Monterrey.- Superación personal perfecta. Esa es su historia. Después de trabajar por todos los mexicanos, en el mandato presidencial de su marido, le nació el interés aspiracional de servir a la patria desde la máxima silla. Le conocieron sus férreas convicciones por la familia natural. Con el auxilio de la alta grey católica en cada una de las iglesias, parroquias, conventos y escuelas, repartieron las propuestas de campaña.
Así pasó del cuatro por ciento de posibilidades de votos, al cuarenta y cuatro por ciento de sufragios efectivos. Con eso y el trabajo del caudillo de la publicidad español, Solá, redujo a cenizas a cada oponente.
En su misa de acción de gracias, desde Catedral, después del traspaso de poderes, recibió un país más inundado en sangre, deuda y en descomposición social. Propuso al jefe de seguridad nacional de su marido, como encargado de nuevo de la política contra el narcotráfico. Es mejor trabajar con un solo grupo a permitir los desmanes y los actos de alto impacto.
Vaya a hablar con ellos a Sinaloa. Me los convence de alinearse con la política de la primera presidenta de México. No vamos a permitir en la prensa se use la libertad de impresión y de ideas para despreciar la figura de mi marido. Nada de Comandante Borolas. Ustedes me van a ayudar para limpiar su nombre. Desde presidencia seremos sus socios de silencio.
Asintieron en conformar la nueva confederación. Nada de maletas o maletines con dinero en efectivo. Los depósitos se harán en paraísos fiscales en las Islas Caimán. Así continuaremos con las manos limpias. De nuevo las manos limpias.