En el Grupo Popular Guerrillero fue muy breve el periodo de preparación militar de sus miembros. Si bien en la actuación de 1964, los pocos elementos que participaron eran hombres de la sierra, campesinos que conocían la zona, cazadores acostumbrados a disparar a blancos colocados a decenas de metros de distancia, al mismísimo Arturo Gámiz hubo que prepararlo sobre la marcha, pues se incorporó con Salomón Gaytán y los Scobell, a mediados de marzo de 1964. Igual sucedió con Florencio Lugo y sus 6 compañeros de Casas Grandes, 4 de los cuales desertaron en sus primeros días de estancia en el grupo; y dos más posteriormente. No sucedió así con los Gaytán, los Scobell, Margarito González y Ramón Mendoza. Aunque hay que reconocer que teórica y políticamente tenían un nivel muy bajo. Si acaso habían leído la Guerra de Guerrillas del Che Guevara, en lectura colectiva.
A la solicitud de incorporación que hicieron las compañeras normalistas rurales, en mayo de 1964, el GPG respondió que no había las condiciones del control militar de la zona, ni la posibilidad de entrenarlas militarmente, para que pudieran actuar como guerrilleras. También sucedió que un líder estudiantil que se integró, en esos días al Grupo, por la persecución política y policíaca de que era objeto, bajó a los tres días, por no soportar el cansancio de las caminatas en la sierra y el hambre que padecían.
Después de una emboscada a los rurales y de haberles perdonado la vida, se dio la deserción de otro campesino, desalentado por la poca efectividad del grupo y el pequeño número de guerrilleros que quedaban.
Gámiz también, convencido de que los cinco que quedaban no era el número ideal para un grupo guerrillero con las grandes pretensiones que tenían, se bajó con sus efectivos y replanteó el entrenamiento militar, pero en la Ciudad de México y Zacatecas. En el DF se les unió el capitán Lorenzo Cárdenas Barajas, infiltrado que los entrenó teóricamente, y muy mal; y además los delató.
De los 12 participantes en el ataque al cuartel militar de Madera, sólo Arturo Gámiz, Ramón Mendoza, Salomón Gaytán, Raúl Florencio Lugo, Antonio y Lupito Scobell, tenían alguna experiencia como guerrilleros rurales. No así Emilio Gámiz, Paco Ornelas, Pablo Gómez, Rafael Martínez Valdivia, Miguel Quiñónez y Óscar Sandoval Salinas. José Juan Fernández Adame (Matías), quedó a cargo del camión; pero igual, era un guerrillero improvisado.
2.- La improvisación del Grupo Popular Guerrillero “Arturo Gámiz” consistió, en el principio, en la llegada a la ciudad de Chihuahua de Óscar González Eguiarte y Ramón Mendoza, el 9 de marzo de 1966, con muchos planes de acción, entre ellos la voladura de un tren que transportaba troncos de madera, a la altura del Ejido El Largo, municipio de Madera.
Al llegar a la capital del estado de Chihuahua, en autobús, Óscar y Ramón caminaron hacia la casa del primero y fueron detenidos por policías que viajaban en una patrulla municipal. Óscar, indignado, declaró que iban a su casa, que quedaba cerca y dio la dirección. Los policías les pidieron que subieran, pues ellos los llevarían, pero al arrancar se dirigieron a la comandancia de policía y les pidieron que entraran, para revisarlos. Al intentar abrir la maleta donde Óscar llevaba armas y los planes escritos de las futuras acciones, Ramón Mendoza le disparo al policía y ambos corrieron a la casa de la cual Óscar ya había dado la dirección. Ahí los coparon y obligaron a salir; pero nuevamente Ramón intentó disparar y fue herido. Esta primera acción muestra el carácter improvisado de los guerrilleros urbanos, con pretensiones de rurales.
En la maleta que quedó en manos de la policía estaba escrito el plan de descarrilar el tren. Igualmente estaban las relaciones con Víctor Rico Galán y diversos contactos. Los Gaytán y los Scobell consultaron con Óscar, ya estando preso, y éste les ordenó que siguieran con la acción planeada, por lo cual se realizó el descarrilamiento del tren y en una manta quedó registrado el nombre del Movimiento 23 de Septiembre, como autor del acto revolucionario.
