Puebla.- El miércoles 22 de abril el presidente de la República anunció en su conferencia de prensa que se les reduciría el 25% de los salarios a los funcionarios públicos de alto nivel, y que además no recibirían aguinaldo. Ricardo Monreal señaló esa misma semana que esa medida solo podría hacerse con la voluntad de los implicados, pues es contra la ley reducir salario y eliminar prestaciones.
Al día siguiente de la declaración del presidente se publicó en el Diario Oficial la propuesta de reducción de salarios y renuncia al aguinaldo En los términos señalados por Monreal: será algo voluntario.
Hay aquí varias cuestiones, simbólicas o no. Una es aritmética. Los recursos que se obtengan de esta medida ¿qué tanto van a apoyar la reactivación económica frente a los daños producidos por la pandemia? No hay datos de cuánto se ahorrará, en el caso de que todos los funcionarios involucrados acepten la propuesta. Pero sin duda será una cantidad mínima frente a las pérdidas económicas previstas.
Es pues un acto simbólico, más que una acción efectiva para mitigar las causas del problema. El gobierno se aprieta el cinturón, pero eso no significará una mejora en términos reales para la sociedad.
No sé si sea algo simbólico el hecho de que el presidente haya anunciado esta medida como un decreto presidencia a obedecer, más que como una propuesta a los funcionarios para solidarizarse voluntariamente. Pudo haber hecho el anuncio en los términos de su publicación oficial y en los señalados por Monreal: invitamos a nuestros funcionarios a donar parte de sus ingresos y sus aguinaldos, dadas los serios problemas que enfrentarán muchos connacionales.
Hubiera sido mejor recibida por los afectados. Hubiera dado la impresión de que el presidente tiene siempre presente el cumplir y hacer cumplir la ley, como juró alguna vez.
O bien descuidó las formas, o bien alguien le hizo ver después del anuncio, acertadamente, que la medida tenía que contar con la aceptación voluntaria de quienes resulten implicados.
Alguna vez, cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México, López Obrador expresó que ninguna ley podía estar por encima del pueblo. El problema es que con esa actitud se justifica la violación de muchas leyes, pues es fácil interpretar que están “por encima del pueblo”.
Muchos han entrecomillado el calificativo de “voluntaria” para esta acción. Si tu jefe te pide renunciar a parte de tus ingresos legalmente legítimos lo más probable es que lo hagas: la alternativa es contrariar su propuesta y quedarte, casi seguramente, sin trabajo. Más si el jefe es el presidente de la república.
Los simbolismos tienen su valor. Renunciar a lo propio para apoyar a quien lo necesita es una actitud noble. No lo es si se hace bajo presión. Mostrar poco respeto por la ley, aunque sea en las formas en que se presenta una propuesta, expresa también una actitud.