GOMEZ12102020

III ENCUENTRO DE REFLEXIÓN RAÚL RAMOS ZAVALA
La ideología, la situación concreta y el destino
Ismael Díaz Coutiño

Culiacán.- Nombre: Ismael Díaz Coutiño Organización: Brigada Revolucionaria Lacandones. Fecha de nacimiento: 25 de noviembre del 1951. Lugar de origen: Col. Vega del Paso, Municipio de Venustiano Carranza, Chiapas.

Situación antes de Culiacán
Soy originario de la comunidad indígena tzotzil de Venustiano Carranza. Como toda familia de campesinos pobres, desde los 5 años de edad acompañábamos a nuestros tíos –ya que mi padre fue maestro rural– a trabajar la tierra de 6 am a 3 pm. A pesar de nuestra edad, teníamos tareas muy concretas: que en la cocina nunca faltara la leña, cuidar las vacas, los burritos y caballos, ayudar en el corte de madera para los corrales y la casa, pizca de maíz, recolección de calabazas y corte de pastura; y desde que teníamos uso de razón, siempre sabíamos de los conflictos entre gente de nuestra comunidad contra los terratenientes, que se apoderaban poco a poco de las tierras de la comunidad.

Mi padre, maestro rural de la única escuela primaria del pueblo, comunista de vieja cepa, recibía y nosotros leíamos las revistas Sputnik, China Reconstruye y Bohemia; además de ser maestro también asesoraba, basado en la ley agraria, a la comunidad indígena tzotzil, para recuperar las tierras comunales que poco a poco nos arrebataban los ganaderos de la región. Y por esa razón fue asesinado el 27 de abril del año 1971. Él fue el tercero de una larga cadena de asesinatos.

En 1970 me inscribí en la Escuela de Física y Matemáticas del IPN en la unidad Zacatenco; y en la fecha que asesinan a mi padre estaba en el tercer semestre.

Pero estar año y medio en el IPN de aquellos años era quizás 50 de ahora. El Comité de Lucha de la Escuela era muy activo. No solo estudiábamos. También había que participar en las marchas, los brigadeos a las zonas fabriles y participar en las asambleas de la ESFM y asambleas de otras escuelas.

Luis Echeverría, que en ese tiempo empezaba su campaña, quiso visitar la Unidad Zacatenco. Allí conocí el desprecio que los estudiantes sentían por él; vi masivas asambleas de estudiantes, hombres y mujeres escupiendo verbalmente su desprecio hacia LEA; participé en marchas de apoyo a la huelga de obreros. Ahí escuché por primera vez vida y obra de Fidel, El Che, de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Arturo Gámiz; en el local del Comité de Lucha se escucha las voces de Violeta Parra, Mercedes Sosa, José de Molina, con sus canciones “Del Bravo a la Patagonia” y “A parir madres latinas”, Bob Dylan, Joan Báez... y otros cuyos nombres se me escapan.

Culiacán año 72 -73
La pobreza me obligo a dejar el IPN y por mi difunto hermano Heriberto, que en ese tiempo trabajaba en un astillero de Mazatlán, supe que en la Universidad Autónoma de Sinaloa había apoyo a los estudiantes de escasos recursos.

Mi hermano Reinol y yo llegamos a Culiacán a finales del año 1971. No conocíamos a nadie. La única referencia era mi futura cuñada América Ibarra, hija de la profesora Victoria Cervantes, venerable maestra de la Preparatoria Central, que nos dio cobijo y a través de ella otras personas generosas nos dieron el apoyo para sobrevivir.

Me inscribí en la Escuela de Ingeniería, que en aquellos años estaba frente al estadio, hoy llamado de los Tomateros. Fue el finado Odín Ibarra, hijo de la profesora Victoria, quien nos presentó con el finado Chichí Melendres. A través de ellos ingresamos a la Casa del Estudiante Rafael Buelna Tenorio.

Cuando llegué a la Casa del Estudiante encontré una vorágine de actividades. Me asignaron un cuarto donde había dos literas metálicas, con 3 camas desnudas; y en una de ellas estaba un compañero de apellido Verdugo, que le gustaba hacer pesas y presumía su abdomen y musculatura; en el patio, jóvenes escuálidos y desarrapados que, entre silbidos, gritos, bromas después de realizar las tareas asignadas, entre cantos escondíamos el hambre; hasta que nos ganaba el sueño por la noche. Recuerdo que siempre teníamos hambre.

Pero había disciplina y siempre estaba un tipo flaco –nuestro buen Camilo Valenzuela– que nos arengaba y levantaba el ánimo con discursos incendiarios y convocaba a los estudiantes a participar en la lucha contra el rector, representante de la burguesía en la UAS. Convocaba a formar parte de la brigada para volantear y visitar las escuelas. Brigadas para antes del amanecer, para ir a pedir cualquier cosa que se comiera a los comerciantes del mercado Garmendia.

Armados con javas y cajas de cartón recorríamos los pasillos recogiendo el apoyo de aquellos hombres y mujeres que se solidarizaban con nosotros; y gracias a la generosidad de eesas personas, las cajas regresaban llenas de fruta, verduras, huevos y algunas raciones de chilorio, insumos que nos alegraban las mañanas.

Empieza la huelga y tomamos las escuelas. La prensa local, los grupos de golpeadores al servicio de la rectoría y la policía, cada vez persigue y golpea a los estudiantes. Se acuerda tomar el Edificio Central, pese a que la policía trata de evitarlo. Se realiza el Congreso de la FEUS. Brigadas a Mazatlán, Los Mochis y la lucha se radicaliza. Conocí a muchos de los compañeros desaparecidos y a otros que, como yo, quedamos vivos... que creíamos que era tiempo de encender la pradera. La revista “Por qué?” difunde la guerrilla de Lucio y Genaro. Desde Chiapas, mis familiares describen por teléfono, la triste realidad de mi comunidad y el caciquismo; supimos que en Culiacán era fácil conseguir las armas y trasladarlas. Bueno... lo demás es historia.

A lo largo de 50 años y muchas lecturas he reflexionado y comparto dos: Reflexión 1: Improvisación, emotividad y romanticismo. Sin estructura organizada, objetivos, programa, plan, línea de mando, ignorantes de lo básico del trabajo clandestino, etcétera. Todo el esfuerzo fue improductivo, arriesgado, de alto costo económico y en vidas humanas.

Reflexión 2: Con un partido Revolucionario que nos hubiera orientado, capacitado y apoyado, ese espíritu de sacrificio de miles de jóvenes que dimos parte, o la vida completa, y soportamos tortura, cárcel, persecución y que no andábamos en busca de un hueso, el resultado fuera otro México mucho mejor que el de hoy.

* Culiacán, Sinaloa, 18 de junio de 2022.