GOMEZ12102020

HABLANDO DE LIBROS CON
Luis Eduardo García

Eligio Coronado

¿Qué libros has publicado?
He autopublicado 22 libros entre novelas, libros de cuentos, uno de nanocuentos, y varios libros que tratan de redes, de jóvenes, de mujeres y de finanzas para jóvenes.

¿De qué tratan tus libros?
Mis novelas y demás, tratan sobre el futuro, tanto en lo lírico como en lo práctico; tratan de advertencias, tratan de reflexiones; claro, de pronto con aventuras o con melancolía, o con esperanza o con venganza. Uno es rencoroso y puede darse el lujo literal de usar la literatura como muestra de desfogue o desboque, o desbloque o desastre.

Mis dos novelas específicamente son sobre temas del futuro: una, «Technotitlan Año Cero» es histórica-futura-especulativa: sucedía en el entonces lejano año de 2018 y la otra, «Sangre de Neón» es de tiempos similares, pero ahora yo ya más sabio, no le puse fecha y es de tema de un viaje de redención con tintes electromágicos. Mis cuentos son ciencia ficción, realismo, derivaciones, colateralidades, posibilidades.

¿Cómo surge la idea de escribirlos?
Necesidades de las voces que uno ha guardado. Cada nota escuchada, leída, registrada de la vida genera en mí una respuesta; cuando ésta es concreta seguimos adelante, cuando genera inquietudes y curiosidades genera una posibilidad de historia; uno ve los alcances si es una historia o son varias, o es algo más bien de un lugar con carisma o de un personaje con magnetismo, o un tiempo-lugar que de posibilidades narrativas estimulantes.

Las que no son desechadas se guardan y germinan y exigen salir pronto... porque otras requieren entrar. Y hay que procesarlas. Uno escribe porque uno tiene que procesar las voces. Y es un vocerío de pronto. Evitar que todo eso me abrume.

¿Cuáles eran tus objetivos al publicarlos?
Que la gente sepa de mi expresión, porque pienso que podría entretenerlos o hacerlos pensar o en algunos casos escuchar la frase mágica: “Eso no lo había visto así”, o la otra frase de maravilla: “Me encantó lo que escribiste”, variación de la de “Me asusté con lo que escribiste”. Creo que hay un ego grandísimo en escribir y es una de las razones, una, ¿ok?, para hacerlo lo mejor posible.

Los escritores somos como encantadores de serpientes, las palabras son las serpientes y queremos encantar al mismo tiempo a un público con nuestras palabras-serpientes. Al final los encantados debemos ser también nosotros. Eso quisiéramos. Todo debe apuntar a un gran encantamiento colectivo-cósmico-personal.

¿Se cumplieron los objetivos?
Se han cumplido varios, excepto la difusión, esperando, claro, que la difusión lleve a la lectura. Publiqué antes de las redes y tuve más éxito que ahora con las redes. Increíble que con menos posibilidades de que más gente me escuchara por entonces, más gente me leía.
Creo que ahora el tema es que hay mucha oferta y los que compran la oferta no saben de todas las opciones de tanto qué elegir, es como un menú de un restaurante con 10 mil platillos.

Somos parte de la República de las Letras en las que hay más productores que consumidores. Triste caso, pero eso qué, la producción se sigue dando. Esa no se para ni se detiene por falta de consumidores.

Al final la esencia creadora-creativa-productora no está consciente de que la esencia-compradora-estimuladora no se da simétrica. La esencia sigue exigiendo escribir. Hay algo de amargue, pero no impide seguir buscando ser mejor escritor. Divertirse haciendo. Seguir silbando como enanito de Blancanieves mientras vamos hacia el olvido. O tal vez no al olvido.

Las obras se quedan ahí. Quizá escribimos para el futuro. O para nosotros mismos, total. Escribimos, escribamos, escribiremos. Sin objetivos. Sólo escribamos.

