Puebla.- El pasado 8 de diciembre presenté un comentario sobre la idea de Sabina Berman de que el 68% de apoyo al presidente de la República se debe, en la mayor parte (50% del total nacional) a que reciben los beneficios de la política social (6 mil pesos mensuales). El otro 18% son personas que apoyan esa política, aunque no reciban los beneficios.
Comento ahora otros datos, a partir de los cuales Jorge Castañeda llega a conclusiones muy distintas
(https://jorgegcastaneda.nexos.com.mx/la-encuesta-del-pensamiento-magico/)
Sus datos vienen de la encuesta de GEA publicada el pasado noviembre, concretamente de la pregunta sobre la razón más importante para apoyar al gobierno de López Obrador.
De acuerdo a la encuesta, sólo el 18% respondió que debido a que los programas sociales del gobierno han favorecido a su familia. Un porcentaje mucho mayor, 33%, contestó que porque López Obrador tiene buenas intenciones.
Siguen dos razones, cada una con el 12%: porque tengo la esperanza de que las cosas cambien, y porque me identifico con él.
Castañeda considera que las tres últimas razones son “etéreas, emocionales, mágicas, o pre-democráticas”. Ignoran los resultados del gobierno, que habría que tener en cuenta a la mitad del sexenio.
“Son los deseos de la gente, más que las realidades de AMLO”, nos dice el autor.
Los datos de quienes rechazan al presidente “son más terrenales”, basados “en realidades”. El 30% lo rechaza porque no lo representa. Un 29% porque tiene malos resultados, y un 19% porque es un líder autoritario.
Los datos de la encuesta deben verse solo como una aproximación a la realidad. Pero son valiosos porque nos permiten reflexionar y avanzar en el análisis. De reflejar las opiniones de la población, la tesis de Berman se viene abajo. No es la política social la que explica el apoyo al presidente. No es el “clientelismo” que anula la autonomía política, económica y emocional de las personas.
La explicación estaría en las ideas, más que en los beneficios materiales. Una paradoja que se ha señalado desde los inicios del sexenio: la mayoría de la población apoya al presidente, pero no a sus políticas.
¿Qué concluir de esto? ¿Qué nos dice sobre el país que somos? ¿Continuará la aprobación de la figura presidencial, a pesar de que se reprueban sus políticas? ¿Llegaremos así al fin del sexenio?