INTERÉS PÚBLICO
Soledad
Víctor Reynoso

Puebla.- El presidente López Obrador aparece solo en el horizonte político. No le acompaña ninguna oposición. Los partidos y los líderes que podrían oponérsele carecen de una narrativa propia que les permita polemizar con él, hacerle contrapeso.

     El PRI parece tener en su ADN algo que le impide tocar los temas políticos centrales en el momento mexicano actual: lucha contra la corrupción y por el Estado de Derecho. No es tanto que estas cuestiones no estén en su tradición, pues la competencia electoral tampoco estaba y se adaptó bien a ella: supo perder y ganar elecciones.

     El problema está en actitudes y actos del sexenio pasado. “Corrompieron la corrupción” dicen algunos para referirse a las acciones de priistas en durante el periodo de Peña Nieto. Exgobernadores del PRI, colaboradores cercanos al expresidente, y él mismo, al parecer cometieron irregularidades sin precedente. ¿Cómo presentar hoy dentro de la agenda de este partido el combate a la corrupción de manera que sea verosímil? Parece que no hay forma.

     Tampoco puede el PRI argumentar que el capital político del país, los políticos que sí saben hacer las cosas, están en ese partido. Tuvieron su oportunidad el sexenio pasado yo no pudieron demostrarlo.

     Menos complicada sería la situación del PAN. Pero no hay intentos siquiera por explicar los logros y las limitaciones de los dos sexenios en que gobernó al país, los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón. Como en todos, en ellos hubo resultados positivos y fracasos. Habría manera de armar una narrativa con los primeros y con explicaciones de los segundos. Pero el PAN ni siquiera parece intentarlo.

     Sus expresidentes están lejos de ser un apoyo político y moral para el partido. Fox se muestra sin capacidad de abstracción, con frases concretas y campiranas que le fueron útiles en su campaña, pero que hoy no mueven a nadie. Calderón anda por su lado, en un esfuerzo incierto y de difícil éxito.

     El PRD se vació cuando se quedó sin líder. Fue un partido construido en principio para Cuauhtémoc Cárdenas. Al carisma de éste lo sustituyó el de López Obrador. Pero cuando el tabasqueño dejó al partido lo dejó hueco: más que un partido era la licencia de manejar del líder carismático en turno. Supongo que los de Morena han tomado nota, pero no se ve fácil qué puedan hacer.

     Movimiento Ciudadano ha difundido un spot ingenioso. Le da la razón a quienes votaron por López Obrador. Le da la razón a quienes votaron esperando un cambio positivo. Pero considera que el gobierno federal actual no ha cumplido esas expectativas. Hay además un intento de MC por hacer suya la agenda de la sociedad.

     Pero un buen spot no hace un buen partido. Esta organización carece de liderazgos nacionales visibles. Su esperanza parece estar en Enrique Alfaro, electo gobernador de Jalisco en 2018. La situación del estado, específicamente la violencia criminal, no parece estar colaborando con ese liderazgo. Jalisco no parece ser, en este momento, una buena plataforma para un dirigente nacional.

     La soledad de López Obrador puede que explique que su popularidad no decaiga. No es tanto que convenza con el “fuchi, guácala” o “los voy a acusar con sus mamás”. La cuestión más bien es que no hay nadie frente a él, ni partido ni político, que señale con convicción sus puntos débiles y que muestra alternativas claras y convincentes.