¿Cómo escogiste los títulos?
Uf, eso es de lo más difícil. A veces salen solos, a veces dejas el inicial, el provisional y de tanto que haces mil cosas, no pones atención y se queda el mismo provisional. El otro problema es que uno es que cree que piensa que en la mente de la gente hay más familiaridad con las cebras que con los caballos porque tú piensas así: eres cebrófilo de vocación y le rebuscas y pones a tu novela “Pasión de Cebras”, cuando debiste haberle puesto “Potros de la Pasión”. La gente no se encanta con las cebras, y los potros, pues… quizá es más agradable. Pero ahí estás de terco con tus cebras... Creo que debo leer más a Shakespeare y buscar algo mágico de por ahí de la literatura con tantos diálogos poderosos: “La Bestia de Dos Cabezas”, de Otelo; o “El Tiempo Que Me Pierde”, de Ricardo II.

¿Qué fue lo más importante de publicarlos?
Eso, publicarlos, que salieran, que alguien los leyera, que pasen 20 años y te diga alguien: “Hey, yo compré tu libro! ¡Me gustó mucho!” Lo malo es que estás solo y se te olvidan las cosas y no los promocionas. Un desperdicio no promocionarlo y tengo 13 en Amazon. ¿Tú lo sabías? ¿Ves? No los he promocionado nada.

¿Qué sentiste al tenerlos en tus manos por primera vez?
Mágico, maravilla, no lo puedes creer, eso de que pasaron tantos años, días, meses desde la idea y la hoja en blanco, uf, fascinante. Una maravilla.

Será porque con el primero fui a través del infierno por él a rescatarlo y lo logré con mucho en contra, la novatez, sobre todo. Pero esa es otra historia que puede ser contada en otra ocasión...

¿Cómo los promocionaste?
De boca en boca, algo de periódicos, cosas así, era sin redes. Ahora como comento es más complicado, pero algo se da. Debemos buscar en nuestros grupos a personas que les guste leer, que nos den la oportunidad. O es en giras, cursos, pláticas, conferencias, o en YouTube o en Facebook. Pero se necesita tiempo, habilidades, enfoque, recursos. Y a veces no se tienen las cuatro juntas. Ni siquiera tres.

La primera la publiqué en internet, 1998, luego en CD-Book, 2001. Hice separadores de página.

E incluso puse más de 15 de mis historias, la mitad o así, en un grupo de Facebook, gratuitas, casi abierto al público, sólo que se unieran, y yo les daba la entrada, para que pudieran ser leídas y que opinaran. No me preocupa que me copien o que lean sin pagar.

Es mejor ser “escritor vivo, pobre, leído”, que “escritor muerto, igual de pobre, jamás leído”. Se aplican restricciones.

¿Qué repercusión tuvieron?
Con la primera novela con el tiempo, doce años después de publicada, 2011, me dijeron en un evento de ciencia ficción, después de contar mu historia al público, que yo o mi concepto de autopublicar era una leyenda urbana, porque los publiqué en la red primero en el año de 1998, antes que Stephen King y su experimento de La Planta que fue en el 2000, y me usaban de ejemplo: "Aquel bato que usó Internet", para que la gente subiera a internet sus obras.

Eso ayudó a reforzar la idea de que se podía publicar por tu cuenta, buscando tu camino fuera de lo tradicional de esos tiempos. Creo que con los siguientes años, la gente se fue dando cuenta que autopublicar era una opción válida y respetable.

Eso me dio sustento para vender, eso me dio sustento para ir a varias partes, eso me dio sustento para reunirnos varios y formar a Escritores Independientes Capítulo Monterrey y eso dio sustento para que entre todos hiciéramos ruido en las Ferias de Monterrey y en la UANLEER... Eso, entre todos, se han hecho grandes cosas.

¿Anécdotas, experiencias, satisfacciones vividas con tus libros?
El de «Nuestras Guerras Secretas» lo empecé, primeras palabras escritas a mano en bloque de hojas amarillas, un día de agosto de 2002, en 40 días ya estaba impreso.

Haber ido por mi proyecto de «Sagas Regias» en las que hice como unas 10 historias sobre Monterrey en todos sus aspectos futuristas, alternativos, colaterales, derivativos y en una de ellas, Monterrey en la Era de la Plaga, predije una pandemia neumónica que mataba a 200,000 personas, la ciudad abandonada y los sobrevivientes tratando de defender lo que quedó de ella de intereses siniestros. Bueno, la escribí en 2016 y durante la pandemia en sus comienzos, marzo 2020, se miró profética en varias páginas. Lo bueno es que la realidad no fue tan mortal.

