Puebla.- El reciente artículo de José Woldenberg (“Necesitamos un Sancho Panza” https://www.nexos.com.mx/?p=61012) llamó mi atención porque resume adecuadamente mis preocupaciones sobre la presidencia de López Obrador. No es una crítica desde una ideología distinta, sino una crítica desde una mentalidad distinta.
Woldenberg empieza preguntado sobre el presidente. Todas las respuestas parecen ser negativas. El presidente no escucha. No organiza comités para analizar problemas y proponer soluciones. No considera que sus políticas pueden tener (como todas) consecuencias no deseadas. No está atento a las evidencias que podrían llevarlo a rectificar. No considera que lo que funcionó en el pasado puede no funcionar hoy.
Está concentrado en las buenas intenciones, en sus buenas intenciones. La mayoría estamos de acuerdo en combatir la pobreza, la corrupción y la inseguridad. El problema son los medios. Medios que, al parecer, no lograrán los fines buscados. Terminaremos su sexenio con más pobres, con mayor inseguridad, probablemente con más corrupción.
Que el eje de buena parte de la discusión académica esté en torno a la distinción izquierda-derecha impide ver estas cosas. ¿Son de izquierda o de derecha las preguntas de Woldenberg? No se plantean desde una posición ideológica, sino desde una crítica al ideologismo: una propuesta para cuestionar continuamente nuestras propias ideas y propuestas, en diálogo con los demás y con la realidad.
La mentalidad de Woldenberg exige escuchar. Todos nos equivocamos. Y una buena manera para detectar y corregir nuestros errores es escuchar.
Escuchar y ver: a los demás, a la propia realidad. Tener presente la vieja verdad: es de humanos errar. Cuando millones de personas dependen de nuestras decisiones, hay que estar atento a los propios errores y corregirlos. Todos hemos visto gigantes adversarios (o su equivalente) donde había molinos de viento (o su equivalente). De ahí la importancia de tener siempre un Sancho Panza con quien conversar.
Como todos los movimientos populistas, el del presidente cuestiona a los expertos. Es un cuestionamiento que hay que atender. Pero es claro que los problemas contemporáneos son sumamente complejos, y requieren de conocimientos complejos. No cualquier laboratorio puede fabricar una vacuna eficaz contra el coronavirus. La pobreza es un virus mucho más complejo y pernicioso: no cualquier política es eficaz para combatirla.
Lo que no implica caer en la “tecnocracia”. Toda política parte de valores. Pero se requiere de los medios adecuados para hacerlos realidad.
* Profesor de la UDLAP