Puebla.- Populista no es “el que está con el pueblo”. La palabra tiene su historia y su contenido en las ciencias sociales. El populismo se puede resumir en cinco rasgos: 1) divide a la sociedad en dos partes: “ellos” y “nosotros”; 2) el “nosotros” está representado por un líder; 3) al haber líder, las instituciones son secundarias o prescindibles; 4) se plantean soluciones simples para problemas complejos; 5) en lugar de políticas públicas, hay ocurrencias.
El populismo simplifica la complejidad social y la resume en dos grandes grupos. Generalmente el pueblo y la oligarquía. Pero hay variantes, como el nazismo, donde el nosotros era la supuesta raza aria y el ellos otros grupos, como los judíos y los eslavos.
El populismo centra la dirección de la nación en una persona, el líder carismático, quien supuestamente tiene las cualidades para resolver los problemas nacionales.
Le otorga al líder capacidad de acción, y elimina o disminuye lo que lo pueda limitar, como las instituciones políticas y las leyes.
Los problemas y sus soluciones se simplifican. Al haber buen líder, todo será más sencillo. Basta con la voluntad del mismo y la obediencia del pueblo. (Y la neutralización de “ellos”).
La complejidad de las políticas públicas es sustituida por ocurrencias del líder, por soluciones simplistas.
Estos cinco rasgos, que son una simplificación, como todo esquema conceptual, van contra lo que se considera una sociedad democrática.
Las democracias contemporáneas reconocen que sus sociedades plurales y complejas. No es posible dividirlas en dos grandes grupos. Hay una diversidad de intereses económicos, étnicos, culturales, sociales, que a veces se enfrentan entre sí, a veces coinciden.
Reconocen también que para el buen gobierno son indispensables buenas instituciones. Siempre imperfectas y perfectibles, pero indispensables. Desde luego que las instituciones no funcionan solas, requieren de buenos políticos que las hagan funcionar. Pero no basta con una buena persona en la cúspide de las mismas: dada su diversidad y complejidad requieren de funcionarios y políticos capaces en varios niveles y ámbitos.
Los gobiernos que funcionan en las sociedades contemporáneas reconocen la complejidad de la mayoría de los problemas públicos. Para resolverlos, o mitigarlos, se requiere de expertos, especialistas, conocimientos bien fundamentados.
Todo esto para diseñar políticas públicas adecuadas. Una política pública implica un proceso muy complejo, que va desde la construcción de la agenda, el establecimiento de las causas del problema a resolver, la decisión de sobre qué causas se actuará, la implementación con el personal adecuado. Y desde luego la evaluación en distintos momentos del proceso.
Los populismos ignoran todo esto, por lo que están condenados a fracasar. A complicar los problemas, más que a resolverlos.