GOMEZ12102020

Inmolada
Tomás Corona

Monterrey.- ¡Güerca puta, hija de tu pinche madre...! (Bofetada.) ¿Por qué lo hiciste...! Pero mamá..! ¡Yo... Él...! (Pavor.) ¡Cállate, cínica, desvergonzada...! ¡Ya me dijo Rafael que andabas de ofrecida...! (Llanto histérico.) ¡Mamá, escúchame por favor... Él...! (Congoja.) ¡Cállate puta, si sabías que era mi hombre, ¿por qué lo hiciste?! (Ganas de matar.) ¡Mamá, él... Él abusó de mí... Me violó...! (Angustia.) ¡Mientes, eres una puta, yo no crié una hija así...! ¡Te maldigo...! ¡Lárgate de mi casa...! (Rabia.) ¡Pero mamá...! (Súplica) ¡Lárgate, lárgate! ¡No quiero volver a verte! ¡Tú ya estás muerta para mí...! (Indolencia.)

Arrojada a la calle la muchacha, con su vestimenta humilde, short, blusita, chanclas... Inmensamente sola, compungida, angustiada, ida, vejada, humillada, agobiada, herida, incrédula, violada, dolida, triste, aturdida, desconsolada, perdida, asustada, maldecida, desubicada, desposeída... Arrojada a la calle, como tantas muchachas en Nuevo León , en México, en todo el mundo... ¿A dónde iría..? Solo Dios lo sabe.

Pero todos los escenarios parecían nefastos, terribles... El narco, la delincuencia, la prostitución (un “tratante de blancas” o un padrote); el pavoroso abismo del suicidio...