No es un artículo de opinión. Mauleón presenta de manera detallada asesinatos y otros hechos violentos que tuvieron lugar en las elecciones del año pasado. La geografía de la violencia electoral en nuestro país es vasta: Chiapas, Jalisco, Quintana Roo, Sonora, Michoacán, Guanajuato, Sinaloa, Guerrero, Estado de México, son los estados mencionados en el texto. Pero en el mismo se indica que la violencia abarcó a 570 municipios en las 32 entidades del país.
Vale la pena transcribir uno de los párrafos del artículo:
“Candidatos y familiares de estos fueron asesinados. Grupos armados secuestraron e inmovilizaron a equipos completos de campaña, se apoderaron de casillas electorales y obligaron a los ciudadanos a emitir su voto públicamente y por consigna. Las amenazas se hicieron extensivas a la poselección, mediante una impuesta ley del silencio sobre todo lo que había ocurrido”.
Frente a esta situación las irregularidades electorales en México durante el siglo pasado parecen mero folklor, pasajes pintorescos.
El narco fue el elector efectivo en muchos municipios y en algunos estados. El Leviatán mexicano, el monopolio de la violencia legítima, dejó de existir en esos territorios.
¿Cómo es la vida cotidiana en esos lugares? ¿Cuáles son las normas sociales efectivas en regiones donde las instituciones estatales desaparecieron o dejaron de funcionar? ¿Qué ventajas tienen los grupos delincuenciales que han ocupado el poder político? ¿Cómo afecta todo esto al día día de los ciudadanos, a su seguridad, a sus actividades económicas?
El texto no abunda en eso. No es su objetivo. La descripción de la violencia electoral criminal ocupa siete páginas de la revista. Pero no es difícil imaginar esas consecuencias.
Imaginar, porque poco sabemos de ellas. Hay ya muchas zonas “mudas” en el país: nadie ahí dice nada, por el miedo que genera la violencia, los asesinatos de periodistas en primer lugar.
Pero en estos temas todo el país parece estar mudo. Nada dicen nuestros gobiernos de la pérdida de soberanía estatal. Soberanía amenazada no por “extraños enemigos” extranjeros, sino por criminales internos que han tomado el poder político.
*Profesor de la UDLAP.