Pachuca.- No cabe duda que estamos ante un escenario político con muchas novedades y sorpresas derivado del registro de candidatos y campañas para la renovación de autoridades el 2 de junio de 2024, como parte de una recomposición de fuerzas en el nivel nacional. Sin embargo, no todo es “miel sobre hojuelas”. Por el contrario, se observan viejas prácticas, inclusive de carácter institucional, y de representantes de la vieja escuela política forjada y patentada a la hidalguense: Todo se puede, inclusive atropellando la ley.
En Hidalgo no cantamos mal las rancheras. Prevalecen prácticas que pensamos que se irían erradicando, en la medida de que se van fortaleciendo las instituciones electorales, sobre todo que la sociedad y los ciudadanos estamos mayormente informados del acontecer cotidiano, y de que los partidos deberían cumplir la ley, cuestión que no ocurre y se continúa independiente de partido o color.
Me llamó la atención una diputada local del estado de Morelos, cuya noticia se difundió en la entidad, que se quiere reelegir como diputada local a toda costa por cuarta ocasión. Tania Valentina Rodríguez Ruiz, quien ha sido diputada local del Partido del Trabajo (PT) desde 2015, nunca ha hecho campaña electoral, en tres ocasiones anteriores ha sido electa por representación proporcional. Y en esta ocasión quiere ser candidata por la vía de “origen afro descendiente”, acción afirmativa para las personas con tez muy obscura o de origen africano, que no cumple a ojos vistas.
Lo cual implica una vil suplantación en contra de la población con esos rasgos y características de identidad y representación social. Irregularidades como la anterior las hemos tenido en Hidalgo, en el pasado y en la actualidad. Recuerdo a vuelo de pájaro, cuando el líder petrolero Carlos Romero Deschamps, en el esplendor de la hegemonía tricolor, siendo originario de Tamaulipas, en 1994 se convirtió en Senador por Hidalgo, atropellando todas las normas de representación.
Pero lo que supera todo lo anterior, es pretender suplantar a personas que por décadas carecieron de una correcta representación en los órganos legislativos, como es el caso de las personas de los pueblos indígenas, personas con discapacidad, de la juventud, y la población LGBTIQ. El órgano electoral, IEEH, si bien ha marcado pautas para que los partidos cumplan acciones afirmativas, los políticos han salido con su gracia que se convierte en comicidad y disimulo.
El acontecimiento más reciente es del líder del PAN, quien condujo la negociación de candidaturas con el PRI, Asael Hernández Cerón, se quedó con la candidatura de representación proporcional dedicada a persona de pueblo indígena. Y que sin ser de ningún pueblo originario, puesto que nació en un municipio no indígena, y tampoco ha hablado nunca en lengua originaria hñahñu que pretende suplantar. Es decir, simplemente por el oportunismo de aprovechar su posición y sin hacer ninguna consulta a las comunidades indígenas, colonizó el espacio de un sector significativo de Hidalgo.
El caso es que el Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó su solicitud de registro, cuando inclusive los correligionarios aceptaron que Asael Hernández no es de ningún pueblo originario, y por el contrario se ostenta como todo lo contrario, sobre todo cuando sale en revistas de vanidades. Nada que ver con los cientos de miles indígenas que viven en las regiones del Valle del Mezquital, Tepehua y Huasteca hidalguense. En el mismo caso se encuentra Morena y su coalición con Yamilet Salomón, en Ixmiquilpan.
Es de recordar un vergonzoso precedente inmediato anterior. En las elecciones de diputados para el Congreso Local de 2021, hubo que personajes pretendieron obtener la candidatura como persona con discapacidad: Francisco Javier Berganza, alias El Cantante, por Morena, caracterizado por ser uno de los más representativos de los “chapulines”, que saltan de un partido, son chaqueteros, cambian de camiseta como si fueran calcetines y los partidos e instituciones lo permiten.
Ya esto es repetitivo en Hidalgo. Como bien lo dijo el joven filósofo alemán: “la historia suele presentarse una vez como tragedia y otra como farsa”. Mientras haya “instituciones” y políticos que atropellen la ley, y ciudadanía que lo permita, esto continuará.