GOMEZ12102020

III ENCUENTRO DE REFLEXIÓN RAÚL RAMOS ZAVALA
Un combate con la historia
Jesús Antonio Valenzuela Valdés (Simón)

Culiacán.- En la primavera de 1972, durante una noche del mes de mayo, dos jóvenes preparatorianos esperaban ansiosamente el tren carguero en la Estación del Ferrocarril de Navojoa, Sonora, con la intención de abordarlo para dirigirse hacia la Ciudad de Culiacán, Sinaloa, sin ningún equipaje, más que el que representaban sus juveniles sueños de libertad y de un mundo mejor.

Al filo de la medianoche, junto con mi amigo Héctor, veíamos con azoro cómo algunas personas se posicionaban a lo largo de la vía, con cuerdas y cartones en sus manos; era la señal inequívoca de que el “Burro” ya se encontraba muy próximo a la estación y había que estar listo para treparlo en pleno movimiento, que aunque con velocidad disminuida, no dejaba de ser un verdadero desafío.

Una vez arriba, sobre el techo de un carro del ferrocarril, entendimos el porqué de las cuerdas y los cartones; pero ya era demasiado tarde y así en esas circunstancias nuestro viaje se convertiría en una franca odisea. El instinto de supervivencia nos obligó a engancharnos con nuestros cinturones de los andamios que tenían los carros a lo largo de sus techos y así de esa manera logramos mantenernos sujetos durante toda la noche, hasta el amanecer del día siguiente, en la Estación de San Blas, Sinaloa. En este lugar, el tren hizo una breve parada y entonces decidimos aprovechar para cambiarnos al interior de una góndola, que todavía conservaba los residuos de cal de algún cargamento previo, lo que se convirtió en una verdadera tortura para nuestros ojos; pero ya no había vuelta para atrás.

Llegamos a Culiacán cerca del mediodía, hambrientos y sedientos, pero al mismo tiempo con una sensación de orgullo por haber cumplido nuestra hazaña. Así, de esta manera empezaría mi encuentro con la historia y también, por qué no decirlo, con mi propio destino.

En Culiacán se encontraban estudiando en la UAS varios amigos y paisanos nuestros, originarios de Villa Juárez, Sonora, y con quienes nos reencontraríamos en este primer viaje. Así llegamos a la Casa del Estudiante Universitario “Rafael Buelna Tenorio”, donde se encontraban alojados, junto con varias decenas de estudiantes sinaloenses. Luego nos daríamos cuenta que también ahí vivían otros estudiantes sonorenses, procedentes de Obregón, Pueblo Yaqui, Quetchehueca, Empalme, y hasta uno originario de Cananea, que en los días convulsos, según rezaba la leyenda, realizaba mítines relámpagos sobre la marquesina de un cine cercano a la casa y luego desaparecía por las azoteas del vecindario.

Por esas fechas, la ciudad se encontraba convulsionada por un vertiginoso movimiento estudiantil y popular que tenía como epicentro la Universidad Autónoma de Sinaloa y que recién había sufrido la dolorosa pérdida de dos jóvenes universitarios, asesinados por policías judiciales durante una jornada de lucha, el día 7 de abril de 1972. Los estudiantes en ese momento luchaban contra el autoritarismo del rector Gonzalo Armienta Calderón, por el respeto a la autonomía y por la democracia universitaria.

La lucha por democratizar las universidades y contra el autoritarismo marcó la ruta que seguiría el movimiento estudiantil, heredero de las jornadas heroicas del 68 y del 71, y cuya memoria aún seguía fresca en la conciencia de los universitarios. Sin embargo, enfrente teníamos a un poderoso enemigo que no estaba dispuesto a tolerar semejantes retos de los estudiantes universitarios, y responderían con más represión para someter a sangre y fuego dichos movimientos, como fue el caso de la UAP, la UANL, la UdG y la propia UAS.

En este contexto tuvo lugar este primer viaje exploratorio y de acercamiento con el movimiento estudiantil sinaloense. Fue un viaje breve, pero muy aleccionador y fructífero. La edad y nuestras condiciones sociales y de clase facilitaron rápidamente un proceso de identidad y también de intercambio entre los estudiantes forasteros y los locales, pues en poco tiempo los estaríamos recibiendo como visitantes distinguidos en Sonora. Aquí una mención y un recuerdo especial a la memoria de Pablo Ruiz (El San Blas), quien murió tras una discusión entre dos grupos opositores en el interior de la UAS.

