Puebla.- Al Almirante José Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina, se le vino medio mundo encima por su afirmación que consideraba al poder judicial como un posible enemigo. La frase es desafortunada, pero conviene ir al fondo de la misma: una autoridad desesperada porque no puede con uno de nuestros principales problemas, la impunidad.
Cualquier mexicano que lea la prensa sabe del “debido proceso”. Aunque no tengamos una idea clara del tema, sí entendemos que detener, procesar, juzgar a un delincuente es complicado. Muy complicado. Hay que cumplir con leyes y reglamentos. Hay que presentar pruebas. Y eso dificulta las cosas.
La solución es compleja. Quienes investigan y detienen a presuntos delincuentes deben tener una capacitación especializada. Deben conocer bien las leyes. De lo contrario el proceso no será “debido”, y tendremos más casos de impunidad.
Del lado de los que juzgan las cosas tienen también su complejidad. Hay que tener un conocimiento jurídico que no cualquiera tiene.
Y desde luego, las leyes son siempre perfectibles.
No ayuda a todo esto la idea generalizada en la 4T de que los “expertos” han fracasado. Criticar a los expertos es abogar por los inexpertos. ¿Puede ser la inexperiencia una solución, en la impartición de justicia? Lo dudo.
El dicho del secretario de Marina tiene que ver también con la militarización de las funciones policíacas. ¿Están nuestros militares preparados para investigar y perseguir delincuentes, para realizar el “debido proceso”? Parece que no: nunca se pensó que esa fuera una de sus funciones.
Como solución extraordinaria, ante la delincuencia desbordada, se llevó al Ejército y a la Marina a las calles. Ya hace años de eso, y ahí siguen nuestros militares, exponiéndose a la violencia de los delincuentes y a diversas críticas. Parece que la solución se volvió ordinaria. Lo que no es deseable: la exposición de las fuerzas armadas a actividades que no son las suyas puede llevarlas a un desgaste indeseable para todos.
Hay que ver en la declaración del almirante Ojeda Durán lo que hay de fondo: la desesperación de una autoridad al enfrentar un problema que nos rebasa. A su institución, pero también a otras, como las fiscalías, los ministerios públicos, el poder judicial. Hay que tomar muy en serio ese foco rojo y, a partir de diagnósticos serios, tomar las medidas adecuadas.
* Profesor de la UDLAP