Puebla.- Más politiquería que institucionalidad ha habido en torno al reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación. Ese informe resume una actividad sumamente compleja y diversa. En la ASF laboran unas tres mil personas, la mayoría de ellas experimentadas en análisis contables y revisión de cuentas. Mucha de la corrupción de sexenios pasados la conocemos gracias a su trabajo.
La vía institucional es clara: la Auditoría presenta su informe. En algo tan complejo, dicen, siempre hay errores. Hay por lo mismo procedimientos para que las diversas organizaciones e individuos señalados con actos irregulares respondan, y en su caso corrijan, si es que hay algo incorrecto en lo informado.
Así ha pasado por años. Pero ahora, en parte porque algunos señalamientos eran muy llamativos; en parte porque tocaban el corazón mismo del actual gobierno, el combate a la corrupción; en parte también por el estilo personal del actual presidente; la reacción fue muy distinta.
Se litigó en los medios. Algunos sintetizaron la situación diciendo que la ASF se convirtió en piñata: todos le pegaron. Los simpatizantes de la 4T pidieron la renuncia de su titular. Los críticos de la 4T también. Los primeros porque los señalamientos de irregularidades en el actual gobierno eran muchos y muy graves. Los segundos porque el mismo día en que el presidente criticó el informe, el Auditor se retractó.
No se trata de cuestionar la libertad de expresión. Se trata de respetar los cauces institucionales. No se pueden aclarar en los medios los datos que varios miles de funcionarios recopilaron y analizaron durante meses. Se requiere ir por partes, con el tiempo adecuado, y con los interlocutores adecuados.
Para algunos el Estado mexicano es una persona muy poderosa y muy malvada. Es lo que se expresa cuando se dice que “fue el Estado” el responsable de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.
Pero el Estado es algo más complejo y diverso, un conjunto de instituciones y organizaciones. La ASF es uno de los muchos pilares del Estado mexicano. Llevó tiempo y esfuerzo lograr que un órgano autónomo auditara los gastos de otros poderes estatales. Hay que cuidar ese logro, que bien llevado es indispensable para el interés público.