GOMEZ12102020

INTERÉS PÚBLICO
Cinco reacciones
Víctor Reynoso

Puebla.- Ha habido al menos cinco reacciones, no excluyentes, frente a la enfermedad del presidente de la República. La primera, desear que se recupere pronto y bien. La segunda, desear que fallezca. La tercera, señalar que es víctima de su propia política. La cuarta, que él mismo, consciente o inconscientemente, buscó el contagio. Por último, está la reacción de quienes no creen que el presidente esté enfermo, y consideran que es una táctica para obtener algún beneficio político.

     Creo que toda persona con un mínimo de ética y sensibilidad tendría la primera reacción. No es sensato desear el sufrimiento de otros. Ninguna diferencia política o ideológica justifica este deseo.

     Tristemente ha sido muy numerosa la segunda reacción, desear el fallecimiento del presidente. Un rasgo lamentable de nuestra especie es que, con frecuencia, nos alegramos de dolor ajeno. La cantidad y el encono de estas reacciones son un síntoma de la polarización del país.

     La tercera reacción es compatible con cualquiera de las dos anteriores. No hace falta ser epidemiólogo o tener un doctorado en Harvard (aunque festejo la publicación del libro de Ximénez-Fyvie) para darse cuenta que ha habido errores graves en la política del gobierno federal ante la pandemia. Y en la actitud personal del presidente: se ha negado a usar cubrebocas.

     La cuarta reacción es muy arriesgada. Es intentar interpretar las acciones de una persona. “El que interpreta se equivoca”, debe decir algún proverbio chino. Pero bueno, hay quien lo ha dicho: lo que hubo en la actitud del presidente fue la intención de infectarse, de convertirse en una víctima más de esta terrible pandemia.

     No sé qué tan numerosa sea la quinta interpretación, que en realidad el presidente no enfermó. Es algo común en países donde los ciudadanos descreen de lo dicho por la clase política.

     Yo me quedo con la primera y la tercera reacciones. Difiero en muchas cuestiones del actual gobierno federal. Pero eso no me lleva a desearle el mal a nadie. En mi idea de lo que debe ser la buena política la muerte no tiene lugar. Tiene lugar el aprendizaje (de los políticos y de los ciudadanos) y la corrección de los errores por medios institucionales. Hago votos por que el presidente, y todos los que padecen esta enfermedad, se recuperen bien y pronto.

     Porque creo en el aprendizaje y en las soluciones institucionales considero que deben reconocerse y corregirse los errores en la política de salud. Creo que ha sido un despropósito centrar esa política en una persona. Se pudo haber formado una autoridad colegiada, a partir del Consejo de Salubridad, incorporando a universidades y gobiernos estatales, por ejemplo.

     Dejo de lado la cuarta reacción. Me quedo con el proverbio chino: el que interpreta, se equivoca.

     Dejo de lado también la quinta reacción, la idea de que la enfermedad del primer mandatario no existe y que es solo una argucia política. Por razones éticas: no creo que el presidente sea capaz de llegar a tanto. Y pragmáticas: las consecuencias de un acto así serían muy negativas para su gobierno.