Comparto una breve semblanza de Ignacio Olivares Torres, que se editó para la revista La Quincena, sobre el Segundo Encuentro en el Barrio de San Andrés, Guadalajara, Jalisco, el 20 de marzo del 2022.
El Sebas fue integrante de la Coordinadora Nacional de la Liga Comunista 23 de Septiembre, responsable regional; primero en Guadalajara, en 1973 y en el mes de julio pasó a ser miembro de Buró Político; y luego en enero de 1974, fue designado, junto con Salvador Corral, en la coordinación de esta tierra sinaloense.
Estudió la Licenciatura en la Facultad de Economía de la UANL y el Posgrado en una Universidad de Nueva York. Al regresar a México, en febrero de 1971, se desempeñó como Secretario Académico de la Facultad de Economía de la UNL.
En la ciudad de Monterrey, de 1968 a 1972, surgió un amplio movimiento estudiantil y obrero. En ese contexto, irrumpió una parte del movimiento armado: las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), la Liga de Comunistas Armados –que tiene su origen en el Movimiento Espartaquista Revolucionario (MER), el Grupo de los “Macías” (o la “Guerrilla sin Nombre”), que también tiene origen en el MER, al mismo tiempo que se desarrolló el grupo de los Procesos. En ese contexto se forjaron educadores, conductores y organizadores, para construir la vía revolucionaria de carácter socialista a la que convocó Raúl Ramos Zavala.
Ignacio Olivares, en su paso por la Universidad en los Estados Unidos, estudió a profundidad la teoría marxista, lo que le permitió sistematizar el documento que difundimos como la Tesis de la Universidad Fábrica, que nos permitió entender los procesos de subsunción real al capital, destacando el caso del proceso educativo.
En la Facultad de Economía de la UNL, Ignacio conoció a muchos compañeros de este proceso y que también ahí estudiaron, como Raúl Ramos Zavala, José Ángel Martínez (el Gordo Ángel) de la Juventud Comunista (JC); también a los compañeros que en enero de 1972 participaron en la acción del triple asalto bancario (Monterrey y Chihuahua), como José Luis Rhi Sauci, Rosalbina Garavito, Luis Ángel Garza Villarreal, Rodolfo Rivera Gámiz (QEPD).
También a quienes estudiábamos en esa facultad, y militábamos en el Movimiento Estudiantil Profesional (MEP), identificados como cristianos progresistas, educados en la teología de la liberación, y que se incorporaron al grupo los Procesos y a la LC23S: Hilda Rosario Dávila, Juan Carlos Flores Olivo, Héctor Torres González, José Manuel Báez (QEPD). Y a compañeros de otras facultades agrupados en el MEP, como Juan Antonio Veloz, Ana Luisa Guerra Flores, Eufemia Belén Almanza, Graciela Mijares, e Ignacio Salas Obregón (Oseas). Ignacio Olivares Torres e Hilda Rosario Dávila, se integraron y sumaron para iniciar el proceso revolucionario, que condujo a la conformación de la Liga Comunista 23 de septiembre.
El Grupo de los Procesos surgió bajo la conducción de Raúl Ramos Zavala, con integrantes de la JC y con integrantes del MEP, bajo el liderazgo de Ignacio Arturo Salas Obregón. El pensamiento guía del proceso revolucionario del que formamos parte fue la filosofía marxista: el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. También fue la Teología de la Liberación, que adoptó el marxismo.
Sobre la vida cotidiana y familiar de Ignacio Olivares Torres, su hermana Amabilia nos dice que Nacho nació en la ciudad de Torreón, Coahuila, el día primero de mayo de 1945, en el seno de una familia de clase media que forjada en el esfuerzo educó a cinco profesionistas (tres hombres y dos mujeres), él y sus hermanos Leopoldo y José Luis, sus hermanas Patricia y Amabilia. José Luis y Amabilia eran gemelos, compartían los ideales de Ignacio; ambos siempre manifestaron su aprecio a Ignacio, quien desde niño destacó por ser bondadoso, inteligente y además un brillante alumno, que ejercitaba la generosidad y la solidaridad en su accionar cotidiano. Para la familia era el gran hermano modelo. Muchas de las actividades familiares giraban en torno a él, quien los fines de año regalaba mochilas escolares que había ganado en juegos de basquetbol a estudiantes de escasos recursos que cumplían con sus obligaciones escolares. Siempre fue un hombre muy consecuente con lo que pensaba y lo concretaba con sus actos; nunca utilizaba a personas para lograr sus objetivos, era un hombre franco y directo con lo que quería; cuando tenía claro el quehacer ,no ponía atención si con su acción lastimaba a alguien de la familia. Él tenía compromiso con lo que el análisis de la realidad definía lo que tenía que hacer, y actuaba en congruencia.
Destacó en la academia y también en el deporte, particularmente en torneos; y fue uno de los mejores jugadores, gran anotador de canastas en cada juego. Ganó con su equipo muchos partidos y consideraba que era por la gran cooperación entre los jugadores, valoraba el trabajo de todos. Y esto no solo en la preparatoria del Colegio Regiomontano (en Monterrey), sino también representando en torneos a la Facultad de Economía de la Universidad de Nuevo León.
En enero 29 de 1974, fue detenido junto con Salvador Corral, ambos miembros del Buró Político y del Buró Militar de la Liga, respectivamente. Entonces el gobierno inicio una cacería contra la LC23S; al mismo tiempo, también hacia campaña mediática en contra de sus militantes. Los acusaba de ser delincuentes comunes, terroristas, miembros de familias disfuncionales, drogadictos, de manera permanente en prensa radio y televisión. Esta campaña desinformativa difundió también una idea perversa: que ellos dos fueron ejecutados por sus compañeros, la cual tenía el propósito de confundir y dividir a la organización. Ambos compañeros fueron torturados, masacrados por los asesinos de la Dirección Federal de Seguridad, al mando de Luis de la Barreda y Nazar Haro, quienes reflejan conductas de mentes perversas. Hoy todos sabemos que fueron detenidos, que Luis de la Barreda les interrogó, que los asesinos vivieron en total impunidad.
A Ignacio lo dejaron en un baldío de Guadalajara y a Salvador Corral en Monterrey, como un mensaje intimidatorio, no sólo a los guerrilleros, sino a toda la sociedad. La verdad no se pudo ocultar más: cuando se abrieron los archivos, pudimos corroborar la verdad: los crímenes de Estado fueron la constante en todo el período que se identifica como “guerra sucia”.
Hoy tenemos también el reto de difundir la verdadera historia que nos tocó vivir; honrar a nuestros compañeros y exigir justicia igual que hace 49 años, sigue siendo un eje central de las luchas del presente.
* Culiacán, Sinaloa, 18 de junio de 2022.
** Fotografía: Rogelio (Foko) Ojeda.