Monterrey.- Han comenzado a fluir las vacunas. A cuentagotas. Espaciadas. Con rigurosa visión de las autoridades militares. Aun así, algunos se colaron. Recibieron la primera dosis.
Algunos de ellos, carentes de empatía social.
Para las escuelas públicas y particulares, se encuentra lejana la posibilidad de recibir las dosis.
Los maestros hacen sus labores desde el hogar. Salvar el proceso educativo. De un año en reclusión involuntaria.
Quienes se preocupan del negocio, los dueños de las instituciones particulares, insisten en la reapertura. Con protocolos de sanidad estrictos. Sus instalaciones lucen abandonadas. Sin mantenimiento o cuidados en las áreas comunes.
Nos preocupa a los padres la posibilidad real de una tercera ola en la pandemia.
La proximidad de la semana mayor es una aduana peligrosa.
Cuando a la baja se han ido la cantidad de internados graves. Las zonas de vacacionar, esa industria mundial en declive, necesita del flujo financiero de los paseantes.
Jugar a la ruleta rusa de contagios, de relajar las medidas de confinamiento, por unos cuantos pesos, es una hipótesis suicida.
Las escuelas, con los alumnos, maestros y personal administrativo, deben esperar al siguiente ciclo escolar.
Ya implementado el plan nacional de vacunación en todos los niveles.
Solo así se demorará la cuarta ola y su siguiente variación genética.