Cuando Óscar sale de la cárcel y decide continuar con su lucha a partir del GPG “AG”, recluta a un niño de 16 años, Carlos David Armendáriz Ponce que, afortunadamente, les cubre la retirada cuando fueron emboscados el 22 de agosto de 1968. Pero igualmente, este grupo estaba compuesto por escasos 6 elementos. Jaime García Chávez y José María Casavantes habían renunciado, porque preferían actuar en la zona urbana, como bases de apoyo.
3.- El siguiente grupo que actuó en Chihuahua fueron los Comandos Comunistas del grupo nacional Los Guajiros, encabezado por Diego Lucero Martínez. En diciembre de 1971 se incorporó a ellos Juan Gilberto Flores Díaz, desertor del ejército con el grado de teniente. En dos o tres ocasiones salió con los improvisados guerrilleros urbanos a practicar el tiro al blanco en las zonas montañosas, al norte de la capital del estado. Si bien aprendieron las lecciones elementales del manejo de armas, no sucedió lo mismo con las normas de seguridad que debe seguir un guerrillero urbano.
Así se explica que inmediatamente después de las acciones del 15 de enero de 1972, en la ciudad de Chihuahua, la policía conoció la dirección de la casa principal de seguridad, pues la guerrillera Avelina Gallegos (Natalia), primera en caer ante las balas enemigas, portaba en su pantalón un recibo de limpiaduría con esa dirección. Y en esa casa estaba un libro de uno de los guerrilleros participantes con su nombre: Rosendo Muñoz Colomo. De todos modos, a Rosendo lo entregó a la policía su papá, al notar el nerviosismo del muchacho de 18 años, que se fue a refugiar a su casa después de las acciones. A las primeras torturas entregó los nombres que sabía y así cayó Marco Antonio Rascón Córdova, que como improvisado guerrillero también se fue a refugiar en su propia casa. Lo mismo pasó con Marco Antonio Pizarro Chávez.
Al dirigente nacional de Los Guajiros, Diego Lucero Martínez, lo detuvieron los judiciales en pleno centro de la ciudad, al día siguiente, pues salió a hacer un contacto, pero sin disfraz ni nada. Lo torturaron salvajemente y luego lo asesinaron por órdenes del gobernador, al cual escupió cuando llegó para insultarlo.
A Francisco Javier Pizarro Chávez lo entregó su padrino, pues había confiado en que le ayudaría a escapar de la ciudad. Pizarro había participado en dos expropiaciones, una en el DF y otra en Guadalajara, pero eso no fue suficiente para que entendiera las normas de seguridad de un guerrillero urbano y dejara la improvisación.
A Asunción Carrillo Ceja lo entregó una vecina de la casa de la amante donde intentó esconderse. A esa amante la acababa de conocer y vivía en un barrio de mala reputación. Asunción iba a ser comisionado para recontactar y reorganizar el foco guerrillero en la sierra, pero murió en las torturas.
A Héctor Lucero Martínez y a Juan Gilberto Flores Díaz los delató un vecino del poblado General Trías, a 50 kilómetros de Chihuahua, cuando bajaron a comprar víveres, también sin las debidas precauciones. A Juan Gilberto le aplicaron la Ley Fuga.
Avelina Gallegos (Natalia), Mario Pérez Oquendo y José Luis Alonso Vargas, fueron acribillados en el banco que intentaron expropiar, pues fallaron en comprobar si había o no militares en el Volkswagen blanco que estaba frente al banco, tal como les habían informado una noche antes.
Hasta aquí me he referido a algunas de las improvisaciones y errores que se cometieron en los primeros tres grupos guerrilleros que actuaron en el estado de Chihuahua. Y todos sabemos mucho de ese tipo de historias vividas en los demás grupos del MAS. Pero deben ser los sobrevivientes los que reconozcan sus faltas y aciertos, a décadas de distancia de haber sucedido.
* Culiacán, Sinaloa, 18 de junio de 2022.