CORONA08062020

INTERÉS PÚBLICO
Del hombre nuevo al tercer chimpancé
Víctor Reynoso

Puebla.- Ernesto Cardenal tuvo una de las vidas más largas y más intensas de su generación. O de sus generaciones, habría precisar.

     Si una generación es “un grupo de personas unidas por un acontecimiento histórico significativo”, una misma persona puede tener varias generaciones.

     Cardenal nació en 1925. Sus generaciones pueden ser: la de los jóvenes que vivieron la segunda guerra mundial y sus consecuencias; la de los ciudadanos que vivieron bajo las dictaduras bananeras como las de Anastasio Somoza; la de los nicaragüenses que, por las armas, se libraron de esa dictadura; la de quienes vieron caer el Muro de Berlín; en ciencia: la de quienes supieron de la existencia de los genes y su importancia. Entre otras.

     En los años setenta hizo profesión de fe marxista. Buscaba, mediante la revolución social, la creación del “hombre nuevo”. Escribió sobre eso. En sus últimos años dejó esos temas. Su último poema publicado, “Saga del tercer chimpancé” trata sobre la biología evolutiva y la genética.

     Este cambio expresa en buena medida la transformación de las ideas de un sector importante de la humanidad entre el siglo XX y el XXI. En el siglo pasado se creía (los que creían en eso) que el ser humano es totalmente producto de la sociedad. Que “todo es cultural”. Que los males de nuestra especie eran producto de la sociedad capitalista. Que transformando esa sociedad nos trasformaríamos completamente.

     En pocas palabras: que el fin del capitalismo traería en fin del individuo egoísta, limitado, enajenado; y que triunfo del socialismo generaría al “hombre nuevo”, solidario, comunitario, libre de las enajenaciones previas.

     Varias décadas pasaron en los países de regímenes soviéticos y afines, y nada. La especie siguió siendo, básicamente, la misma. Ernesto Cardenal vivió este proceso personalmente, como ministro en el gobierno socialista de Nicaragua.

     Al final de su vida ya no escribió sobre el hombre nuevo, sino sobre el “tercer chimpancé”. Vale la pena transcribir los primeros versos de ese poema: “No descendemos de mono sino/ que somos también mono/ Hasta ahora se sabe/ (los que saben)/ que 99% de los genes/ chimpancé y nosotros/ los tenemos en común.”

     Somos el tercer chimpancé, dice el poeta, después del chimpancé clásico y del chimpancé enano o bonobo. Somos resultados de la genética, en buena medida. También de nuestra cultura, y de nuestras experiencias. Pero la genética es un territorio que hay que influye en nosotros y que debemos considerar.

     La realidad descrita en el poema del tercer chimpancé nos acerca a otras especies. Nos hace más conscientes de nuestro lugar en el entorno ecológico. Es poesía, pero basada en conocimientos sólidos de la biología genética y evolutiva. Nos acerca también a nuestras posibilidades y a nuestros límites de transformación social.

     Muchas de nuestras acciones y actitudes tienen un componente genético. Alimentación compulsiva, cierta sexualidad, identidades grupales, visión negativa de las cosas. Cuestiones polémicas que estudia hoy la psicología genética.