Luego se sucederían nuevos viajes, e invariablemente nuestro punto de llegada seguía siendo la Casa del Estudiante Universitario “Rafael Buelna Tenorio”, que había sido creada por la FEUS desde 1968, para apoyar a los estudiantes pobres que buscaban prepararse profesionalmente en las aulas universitarias. Vale decir que quienes participamos en estos viajes expedicionarios, formábamos parte de la avanzada que impulsaría la coordinación del movimiento estudiantil en el Sur de Sonora, entre los estudiantes de la Prepa de la UNISON en Navojoa, los normalistas del Quinto, Sonora, y los estudiantes del ITSON; y que luego representaríamos un verdadero dolor de cabeza para las autoridades de nuestros centros de estudio y también gubernamentales.

Esta relación sincrética entre estudiantes del Sur de Sonora, con el Movimiento Estudiantil Sinaloense, influyó de manera determinante en la expansión de sus consignas y las ideas centrales que permearon en las diferentes etapas de su desarrollo.

Cuando en Sonora luchábamos por el co-gobierno, nuestro referente inmediato era la UAS y su nueva Ley Orgánica, aprobada en mayo de 1972, tras la caída del rector Armienta Calderón; y así, en la Preparatoria de Navojoa replicábamos por la vía de los hechos mediante una Comisión Mixta, como lo más aproximado a un Consejo Técnico facultado como la máxima autoridad en las escuelas de la UAS; y con una importante participación estudiantil y magisterial logramos establecer una especie de autogobierno en nuestro centro de estudios, obviamente al margen de la Ley Orgánica de la UNISON. Aquí es necesario reconocer la presencia importante, dentro de la plantilla de profesores, de un grupo de jóvenes con una formación muy

Sólida, egresados del IPN y de la UNAM, y que influyeron también de manera notable en nuestra formación política y social, pues varios de ellos habían vivido la experiencia del 68 y la del 10 de junio del 71. Esta plantilla de profesores se fue integrando bajo la dirección de Héctor (El Chino) Araiza, quien se refugió en la UAS, en Culiacán, después de haber sido destituido por el rector Federico Sotelo, en 1971; y también era un objetivo de nuestras visitas, por su gran conocimiento sobre el proceso de la Reforma Universitaria.

Sin embargo, la FEUS de Sonora nunca estuvo a la altura de las circunstancias y nuestros intentos por democratizar la UNISON no tuvieron la misma suerte que en el caso de la UAS, que ya estrenaban su nuevo modelo de Universidad Crítica, Democrática y Popular (UCDP). Hoy en día los rectores en la UNISON siguen siendo nombrados por una Junta de Gobierno, dominada por el empresariado local.

En 1972, el Sur de Sonora era escenario de un movimiento campesino incipiente, emprendido por solicitantes de tierras y también por la restitución de terrenos ejidales acaparadas por latifundistas locales, como fue el caso de la invasión del predio de Capetamaya (en Navojoa) y la lucha de los ejidatarios de la Colonia Unión en Huatabampo. En estos lugares iniciamos nuestra incursión en el movimiento popular, aportando solidaridad con nuestra presencia física y también alimentos y recursos que recolectábamos en la ciudad. En ambos casos siempre contamos con la participación de estudiantes de la Normal del Quinto, de la UNISON en Hermosillo, y también de algunos estudiantes que procedían de la Casa Rafael Buelna Tenorio de Culiacán, pero con familias de origen que radicaban en Villa Juárez, Sonora.

Era el momento de poner en práctica lo que habíamos visto y aprendido en nuestros tres viajes a Culiacán y que confirman que la Casa del Estudiante Rafael Buelna era una verdadera escuela de cuadros para el movimiento revolucionario que convulsionó al país durante la década de los setentas. En nuestros viajes estuvimos presentes en guardias nocturnas con los precaristas de la Colonia Hidalgo, también con los Campesinos del Ejido las Flores; y colaboramos en la distribución de un pequeño periódico que se editaba en la casa estudiantil y que tenía por nombre “Caminemos”. Además los estudiantes activos de la UAS habían sido clave para romper el cerco policiaco en contra de los campesinos del Tajito y Rancho California, que se encontraban también en lucha por la tierra durante esas fechas.

