Austin.- Para muchos las elecciones son un referéndum del gobierno o un reemplazo de políticos, o bien, ambos, referéndum y reemplazo de políticos; esa es la visión de elecciones como premio o un castigo. Simplistamente, la sociedad apoya o repudia al gobierno, porque no hay apoyo o rechazo total excepto para algunos radicales, mientras que a la vez se levantan viejos o nuevos liderazgos que confrontan a los existentes. O desde la política algunos de los rechazados intentan volver.
En las elecciones la sociedad reacciona en parte frente al cambio, ya sea la intención propuesta o lo realizado, de ahí que el resultado sea importante, porque puede implicar rechazo al cambio, o refuerzo a lo que ha cambiado o se ha prometido cambiar.
Frente a las próximas elecciones hay quién intenta convertirlas en un referéndum contra AMLO, con la propuesta de que hay que bloquearlo aunque no falta quién quiera sacarlo, o sea usar la democracia para ser anti democrático; otros quieren usar la elección para consolidar a la 4T, una buena cantidad, como siempre, se abstendrá de opinar.
Conviene entonces pensar en qué cambió AMLO.
Algunos sostienen que nada, que este gobierno es exactamente igual a los demás, especialmente en la corrupción. Aseveración difícil de aceptar considerando el saqueo del gobierno de Peña, que pensabamos que a nadie se le podía haber ocurrido, pero las opiniones no siempre requieren pruebas.
Hay quién piensa que el gobierno cambió algo, aunque ese algo no se vea claramente o no se quiera aceptar, lo que también es una opción política.
Otros piensan que AMLO cambió todo y piensan que hay que consolidar esa que es la 4 transformación, aunque confían en que los conducirán hacia un país mejor.
Ese es el problema y virtud de la política, se basa mucho en la creencia y en parte en la percepción.
Fuera de los que buscan la elección para enfrentar a AMLO, los demás votarán con un cierto grado de rechazo, de aprobación y la mayoría con el deseo de no volver atrás.
La oposición busca un antídoto anti Amlo, esta postura parte de una visión personalista y caudillesca de la política, cree a juntillas en la lucha entre titanes y no en la democracia, por eso ha tenido poco éxito.
Encontramos en las oposiciones el reclamo para volver a los vicios del pasado pero no una formulación racional en contra de las políticas establecidas o una formulación de políticas alternativas para el país, lo que domina es el odio personalizado.
Un ejemplo rotundo es el bulo reciente del aneurisma cerebral con un presidente enfermo de covid, que hasta se ve mejor ahora con el descanso. La versión dijo que fue ingresado al hospital militar con un aneurisma cerebral y a las pocas horas enviado a descansar a su casa y ser atendido en una clínica en Los Pinos. Mucha gente no se dio cuenta de las incongruencias y de la mentira disfrazada de terminajos médicos mal utilizados, la intención era alimentar el odio y tratar de debilitar al presidente. Esos mismos son los que quieren ponerle un contrapeso en el congreso.
Por otra parte tenemos los dolores del parto de MORENA, porque una cosa es acomodarse estando en el poder y otra muy distinta luchar para conquistarlo, por supuesto que hay muchos jinetes oportunistas que saben montarse en el proyecto en momentos clave pero no son los constructores que requiere una opción política que propicie un cambio.
En la actual selección para candidatos de Morena se mueven viejos políticos de izquierda que quieren influir, muchos de ellos son de una calidad irrebatible, hay otros jóvenes que quieren crear carreras, algunos talentosos y otros de dudosa lealtad política y muchos jóvenes y viejos que se mueven por la vieja idea monetaria de la política, o sea, vivir de la política, Weber dixit.
Para la nueva elección, para la 4T y especialmente para la democracia mexicana hay un reto estructural: el refuerzo del federalismo; que la política deje de manejarse con una visión centralista y centralizada y propiciar que se consoliden liderazgos locales, pujar porque la política se vuelva local respondiendo a lógicas y necesidades locales.
El otro paso ideal para el futuro político de México es reideologizar la política, que se consoliden las fuerzas ideológicas y que la sociedad cuente con opciones de visión de mundo y de vida, de modelos de país y de gobierno, para que se pueda escoger la que vaya más acorde a las aspiraciones personales. Este es el antídoto contra las guerras sucias y la anti democracia facciosa.