Había una mujer en Alejandría que se llamaba Hipatia, hija del filósofo Teón, que logró tales alcances en literatura y ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo.
Sócrates Escolástico
Monterrey.- El pensamiento científico de la antigüedad griega logra su culminación con la fundación de una gran biblioteca en Alejandría allá por el siglo III a. C.
La biblioteca de Alejandría, además poseer un rico acervo, era un centro de investigación. Se cuenta que toda embarcación que llegaba a Alejandría era registrada y si entre sus bienes existían libros, estos eran confiscados, regresando una copia al barco mientras que el original pasaba a formar parte del acervo de la biblioteca.
Algunos de los genios de Alejandría fueron los siguientes: Arquímedes, el más notable científico y matemático de la antigüedad; Euclides, autor del tratado de geometría que recoge todo el pensamiento matemático de Grecia; Aristarco de Samos, quien propuso por primera vez el sistema heliocéntrico, muchos siglos antes que Nicolás Copérnico; Eratóstenes, el primer investigador que midió la circunferencia terrestre; Apolonio de Pérgamo, matemático seguidor de la Escuela de Euclides; Herón, precursor de la máquina de vapor; Herdófilo de Calcedonia, médico que descubrió la circulación de la sangre y el papel del corazón; Hipatia, la última y la única científica del mundo antiguo.
L. a biblioteca de Alejandría se convirtió en guardiana de la cultura greco-romana del siglo III a. C., al V d. C., sin embargo, a finales del siglo IV, esta cultura ya no era bien vista por el pensamiento religioso cristiano. Después de la proclamación del cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano, la seguridad de los santuarios griegos comenzó a ser amenazada. Los dirigentes cristianos odiaban la biblioteca porque ésta era, a sus ojos, “la ciudadela de la incredulidad”, el último reducto de las ciencias paganas. La situación se tornó crítica durante el reinado del emperador romano Teodosio I.
En este ambiente retrógrada, Cirilo, paradójicamente nombrado “San Cirilo”, obispo de Alejandría a inicios del Siglo V d.C., encabezó la destrucción y saqueo de la biblioteca.
Durante el ignominioso y bárbaro incendio de la biblioteca de Alejandría, cobra relevancia el acto heroico de su bibliotecaria, la bella físico-matemática: Hipatia, la primera y más grande científica de la historia, quien prefirió ser quemada y humillada por una turba de fanáticos, antes que abandonar sus libros.
Con el incendio de Alejandría termina el pensamiento racional. La ciencia solo volvería a resurgir en todo su esplendor un milenio después con el Renacimiento.