Monterrey.- Hace un par de años tuve una tragedia familiar. Un sobrino mío cayó de una altura de diez metros de un juego mecánico. Se salvó de milagro, pero fue el inicio de una vida en quirófanos y un tremendo pleito legal que aún persiste, porque esa empresa trasnacional no tuvo el cuidado de dotar a ese juego mecánico con arneses ni cintos de seguridad.
Fue un desgaste físico y moral de toda mi familia, porque resulta que muchas veces las redes sociales son una vía para linchar inocentes por medio de memes y bots y los tribunales se convierten en instrumentos de tortura para doblegar a las víctimas; se les humilla hasta hacerles tirar la toalla.
Por fortuna, mi sobrino y sus padres (y yo de pasadita) tenemos la fortaleza moral suficiente para sortear cualquier vendaval. Se le llama resiliencia y enseña que la risa es la espada más victoriosa. Nos enfrentamos hasta con una monja perversa que si por ella fuera, ya nos hubiera excomulgado por el pecado nefando de defendernos contra la injusticia que ella misma encabeza.
En las noches más angustiantes del hospital, mi sobrino y yo nos relamíamos las heridas físicas y emocionales con una canción de Katy Perry, una joven intérprete de Santa Bárbara, California, de la que desde entonces me hice fan. La canción se llama “Roar” (rugir).
Canta Katy: “Me tiraste pero yo me levanté / Ahora me limpio el polvo / Floto como una mariposa / Pico como una abeja / Me gané mis rayas / Partí desde cero / hasta ser mi propio héroe (…) Vas a escucharme rugir / Mas fuerte que un león / Vas a escucharme rugir”.
Ayer me contó Ericka que entre las candidatas que buscan una diputación para el Congreso local, está Brenda Osnaya Álvarez. Tiene 27 años, va por el distrito 11, está en silla de ruedas tras un accidente penoso que sufrió hace 10 años (como el de mi sobrino), se prepara para clasificar en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021, y es fan de Katy Perry, sobre todo de una canción que se titula… en efecto: “Roar”.
Se que a Brenda el destino le cambió su vida, hasta que ella misma decidió asumir las riendas de su propio destino. Nadó, se rehabilitó, incursionó en el paratriatlón, ganó en disciplina, perseverancia e hizo de la adversidad un aliado. Yo quiero que mi sobrino siga el ejemplo de Brenda y practique mucho más deporte, porque no es tan bueno ver de más televisión (así sea TVAzteca). Ya quiero conocer a Brenda Osnaya para pedirle de favor que me ayude a repartir sus trípticos de casa en casa, por toda la ciudad.
A mi sobrino y a Brenda los tiraron al suelo un mal día, pero ya se levantaron, flotan como las mariposas, pican como las abejas, se ganaron sus rayas; partieron desde cero para ser sus propios héroes y ahora el mundo entero los van a escuchar rugir. Más fuerte que un león, los van a escuchar rugir. Y yo detrasito de ellos, repartiendo trípticos de casa en casa, mientras canto “Roar”.