Monterrey.- Uno de los barrios más representativos de Monterrey es sin lugar a dudas: La Coyotera, infinidad de personajes y leyendas urbanas han hecho de la Colonia Garza Nieto un referente dentro del imaginario colectivo de la capital de Nuevo León.
Ubicada al norte de la ciudad en una zona habitacional surgida entre los años cincuenta y sesenta, se trata de seis manzanas a la orilla de la avenida Bernardo Reyes, Luis Mora, Edison y Ruiz Cortinez. Un barrio muy pintoresco, una especie de jungla, un baldío asistencial donde generaciones de regiomontanos han deambulado por sus calles en busca de placer y dan rienda suelta a su identidad sin frenos ni remordimientos.
En la Coyotera el hecho de ser diferente no es impedimento, desde temprana edad las personas se han acostumbrado a eso una especie de “open mind”, un código aprendido, donde la moral da paso a la sobrevivencia, donde las reglas simplemente pasan de moda, donde los churros, la mota, la piedra, las vestidas, las mujeres de la vida galante y el sida se hablan cara a cara en el diario convivir.
Ahí el único límite era el tiempo y el espacio, ahora parece ser el peor enemigo, sin embargo, “La Coyo” se niega a morir, se niega perder ese rostro que por muchos años ha sido un estigma para quienes ahí habitan.
En la Garza Nieto todo tiene su historia, la modernidad y el olvido oficial la han convertido en un espacio de sinónimo de vicio, prostitución, drogas y delincuencia. Lejana década de los cincuenta cuando los terrenos del Licenciado Alejandro Nieto fueron cedidos vía testamento a sus sobrinas de apellido Garza Nieto. Las hermanas, para hacerse de recursos, rentaron esos terrenos, sin embargo algunos inquilinos no tenían ningún servicio
Hacia mediados de los años setentas las hermanas Garza Nieto dejaron de percibir los montos por la renta de sus propiedades ya que los arrendatarios interpusieron una queja, ante esto las autoridades optaron por no interceder y ante la imposibilidad del desalojo las dueñas no pudieron vender.
Una espiral de olvido oficial convirtió a la Garza Nieto en un lugar marginalidad urbana. La situación se había convertido en un círculo vicioso, al no contar las viviendas con los servicios primordiales debido a que no están regularizadas. Al crearse el círculo vicioso y dada la falta de los servicios primordiales de vivienda, es que comenzó la marginación y con este proceso paulatinamente llegaron las cantinas, la prostitución, la venta de drogas y las adicciones que identificarían a La Coyotera, como una zona de alta inseguridad, al grado que a principios de los años ochenta el Ejercito Mexicano entro a poner orden dado el caos que reinaba en este sector.
La colonia Garza Nieto se divide en varios sectores, aunque erróneamente denominamos La Coyotera a toda la colonia, este se divide en tres barrios.
El primero y el más conocido es el conocido como “La Zona” que abarca toda el área de prostitución masculina y femenina, misma que poco a poco ha sido reducida a unas cuantas manzanas. Desde la construcción del Puente Rube, la ampliación de Avenida Venustiano Carranza, “La Zona” es cada vez más pequeña. Otro barrio es el Sendero que se localiza al poniente de la colonia, por la Calle Edison, este es el sector donde encontramos factorías y talleres.
Por último tenemos al logar conocido propiamente como “La Coyotera” ubicado por las vías de ferrocarril por Luis Mora, este sector limita con la Colonia Rubén Jaramillo y la Colonia Talleres. Este barrio tal vez tomó el nombre por un personaje apodado “El Coyote” y le dio nombre a toda esa colonia.
Fue en 1983 cuando Gilberto Marcos de Televisa Monterrey realizo un reportaje, el cual marco un antes y después de ese sector ya que mostró una cara cruel y muy cruda de lo que ahí se vivía.
Mujeres riñendo en la calle y homosexuales ofreciendo sus servicios. No olvidemos la frase lapidaría de una dama que ejercía la prostitución la cual orgullosamente decía que era mujer de “la vida galante”, todos esos elementos pasaron el imaginario colectivo y formaron parte de la idiosincrasia de los regiomontanos.
Como si se tratara de un rito de paso muchos jóvenes acudían a este sector para literalmente “ver qué onda”, el hecho de visitar La Coyetera, dada la mala fama que el lugar tenía, dotaba a quien la visitaba de un status diferente, algo así como una prueba de hombría y valor el cual era presumido entre los colegas de su misma edad.
La Garza Nieto en los años ochenta tiene el mérito de ser uno los puntos difusores de la música colombiana, agrupaciones como Brisa Tropical y los sonideros de este sector expandieron el folclor colombiano a sectores como Tierra y Libertad y San Bernabé.
Un punto rojo dentro del Guía Roji, es la Garza Nieto ya que la inseguridad ha sido una constante en el sector; prostitución, adicciones y pandillas son un dolor de cabeza para sus habitantes.
Los pleitos de las agrupaciones de jóvenes contra sus rivales de la Colonia Estrella, Popular y Niño Artillero arrojaban saldos fatales. Las imágenes de los jóvenes enfrentándose a pedradas por la Avenida Ruiz Cortines era una de las estampas citadinas para quienes transitaban por esta vialidad.
“Ahí vienen los cachuchones a levantar a los Toños, el Reo no quiere nada, está estallando la guerra”, era el canto de los Toños, una banda de La Coyotera que narra los enfrentamientos de las pandillas con los policías de Seguridad Pública del Estado.
La homosexualidad masculina es otro de las postales citadinas es común ver en el sector, de alguna forma, aunque han otros lugares con incidencia de prostitución masculina en la cuidad, es en La Coyotera es el espacio donde la gente lo relaciona con mayor frecuencia.
De acuerdo a las cifras de la unidad médica “Bernardo Reyes”, en “La Coyo” se reparte más de cinco mil condones por mes. Solo en un viernes y sábado de trabajo un sexoservidor puede llegar a utilizar 40 preservativos mismos que les son regalados en la citada clínica.
Aunque no hay datos, la mayor parte de las prácticas sexuales son de alto riesgo ya que no usan protección alguna por lo que el fantasma de adquirir sida es muy riesgoso. Las imágenes de hombres vestidos de mujer sentados en una silla afuera de los cuartos, aunque ya menos, forman parte de las escenas que podemos ver en La Zona, uno de los sectores de la Garza Nieto.
La mayoría de las personas que se prostituyen no radican en este sector provienen de otros sectores y rentan los cuartos donde tienen sus encuentros sexuales en cantidades que van desde los 200 a 1000 a la semana. Los costos van desde los 100 a los 300 pesos, pero hay veces que las y los sexoservidores reciben como pago teléfonos celulares, enseres domésticos, droga y joyas.
Hay algunas familias dedicadas a la prostitución, donde la abuela, las hijas, los hijos y nietos y nietas se dedican a este oficio. En la Coyotera violar las reglas es la norma, es un punto focalizado que nos muestra el punto débil de una ciudad que excluye a las personas que son diferentes, donde la doble moral predomina en casi todas las esferas sociales.
Sin embargo hay otros espacios en la ciudad que son iguales o peor que la Garza Nieto y sin embargo quedan ocultos, no cabe duda que hasta en la sexualidad regia hay niveles. Mientras que en “La Coyo” hay jotos, en San Pedro hay gays; mientras que en la primera hay vestidas, en Cumbres hay travestis. No es lo mismo una mamada que una wawis todo es cuestión de clases sociales ya que en “La Coyo” por más de cincuenta años hay “niveles”.
José Lorenzo Encinas