Austin.- Como estudiante en la Universidad Hebrea de Jerusalén, participé en un estudio sobre la propaganda jordana durante la guerra de Yom Kipur, en 1973. El inicio de la guerra fue nefasto para Israel, en parte por malas decisiones políticas y estratégicas; de hecho, la guerra propició la caída de Golda Meir y Moshe Dayan, dos íconos israelíes de esa época.
En el frente egipcio cayó la línea Bar Lev, que estaba en el lado oriental del Canal de Suez; y en el frente Sirio, las fuerzas inesperadamente cruzaron relativamente rápido las alturas de Golán y se frenaron por carecer de soporte de artillería.
Estratégicamente y para evitar una caída en la moral nacional, el gobierno israelí impuso silencio sobre los avances de la guerra. Jordania, que emitía en hebreo, decidió llenar el vacío informativo y dar a conocer la desventaja israelí, no siempre con veracidad.
A la segunda semana de la guerra, especialmente con apoyo de armamento anti vehículos blindados de Estados Unidos, Israel volteó la situación: derrotó a los ejércitos atacantes y eliminó el silencio informativo; pero Jordania continuó transmitiendo información falsa, intentando crear desconfianza de la sociedad y los militares en su gobierno, desmoralizar a los israelíes y crear focos de tensión interna. Según el modelo estudiado, encontramos que esa transmisión tenía la estructura de la propaganda nazi, esa que se basa en mentiras para convertirlas en verdad.
Putin ha centrado sus mensajes en llamados a los ucranianos invitando a los militares a bajar las armas y que todos se volteen contra el gobierno. El gobierno ucraniano no ha impuesto silencio; el presidente ha estado al frente haciendo llamados a la defensa del país del invasor; su oficina y el ejército han informado sobre el costo de la guerra.
En la época de la infodemia, uno tiene que cuestionarse sobre qué creer sobre Ucrania. Los rusos ya empezaron a aceptar tener bajas, con cifras lejanas a las informadas por los ucranios, quienes anuncian 3 mil 500 soldados rusos muertos, el derribamiento de un avión que transportaba paracaidistas y varios jets de guerra.
El silencio y la información son factores importantes durante la guerra. Los datos juegan papeles diferenciados. El anuncio de bajas para el invadido puede causar desánimo o acelerar la sensación de agravio; para el invasor puede crear focos de protesta y oposición. Desde el inicio de la guerra se iniciaron protestas de la sociedad rusa y las detenciones de los protestantes; ya llevan casi 3 mil detenidos; y debido a las sanciones de occidente, algunos oligarcas, usualmente aliados de Putin, han llamado a la paz.
En la mente rusa sigue presente el fracaso de la invasión fallida de 10 años en Afganistán. El gobierno entonces (y ahora) procuró ocultar a los caídos, pero la sociedad habla, los medios informativos internacionales transmiten desde territorio ruso y ucraniano y con las redes sociales es cada vez más difícil negar el impacto en vidas humanas. Tal vez eso explica el buleo de Putin para que nadie se atreva a involucrarse en el conflicto, tal vez pensando en la guerra secreta de la CIA contra ellos en Afganistán; y amenaza con opciones nucleares.
En la especulación que circula en los medios, al parecer los rusos se han encontrado con una oposición más férrea de lo esperado; y occidente se tardó en reaccionar, pero ha anunciado apoyo militar y ampliado las sanciones; algunas afectan directamente a la oligarquía aliada de Putin, así que podría haber una opción de urgencia para acabar la guerra y Rusia necesita ganar para absorber un daño menor, aunque le ha dado una excusa a sus enemigos para enderezar una agresión de gran alcance, que podrá crear amplios daños al país; ya hay corporaciones dispuestas a bloquear económicamente a Rusia.
La guerra es una espada de dos filos. En las Malvinas propició la caída de la dictadura militar argentina; en las dos guerras mundiales fulminó las capacidades intelectuales, científicas y económicas de Europa y Japón. Aunque las sociedades rechazan las guerras, los apetitos expansivos de los imperialismos se niegan a desaparecer.
La ONU y su consejo de seguridad son disfuncionales para la armonía y la paz mundial; hay organismos de la ONU que se han convertido en refugio de países con gobiernos racistas y violadores de derechos humanos; y en el colmo del absurdo, Rusia vetó una resolución en su contra.
Esta guerra ha registrado la intervención de hackers que agredieron a Rusia y oligarcas que ponen su estructura de internet al servicio de Ucrania.
La propaganda juega un papel central en la guerra, pues ahora presenta a Putin como psicópata y a Zelensky como héroe popular; pero ahora la información y la desinformación tiene alcance global de forma acelerada y propicia protestas globales, que tal vez tengan más influencia simbólica que impacto real, como sucedió en la guerra de Iraq. Por desgracia, no hay lugar para el optimismo, pues los líderes mundiales tienen al mundo bajo peligro de destrucción masiva.