Para muchos de mi generación, Sinaloa en particular, pero el movimiento estudiantil de esa región del país en general, incluyendo Monterrey, Sonora y Baja, por supuesto, nos marcó en muchos sentidos. Tanto que cambiamos el lenguaje y enriquecimos la teoría que se pergeñaba en esos años. El Asalto al Cielo y luego El Cuadrilátero, “los arribas” fueron un referente luminoso
Haber sobrevivido y ser testigos de esta parte de la historia, manteniendo la vitalidad de la juventud ahora lejana, sin duda es un mérito; pero aún queda mucho trecho por hacer, y nos trasciende con creces. No tenemos por qué verlo ni ser los actores, pero el dilema es permanecer en la nostalgia, en la cómoda y lucrativa nostalgia. Bien vemos cómo hay generaciones que han venido a vivir de los mitos, las leyendas, la historia oral, escrita, la historiografía, la historia documental, la archivología, la herencia única y verdadera, alguna bajo derechos de autor, hasta llegar a los pedigüeños, a los que anhelan alguna canonjía que lxs más chuchonxs han conseguido y disfrutan alegremente, batiendo banderas que solo son hilachos sanguinolentos y morbosos.
El mérito y loor que merecen los caídos es semejante al vacío irremediable que dejaron. Nos quedamos sin teoría, sin dirección y sin capacidad de generarla. Sus nombres quedan en el panteón revolucionario, pero su teoría quedó inconclusa, aunque algunos nos atrevemos a decir que sigue vigente; son discusiones que ahora demuestran su justicia, su razón, aunque alguno de los métodos era excesivos o muy transitorios, abrieron caminos que ahora siguen sin transitar por temor.
La llamada rectificación nos resulta a varios ininteligibles y peor al ver los resultados que obtuvieron.
Porque ahora no solo hablamos de propuestas al futuro, sino de los resultados de las propuestas “ganadoras” del pasado. La propuesta “refor”, “apertura”, la integración bajo la reforma política y la participación electoral, acaba pasando por las concertaciones y llega al sometimiento, a la entelequia llamada 4T. Sin un discurso inteligible de las razones o motivos.
El conjunto de los militantes, activistas o simples crédulos, nos hemos quedado históricamente fuera de las discusiones, independientemente de la capacidad teórica o simplemente cognitiva derivada de la experiencia, no hay interlocución posible. Y de un plumazo se comulgó con ruedas de molino, ahora la educación vemos cómo no admite más reformas, que es urgente una verdadera revolución, no más dinero o multiplicar como parásitos instituciones inservibles, que producen más parásitos desclasados que desde el pódium denostan a todos; o bien el campo, que de tan corrompido y distorsionado es fuente de fortunas y miserias, sin una propuesta real; o las innumerables luchas populares, que se convirtieron en bandas de forajidos y ruinosos feudos, que han devenido en ciudadelas del subdesarrollo y la criminalidad, unidades habitacionales invivibles, que solo forman ciudadanos violentos y justamente reclamantes de una situación que no escogieron, que les fue impuesta por acuerdos cupulares; miles de ciudades y barrios creados por militantes, como el que se atreve a reclamar a cantautores, cuando debiera estar en penitencia por sus errores políticos personales, mucho menores que sus congéneres, pero no menos deplorables, dejando de lado la urgente planeación de la desgracia provocada.
La llamada 4T es otra nomenklatura inexpugnable, con alianzas, compromisos y acciones, algunas además de incompresibles, excluyentes; ni estando de acuerdo hay procesos de integración o incorporación; en ocasiones peor que con otros regímenes, como el panista o los priistas, que era posible convencerlos o presionaros; con la 4T eso no es posible.
Los ex lo vivimos en carne propia, al imponernos una agenda generada por los pescados, con toda la fobia, trinquetes y venganza de lo que son capaces, amén de un trato displicente y demagogo.
Pero hay muchos sectores que alegan lo mismo: el movimiento campesino, el ambiental, los científicos, los universitarios, entre algunos.
Y la “izquierda radical” no hemos generado ya no un análisis de la situación actual o un programa político, sino al menos algún mecanismo o propuesta que lleve a eso; o bien sumarnos a algún proceso existente, si lo hubiera, somos apestados en muchos lugares.
Es real que los únicos que pudiéramos tolerarnos seríamos entre nosotros hasta la siguiente escisión, cisma o discrepancia.
Si queremos un programa revolucionario, que conforme una organización revolucionaria, es importante definir cómo podemos entender la situación actual; claro, definiendo al mismo tiempo desde donde lo estamos viendo, quienes somos esa “izquierda radical”, ese “comunismo moderno”, ese “socialismo del siglo XXI”.
O bien quedarnos en lo anecdótico, en la sociedad de veteranos que se reúne de acuerdo a su calendario litúrgico, apapachándose, llorando por los idos y los que se están yendo, maldiciendo a las estrellas y bendiciendo un día más del resto que queda.
Mientras, es un gran gusto saber que se reúnen, para recordar, para volver a vivir, para homenajear a los camaradas, para soñar. No es la convocatoria gubernamental o la solicitud, es un esfuerzo propio de un núcleo dirigente auto conformado, sin duda es un gran avance. Ojalá en las demás regiones nos sumemos a su esfuerzo.
Desde lejos, un gran saludo.
¡Viva La Liga Comunista 23 de Septiembre!
¡Larga vida de sus caídos en la historia revolucionaria del proletariado!
¡A construir el programa comunista!