Monterrey.- Pese a los desafíos que enfrentamos como sociedad global, me congratula haber celebrado con éxito el 21° Encuentro Internacional de Educación Inicial y Preescolar. Por segundo año se realizó de forma virtual gracias a la tecnología, mas debo confesar que preferiría estrechar manos y compartir saludos.
Durante los 21 años que los Centros de Desarrollo Infantil (los CENDI) del Frente Popular ‘Tierra y Libertad’ han organizado este evento de talla mundial, importantes personajes de la comunidad científica y académica han promovido leyes, políticas, acciones, prácticas docentes y estrategias que involucren a los sectores público y privado en la educación temprana.
Este año contamos con especialistas de 31 países, con asistentes de las 32 entidades y la oportunidad de que se unieran personas de cualquier parte del mundo para enriquecer saberes, llenarse de inspiración y tener interacciones de calidad para más y mejores oportunidades de aprendizaje de niñas y niños.
La educación temprana es un pilar fundamental para construir una sociedad pacífica, democrática, justa y sustentable y, hoy más que nunca -por los retos que enfrentamos como humanidad y que ponen en peligro el bienestar de las próximas generaciones-, se hace inminente el llamado a los tomadores de decisiones para emprender políticas eficaces en favor de la primera infancia.
En el contexto de la cuarta revolución tecnológica, los cambios en curso pudieran ser la gran oportunidad para disminuir las brechas entre ricos y pobres y dar cuenta de la huella social que ha dejado el modelo neoliberal y así avanzar en los objetivos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de manera activa.
El modelo neoliberal ha concentrado, como nunca, el poder económico en unos pocos y los gobiernos han sido incapaces de resolver las problemáticas globales que enfrentamos, tales como la degradación ambiental, la pobreza, la discriminación, la desigualdad, la violencia, la corrupción, la antidemocracia, la injusticia, la marginación, la exclusión y la migración, entre otras.
El fracaso del modelo neoliberal se evidencia más con la pandemia del Covid-19, al poner al desnudo la crítica situación de los sistemas de salud y las enormes desigualdades e inequidades que vivimos como sociedad global.
La crisis sanitaria ha provocado un daño incalculable en términos de oportunidades de aprendizaje y desarrollo integral de estudiantes de todos los niveles educativos, perjudicando aún más a los más pobres y de menor edad. Estamos ante la posibilidad de una catástrofe generacional con costos y pérdidas inimaginables que podrían exacerbar las desigualdades ya arraigadas. Si no tomamos una pronta acción con intervenciones tempranas asertivas, los efectos de esta crisis podrían prolongarse por toda la vida de las y los pequeños.
Sin embargo, como dijo Albert Einstein, la crisis es necesaria para que la humanidad avance. Y este es el gran reto de la educación, especialmente de la educación temprana, pues el desarrollo y maduración de niñas y niños no se puede ni se debe detener. Es urgente regresar a las aulas, ya que es claro que la educación a distancia, a pesar de los grandes esfuerzos que se han hecho, no ha podido sustituir las grandes ventajas que ofrece la modalidad presencial.
El óptimo desarrollo de la niñez nos concierne a todos y en la difícil situación actual es prioritario seguir trabajando en conjunto familias, docentes, directivos y especialistas para entretejer estrategias y acciones coordinadas que garanticen un entorno propicio para que nuestras niñas y niños ejerzan su derecho a la educación, a desarrollar sus dones y talentos humanos hasta el máximo de sus potencialidades y, sobre todo, a vivir una vida digna y ser felices.
La educación potencia la posibilidad para que la naturaleza, la herencia o el entorno se adapte a los retos y oportunidades de la sociedad contemporánea, donde los cambios suceden a velocidad vertiginosa y deben permitir a infantes y adolescentes participar en la toma de decisiones que les afecten. Ciertamente no vamos a garantizar la sostenibilidad del planeta si no es con una educación que les inculque un profundo amor y respeto por la naturaleza, una inteligencia social, el compromiso por el bien común, el pensamiento crítico, la capacidad de discernimiento y el entendimiento del mundo para mejorarlo día a día.
La pandemia nos ha recordado lo trascendente de nuestra misión como docentes y el papel vital que tienen las escuelas en nuestra sociedad. Tal vez no estábamos preparados para soportar su impacto, pero dada la capacidad de adaptación y resiliencia que tenemos como humanos, confío en que seremos capaces de sumar esfuerzos para que la educación responda a las necesidades de la época y sea accesible para todos.
“Otro mundo es posible” y la educación, el cuidado y la atención consciente, amorosa y de calidad de las nuevas generaciones es el camino, donde cada una de nosotras tiene el poder, la responsabilidad y el compromiso de hacer la diferencia en favor de esta causa.