PEREZ17102022

La Anacahuita. El Árbol Curativo Victorense
Francisco Ramos Aguirre*

Ciudad Victoria.- Los mezquites y anacahuitas, podrían considerarse entre los árboles más representativos o endémicos de Victoria y la región. Dichas especies son resistentes a la sequía, elevadas temperaturas y sobreviven en las condiciones adversas propias del territorio septentrional. Las flores de anacahuita son blancas y adornan temporalmente calles, campos y veredas en determinada época del año. Respecto a las tradiciones culturales populares, es posible verlas como adornos de las cabelleras de las mujeres bailadoras del folclor musical, mientras taconean con gracia el huapango o son huasteco. Además, las flores de anacahuita son imprescindibles en el diseño de cueras típicas y vestidos tamaulipecos.

A partir de 1864 se inventó el bálsamo Pectoral de Anacahuita, presuntamente sanador de dolencias correspondientes a las vías respiratorias. Su uso alcanzó enorme prestigio durante varios años, al menos hasta la década de los veinte del siglo posterior. Igual que la Zarzaparrilla, Wampole, Creosofosfatina, tónicos reconstituyentes, píldoras milagrosas y otros remedios de moda; aquel brebaje derivado del mencionado árbol de Tamaulipas, causó verdadero furor entre la ciencia médica mundial.

Desde entonces se mencionaba la importancia de la Anacahuita dentro de la flora mexicana, como una de las plantas milagrosas de la botánica. Medicina ancestral de la herbolaria, eficaz contra la hidropesía como afirmaba el licenciado Adalberto Torres, Secretario de Gobierno del gobernador Coronel Antonio Canales Molano (1880-1884). De sus presuntos efectos terapéuticos era testigo aquel funcionario decimonónico, porque su amigo el General Servando Canales acostumbraba usarla durante la enfermedad de cáncer en el estómago que lamentablemente lo condujo al sepulcro.

Comúnmente su crecimiento alcanza entre tres y cuatro metros de altura “…aunque en algunos parajes como en Hidalgo de Tamaulipas, se encuentran árboles de 8 a 10 varas de elevación.” Es decir de 7 a 8 metros de altura aproximadamente. Las hojas son grandes, resistentes, áspera, anchas y “…color ceniciento al revés.” Las abundantes flores blancas surgen en racimos y son motivo de inspiración de metáforas poéticas. Por su tamaño y textura, los frutos se parecen al níspero y el hueso es parecido al de aceituna. Florea dicho arbusto durante el invierno y sazonan sus frutos en mayo y junio. A diferencia de otras plantas propias del clima cálido y terreno árido, sus hojas y flores se marchitan a poco de cortarlas.” Vale decir que aunque al fruto de anacahuita se le considera comestible únicamente para las aves, animales silvestres, ganado doméstico y agostadero; respecto al consumo en humanos es ligeramente tóxica.

Como hemos dicho su fama curativa trascendió a partir del siglo XIX, cuando Manuel María Hinojosa afirmó en un semanario independiente de arte y literatura editado en Victoria que él era quien creó la fórmula y nueva presentación del Jarabe de Maguey y Anacahuita, producto “Maravilloso Bienhechor de la Humanidad Doliente”, especial para curar la tisis. La fama curativa a base de extracto de anacahuita se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se recomendaba para tratar pacientes afectados de tos, bronquitis y resfriados: “Un gran remedio mexicano que ha sido químicamente analizado por el Voyacato Imperial de Berlín…Cura toda afección de la garganta, pulmones, pecho radicalmente.”

Las personas de entonces lo recomendaban como un remedio para auxiliar en la curación de los más difíciles casos de tisis, bronquitis, tos violenta y otras enfermedades respiratorias del pecho y garganta. Para mayor explicación científica, esta fórmula naturista obraba “…sobre los órganos respiratorios como un invigorante, y el resultado es la expulsión de la enfermedad, y la restauración de las funciones naturales.” Es decir, poseía una sustancia que favorecía a los órganos afectados, sin debilitar el organismo.

Además supuestamente este remedio sorprendente, no dañaba las funciones del cerebro como sucedía al aplicarse medicamentos narcóticos entorpecedores del sistema nervioso. Anteriormente se planteaba la hipótesis que para combatir las enfermedades respiratorias, era necesario que cualquier medicamento debería tener cuatro propiedades. Ser contra irritante, poseer efectos expectorantes, sudorífico y anodino; los cuales se cumplían al utilizarlo.

En 1909 a falta de antibióticos farmacológicos, uno de los remedios era el Pectoral de Anacahuita extraído de un árbol indígena tamaulipeco. Su prestigio se consolidó gracias a la frecuente publicidad en periódicos nacionales, ponderándosele como medicina eficaz y de sorprendente rapidez para combatir tos, ronquera y otras enfermedades de pecho. La dosis recomendable del anti inflamatorio de moda, eran dos cucharadas de Pectoral de Anacahuita, reforzadas con una cucharada de aceite de hígado de bacalao Lanman y Kem.

Respecto a su origen, desde tiempos ancestrales la Anacahuita se ganó a pulso un espacio dentro del paisaje urbano y rural de Tamaulipas. Lo mismo el aprecio y popularidad entre los científicos, botánicos y amantes de la naturaleza. Nació en el campo y pocos cuidados requiere este árbol resistente a las adversidades climáticas extremas. Ni siquiera un vaso de agua, fertilizantes orgánicos, mucho menos pesticidas contaminantes del medio ambiente. Su fortaleza es producto de su rusticidad y resiliencia. La Anacahuita es un árbol generoso y curativo que proporciona vida y sombra a quienes se cobijan en el abanico de sus ramas.

Sus flores, simbolizan un templo de tranquilidad espiritual para quienes las contemplan. Cuando a principios de la década de los treinta el ingeniero Marte R. Gómez arribó a la capital tamaulipeca para contender por el gobierno de Tamaulipas, se sorprendió por la abundancia de Anacahuitas a su paso por la Carretera Nacional. “Mi llegada a Ciudad Victoria quedará grabada como uno de los recuerdos más gratos de mi vida. Salieron a mi encuentro a los lados de la carretera grupos de campesinos, con los que había estado en contacto con motivo de mis actividades agrarias…y hasta las flores blancas de la anacahuita, a uno y otro lado de la carretera parecían izar un mensaje de paz.”

Durante los veranos ardientes, el abundante follaje de las Anacahuitas que crecen en los camellones, banquetas y el campo, nos ofrecen la frescura de su sombra. Por eso bien podría denominársele la reina de la vegetación del noreste. Porque lo mismo crece en Tampico, Nuevo Laredo, Ciudad Victoria y Matamoros. Porque florece y adorna con su blancura inigualable las faldas de la Sierra Madre Oriental de Nuevo León y Tamaulipas; mientras su fama y presencia se extiende más allá del Río Bravo, de manera silvestre en tierras norteamericanas.

(Fuentes: La Voz de México/marzo 6/1874; La Escuela de Agricultura/febrero 1/1880; El Promotor/Barranquilla, Colombia/ 15 de julio/1882; La Voz de México/11/28/1907; El Agricultor Mexicano 1900/8/01; Vida Política Contemporánea. Cartas de Marte R. Gómez/tomo 1/1994.)

* Cronista de Ciudad Victoria.