad social.
Algo, como lo que se hacía en la UAS, anterior al cuenismo, que después de campañas intensas las aguas volvían a su nivel y a todos les tocaba algo y así, hasta la próxima campaña, que se sintetizaba en aquella frase del exrector José Luis Guevara quien sostenía defensivamente ante sus críticos: “Todos hemos estado con todos”.
De ser esa la línea de Rocha Moya, el gabinete podría ser de muchas sorpresas, y permítaseme el ejercicio, imaginemos en la misma mesa de gobierno a un Héctor Melesio Cuén o a su principal escudero, Víctor Antonio Corrales Burgueño, con quienes han sido sus más férreos críticos del calibre de María Teresa Guerra o Arturo Santamaría, a todos ellos, se les ha mencionado en el juego de las barajas.
Y podría haber más, recuérdese los actores que se involucraron activamente en la campaña de Morena y que seguramente no serán invitados de piedra.
Al columnista Osvaldo Villaseñor en este juego de nombres ha dejado su talante crítico y esta estrategia de definición lo llevado a calificar al gobernador electo como un “estadista” cuando sería una apuesta más modesta que buscaría, a juicio de Rocha Moya, tener un staff de funcionarios que den lustre a su gabinete y, quizá, invisibilicen a otros con menos reconocimiento, que podrían ocupar cargos de primer nivel.
En eso está y no lo dudo, que al final tenga un gabinete de “lujo”, un gabinetazo como presumía Vicente Fox, con la tensión propia de la política de contraste, que buscará conciliar o mejor donde estará latente el conflicto, ya que tiene sus riesgos, la inclusión de gente con voz propia en el gobierno.
Francisco Álvarez Cordero, tesorero en la gestión de rector de Rocha Moya, alguna vez recordaba con una sonrisa cuando este tomó las riendas de la UAS y les dijo a los nuevos funcionarios: “Aquí nadie viene a robar”, no se si lo hubo, pero sin duda, será el desafío para un gobierno de la 4T, y no se trata de que se roben o no el dinero o los bienes públicos, sino lo que ya sabemos, cuáles son los nuevos negocios de los políticos a través de los contratos que se entregan a testaferros, amigos, familia.
Rocha Moya, conoce los intestinos del Palacio de Gobierno, ha estado ahí mucho tiempo, con los exgobernadores Juan Millán y Jesús Aguilar, y el breve paso en el gobierno de Quirino Ordaz, eso le permite conocer no sólo el estado, sino sus problemas y las posibles soluciones a los que están en la vida cotidiana de la gente.
La pobreza que con la pandemia se ha incrementado y la violencia que sigue lastimando la vida de los sinaloenses y esos y otros tendrán que mitigar el nuevo gobierno.
Al tiempo.