En «Technotitlan Año Cero» predije ciertas tecnologías que con los años se fueron dando: por decir, el exceso de cámaras fotográficas por todas partes, cada persona, una versión de la realidad, o las canciones de tu preferencia en cubos negros de estado sólido, o temas de realidad virtual y realidad aumentada con fines de investigación, simulación de la realidad (me acusaron de broma que si había visto MATRIX por cierta parte de la novela, pero MATRIX salió seis meses después de que había registrado mi historia), temas de ingeniería social con recursos discrecionales a poblaciones con fines de fríos experimentos, finalizando con un análisis de una gerontocracia en la que México es gobernado por los resentidos del 68... Mi novela sucede en 2018, checa las edades de algunos secretarios de gabinete... hoy mismo y recordar que esa novela se escribió entre 1993 y 1997.

Haber sido elegida una de mis historias, «Mujer de ojos acerados», como parte de una antología de ciencia ficción y horror hispana en 2014.

Hay varias por ahí. Divertidas y entrañables.

A la distancia, ¿cómo los juzgas?
Soñadores, interesantes. Uno escribe lo que uno quiere leer, dicen, suscribo eso. Confieso que me gusta leer los más viejos, porque me descubro hace 20-25 años: Idealista, alucinado, serio, conectado a realidades que ya no existen.

Me agradan, cada uno de ellos tuvo su esfuerzo, su dificultad, sobre todo, su diversión, conversión, perversión y subversión. Excelentes experiencias. Para mí, obvio, sobre todo en los procesos de creación. Y en los de retoque. Y en los de parcheo. Y en los de ingeniería en reversa. En todos, pues.

¿Cómo recomendarías tus libros?
Son libros que proponen ideas que buscan cerebros para producir más ideas en los cuales anidarse. Historias diversas y dispersas en el tiempo. Buscamos las monedas de cobre que dicen los vagabundos de Bagdad del siglo diez que piden por contar historias en la calle, porque al menos estamos seguros de que esas historias al menos valen monedas de cobre, o más allá.

No es falsa modestia, uno nunca sabe. Sólo que bueno, se ve mal eso de halago en boca de uno es vituperio. Pero sí he leído a ciertos escritores mexicanos que están en el cielo y, pues, me reservo mis comentarios regidos por el Signo de la Duda.

Por lo que me han dicho mis lectores y mis lectores piloto, son buenas historias, puntos de vista originales. Algunos se han estremecido, otras han llorado. Wow. Te quedas, así, wow.

¿Qué aconsejarías a los autores que quieren publicar un libro y no saben cómo?
Que tengan paciencia, que busquen grupos donde el empirismo da resultados y la verdad y las buenas prácticas asoman, que si eso es lo que desean que me busquen a mí. Que se empeñen en ser mejores. Que lean mucho. Que sean autocríticos grado Triple A.

¿Tienes otros libros en el tintero?
Estoy con una novela a medias que lleva varios años, una novela corta a tres cuartos que por temas de trabajo no he redondeado y... Todos los días, analizo en mi Facebook un libro llamado «The Daily Stoic», frases diarias de filósofos romanos, griegos de hace 2 mil años, y le agrego un escrito mío de 600-800 palabras diarias de ensayo, pensamiento, interpretaciones, delirios, desvaríos, oscuridades y contrastes, es un esfuerzo que será anual, día a día; ya llevo casi 6 meses, como 180 días sin pausa, por lo mismo casi llevo también, a fecha de hoy las 100 mil palabras. Y así para el otro semestre me faltarán otras 100 mil palabras más. ¿Eso cuenta como un libro?
Por otra parte estoy comenzando un libro de poesía denso y profundo lleno de... pensares y cantares deslizándose hacia manantiales y arroyos de gotas danzarinas cruzando jardines de deseos oscuros y maravillosos, creo, supongo, espero, intento.