La represión ejercida por el Estado en contra del movimiento estudiantil y popular sinaloense, tras el estallamiento del movimiento camionero que paralizó Culiacán durante la primera semana del mes de octubre del 72, se convertiría en el preludio del ascenso del movimiento a una nueva etapa de su desarrollo. La detención y el encarcelamiento de algunos de sus principales dirigentes y activistas de base, llevaría a un cambio obligado en sus estrategias de participación; y bajo esas nuevas circunstancias, la FEUS y su Comisión Coordinadora pasarían a un régimen de clandestinidad para ser menos visibles ante el aparato represor del Estado.

La aparición de la CoCoClan de la FEUS representó también un cambio radical en el plano discursivo del movimiento, al generalizarse cada vez más en su interior la Tesis de la Universidad Fábrica y la sustitución de las viejas consignas universitarias por la de ¡Revolución o Muerte, Venceremos!, con la que la Comisión Coordinadora firmaría sus documentos y volantes en lo sucesivo, reivindicando la lucha por el Socialismo, y al Marxismo-Leninismo como la Teoría guía para la transformación revolucionaria de la sociedad.

Después de unos meses de agitación y propaganda, la FEUS estaría signando su adhesión a la Liga Comunista 23 de Septiembre, integrada en la Ciudad de Guadalajara durante el mes de marzo de 1973, con la participación de Francisco Rivera Carbajal (El Chicano), como su representante.
En este primer período la Liga crece exponencialmente en el escenario nacional, mediante la integración y reclutamiento de centenares de jóvenes, en su mayoría estudiantes, que como en el caso de “Los Enfermos” de Sinaloa, ya contaban con una trayectoria de lucha en contra del Estado mexicano y sus instituciones.

En Sonora, también desde finales de 1972 y el primer trimestre del 73, el movimiento estudiantil experimentaba un proceso de transición, al ir adoptando cada vez más el modelo de lucha de los estudiantes sinaloenses; y en ese sentido, reivindicábamos también la Tesis de la Universidad Fábrica y la lucha revolucionaria por el socialismo. En la práctica, los activistas de la Prepa de Navojoa nos habíamos convertido en los primeros Enfermos Sonorenses, al portar semejantes planteamientos ideológicos y políticos. En ese período, y ya constituidos en un Comité de Lucha, rompimos las cadenas del acceso principal del Campus Universitario en Hermosillo, para sustraer un autobús que retuvimos durante dos semanas en nuestro poder, para el desarrollo de nuestra actividad política en el Valle del Mayo, y en donde también se encontraban integrados algunos jóvenes profesores de la Preparatoria de la UNISON, en el Sur de Sonora.

El último viaje a Culiacán, durante esta convulsiva etapa, fue en abril de 1973; y en esa ocasión el objetivo era acompañar al camarada Alejo Quintero Lizárraga, un activo importante del movimiento sinaloense, y que sería asignado para formar parte del Primer Comité de la Liga Comunista 23 de Septiembre en el Sur de Sonora. Así fue como entre el 15 y el 22 de abril de 1973, se formalizaría nuestro ingreso a la organización político-militar más importante de México y ante la presencia de algunos de sus principales liderazgos y comisionados nacionales, como: María de la Paz Quintanilla (Raquel), Jesús Manuel Gámez Rascón (Julio), y su hermano Eleazar (Andrés); Gustavo Adolfo Hirales Morán (Fermín) y su novia “Elenita”; Alejo Quintero L. (Tomás) y otro compañero que recuerdo como “Javier”.

