Tal vez esta desigualdad explique en parte que la funcionaria prefiera perder 200 millones de dólares semanales, antes que ceder ante las demandas de aumento de salario o prestaciones de jubilación de sus trabajadores. A los obreros les ofrece 20% de aumento, mientras que ella ha recibido 34% de aumento en los últimos 4 años. El costo potencial para las tres armadoras era de 5,000 millones de dólares; dos de ellas ya lograron acuerdos con el sindicato.
Acaso la presidenta del gigante automotriz simplemente se rehúsa a que se rebaje la gran desigualdad salarial, o en su mente está el rechazo a los sindicatos que recorre la mente de muchos ejecutivos estadounidenses, que creen que cualquier organización obrera es señal de comunismo.
El primer domingo de septiembre se celebra el día del trabajo en Estados Unidos; usualmente los sindicatos organizan días de campo o carnes asadas, es para ellos un momento de socialización y convivencia. No hay marchas ni manifestaciones. Estados Unidos separó la celebración del día del trabajo del resto del mundo, para quitarle a la fecha la ocasión de ser el recuerdo de la masacre ante la lucha obrera (mártires de Chicago); en ese país se trabaja duro y con tesón en la lucha contra la ideología, para que se preserve la ideología. Este galimatías quiere decir que todo aquello que huela a progresista es ideología, y por lo tanto hay que luchar contra ella, mientras que el conservadurismo no es nada y debe preservarse. Mucho se ha escrito sobre el fin de la ideología, o el fin de la historia, que son sinónimos, así que no insistiré, aunque en nombre de esta lucha se derroca gobiernos, se promueve golpes de Estado y se masacra a la parte de la sociedad que lucha por sus derechos.
En el estudio que hice sobre la industria maquiladora en México, encontré que muchas empresas llegaban con la demanda de no tener sindicato. El líder sindical en Ciudad Juárez, muy pragmático y acomedido me dijo que ellos aceptaban las empresas que no quisieran sindicato y las que lo quisieran eran bienvenidas; a ellos a final de cuentas lo único que les interesaba eran las cuotas.
La postura anti sindical recorre Estados Unidos; empresas como Amazon o Starbucks no escatiman esfuerzos para cerrarle la puerta a los sindicatos.
El grupo Monterrey generalizó la formación y mantenimiento de sindicatos blancos, o sindicatos de empresa; o sea, controlados por la patronal. Ese modelo se basaba en el principio de no tener que tratar con todos y cada uno de los empleados, cuestión problemática con empresas con cientos o miles de obreros, y preferían una sola voz para negociar y cuánto mejor si ésta estaba comprada.
La CTM, aliada incondicional del PRI, entendió que había un negocio de por medio. Un alto ejecutivo de una empresa en Toluca me dijo que el líder local de la CTM vendía el contrato colectivo y cada año cobraba su iguala para que hubiera armonía.
El líder del sindicato de PEMEX elevó la corrupción a niveles inusitados y hasta fue parte de un donativo de más de 1,000 millones de pesos para la candidatura presidencial del PRI.
Mientras esta corrupción sindical se generalizaba para oprimir a los obreros e imponerles un congelamiento salarial real para que el salario fuera competitivo a nivel mundial y se pudiera atraer inversiones, había islas de rebelión y constante organización sindical, en unos casos más exitosos que en otros; una parte hoy cobra la cuota con un puesto en el gabinete de López Obrador.
Uno pensaría que en el mundo de los negocios todo es racional, que para cada decisión se hace un cálculo de costo-beneficio; entonces no queda claro para qué asumir grandes pérdidas en las huelgas cuando estas finalmente se presentan, lo que en Estados Unidos no es frecuente. Y es el cálculo político que busca derrotar a los obreros para tratar de imponerles condiciones de trabajo desventajosas.
Muchas empresas se van a otros países, donde se evaden las leyes de protección laboral, ya sea largas jornadas de trabajo o hasta trabajo infantil; pero no es para beneficiar al consumidor final, sino a los grandes ejecutivos, como la presidenta de GM.
La presidenta de GM justifica su mega salario porque la empresa funciona bien, pero lo hace justamente por los obreros a los que quiere seguir oprimiendo.
La clase obrera está despertando, aunque se usen eufemismos para denominarlos (operarios, asesores, o cualquier denominación ideológica); los sindicatos en Estados Unidos se movilizan y logran victorias inéditas. Llegó la hora de empezar a igualar.