Su papá, Francisco Rivera Lambarent, de oficio sastre (en aquel tiempo, conocido como “el sastre de los ricos”); y su madre, María de Jesús Carbajal Carvajal, dedicada a las complejas labores del hogar; pues atender cinco hijos, cuatro mujeres y El Chicano, que era el menor, no era tarea fácil.
La casa donde creció y vivió su infancia aún existe (y ahí sigue viviendo parte de su familia), está ubicada frente al parque conocido en ese tiempo como “parquecito de la Tipo”, que actualmente alberga un gimnasio deportivo. En su infancia, la familia le decía “chico”, que luego cambió a “chicano”, en honor al movimiento chicano en Estados Unidos.
La primaria la cursó en la Escuela Primaria 18 de Marzo, y la secundaria en la Escuela Secundaria Federal Insurgentes, conocida como ESFI. Fue en esa época donde empezó su gusto por la lectura. En la casa, que a la vez tenía un área donde estaba el taller de sastrería, se le asignó un espacio pequeño, que él convirtió en su santuario particular; en la pared tenía un póster de los Doors, grupo musical que era de sus favoritos, y una pared con un estante repleto de libros, que devoraba uno tras otro. Él se las ingeniaba para siempre estar leyendo, pedía libros prestados, le regalaban o compraba.
En ese tiempo, su cuñado Héctor Manuel Zazueta, promotor deportivo, lo introdujo en las artes marciales; y formó parte del club que el profesor Zazueta fundó. El joven Chicano asistía disciplinadamente; era la primera vez que en Guasave hubo un club de karate y fue toda una novedad.
Cuando entró a la preparatoria fue impactado por los movimientos estudiantiles del país. Al terminar el bachillerato, decidió irse a Culiacán; se fue a vivir a la casa del estudiante “Rafael Buelna Tenorio,” y se inscribió en la escuela de economía; ahí por primera vez tuvo contacto con el marxismo, y eso cambió radicalmente su forma de pensar.
Conoció jóvenes de izquierda, que lo influenciaron y le prestaron libros, como Liberato Terán, quien lo invitó a las juventudes comunistas. También fue delegado de la escuela de Economía ante la Federación de Estudiantes de Sinaloa. Ahí destacó como líder y fue como se involucró con otros dirigentes estudiantiles, como Camilo Valenzuela, Eleazar Salinas, José Antonio Mendívil y Guillermo Juangorena. Ya organizados, apoyaron movimientos estudiantiles y populares, como la lucha por la vivienda, la lucha contra las tarifas camioneras y el movimiento campesino por salarios y vivienda dignos, así como el derecho a la tierra. Porque como decía Emiliano Zapata: la tierra es de quien la trabaja.
Estos jóvenes, que luego fueron llamados “Los Enfermos”, tuvieron amplia participación en el rancho California, ubicado en el norte de Sinaloa, donde después de una valiente lucha por mejor salario para los cortadores de flor, lograron el aumento del pago por kilo de flor, lo que les ganó el respeto y reconocimiento de los campesinos.
La invasión a “El Tajito”, encabezada por el líder Marcelo Loya, fue un movimiento campesino por el derecho a la tierra, el cual recibió amplio apoyo de “Los Enfermos”. Cuentan los campesinos protagonistas de esos hechos, que estaban cercados por el ejército ya sin alimentos ni agua, y que “El Chicano” entonces rompe el cerco y arrastrándose entre los matorrales, logra hacer llegar a los campesinos agua, alimentos y medicamentos; lo que les permite una resistencia al cerco. Hoy “El Tajito” es un ejido.
En marzo de 1973, “El Chicano” estuvo en la reunión nacional que se llevó a cabo en Guadalajara, Jalisco, donde se acordó formar una sola organización, en un esfuerzo por acabar con la dispersión de los diferentes grupos armados y unirse en una sola organización. La discusión, que duró varios días, no fue fácil; y finalmente convienen conformarse en: “Liga Comunista 23 de Septiembre”.
“El Chicano” es aprehendido en la carretera Mazatlán-Culiacán, junto con Gustavo Hirales Morán. Después de recibir duras torturas, “El Chicano” es ingresado en la Cárcel de Lecumberri. Su familia inicia la defensa legal, muy bien integrada por un abogado amigo de la familia, quien estaba muy bien relacionado, y sale bajo fianza, pues no tenía delitos graves que le fueran imputados.
Al salir de Lecumberri, “El Chicano” se reintegra a la LC23S, organización en la que participó activamente desde su fundación.
Diversas opiniones coinciden que “El Chicano” era uno entre miles, uno que no nace todos los días, y un muchacho fuera de serie.
Hoy es uno de nuestros desaparecidos.
* Texto leído por Elena Bohórquez. Culiacán, Sinaloa, 18 de junio de 2022.