Nuestra primera etapa en la Liga ocurre de manera semi-clandestina, ya que todavía nos encontrábamos estudiando la preparatoria, como fue mi caso; también “El Quico”, “El Abuelo”, “El Micrófono”, “El Flaco” (que era profesor) y otros que no recuerdo sus seudónimos. Así, iniciamos nuestra etapa de preparación y estudio de los principales materiales teóricos y políticos para consolidar nuestra formación revolucionaria. En primer lugar, aparte de los textos clásicos del marxismo- leninismo, como El capital, el Manifiesto Comunista, el ¿Qué hacer?, El Estado y la Revolución y otros textos; teníamos que estudiar también materiales elaborados por nuestros propios teóricos de la organización, como eran los documentos: “El Proceso Revolucionario en México”, de Raúl Ramos Zavala; “Las Cuestiones Fundamentales del Movimiento Revolucionario”, de Ignacio Salas Obregón (Oseas); y también el texto del compañero J. Manuel Gámez Rascón (Julio): “A la luz de esta Historia de Batallas”; así como los llamados Maderas Viejos 1, 2, 3 y 3bis, todos impresos en mimeógrafo y que pasarían a formar parte de nuestro acervo bibliográfico básico.

En esta etapa de acumulación de fuerzas, al mismo tiempo que nos preparábamos ideológicamente para la lucha, nos empezamos a armar gradualmente y a recibir entrenamiento militar muy básico, a través de algún compañero más experimentado. Nuestras tareas, además del estudio, consistían en promover los aspectos centrales de nuestra lucha, a través de documentos y volantes que luego distribuíamos en lugares muy específicos en la región, como sindicatos, centros de estudio y en el sector campesino, con el propósito de identificar nuevos prospectos para la organización.

La formación del Comité Político-Militar Arturo Gámiz, en la región serrana de Álamos y El Quiriego, fue un acontecimiento que incrementó la presión intrínseca para la LC23S, al demandar una mayor atención para establecer una línea segura de suministros que garantizara la supervivencia operativa del Comité Político-Militar en la sierra sonorense. Errores de estrategia y la respuesta militar del Estado Mexicano provocaron el desgaste prematuro de las fuerzas que integraban el Comando Central en la región, hasta llevarlo a su disolución en poco tiempo. Este es un tema que aún sigue pendiente para el análisis de los más entendidos y conocedores del asunto.

En el verano del 73, la Liga seguía creciendo y por todos lados brotaban como hongos nuevos activistas para incorporarse a la lucha por la emancipación del proletariado y el socialismo. La incorporación de José de Jesús Corral García, (Germán o El Físico), profesor de la Prepa de Navojoa y hermano de Salvador y Luis Miguel, también activos importantes dentro de la organización, fortaleciendo el trabajo de la 23 en la región del sur de Sonora. En ese mismo período se incorpora también el ingeniero Anselmo Herrera Chávez, otro profesor de la Preparatoria, quien después murió en Monterrey, durante el intento de secuestro de don Eugenio Garza Sada, el 17 de septiembre de 1973.

La otra parte de la historia ya la conocemos: la LC23S es declarada por el Estado Mexicano como el enemigo público número uno, y había que exterminarla a como diera lugar en el menor tiempo posible, inaugurándose así el período más maquiavélico de nuestra historia patria, y que ahora es conocido como el Período de la Guerra Sucia, con centenares de muertes y desapariciones en condiciones inimaginables. En este sentido, quienes sobrevivimos a la tormenta debemos honrar también en estos Encuentros de Reflexión la memoria de nuestros caídos y desaparecidos.
Alejo Quintero Lizárraga fue objeto de desaparición forzosa desde los primeros meses de 1974.

José de Jesús Corral García fue detenido en Puebla, en marzo de 1976 y desaparecido después de ser trasladado al Campo Militar Número 1, de la Ciudad de México.

La Casa del Estudiante Rafael Buelna Tenorio (de Culiacán), fue clausurada después de las jornadas de lucha de enero de 1974.

La Escuela Preparatoria Unidad Regional Sur de la UNISON, con sede en la Ciudad de Navojoa, Sonora, también fue clausurada y cerrada de manera definitiva por las autoridades universitarias.

Colofón
Nunca hay que olvidar que los jóvenes de nuestra generación enfrentamos durante las décadas de los sesentas y setentas, a un Estado sádico, represor y devorador de vidas humanas.

* Culiacán, Sinaloa, 18 de junio de 2022.
** Fotografía: Rogelio (Foko) Ojeda.