GOMEZ12102020

La enseñanza de la ciencia en un mundo digital
José Ángel Pérez

Monterrey.- El trabajo del docente de ciencias, particularmente el de física de cualquier nivel educativo, requiere de una didáctica muy especial, que incida en el fondo, más que en la forma. Y es que vivimos en un mundo rodeado de fenómenos naturales, que hay que estudiar y enseñar a estudiar a nuestros alumnos de una manera indagatoria y vivencial, que rescate la naturaleza esencial de la realidad. En este empeño, ya lo hemos expresado en otras ocasiones, el docente posee un gran aliado en la tecnología digital. Sin embargo, esta no lo es todo. Si no se diseña la instrucción desde una perspectiva social y, a la vez, centrada en el estudiante, el resultado es vano, con todo y tecnología.

La irrupción de los dispositivos electrónicos: smartphone, tablet, computadora portátil, sensores de diversos tipos, genera en la escuela una grave dependencia, si se convierten solo en “alimentadores de información”, más que en generadores de ambientes propicios para entender la realidad. El estudiante de ciencias de la tercera década del siglo XXI se está convirtiendo en un observador, que remplaza peligrosamente la comprensión del fenómeno mediante la sola intuición; es decir, se queda con la representación del fenómeno, antes que con la causa; se queda con la apariencia, más que con la esencia. Y la “enseñanza con tecnología” en el aula se convierte, rescatando una frase de Valerio Chiara, en una danza de dedos sobre teclados y pantallas.

Hemos observado, durante las visitas a las aulas de secundaria de Nuevo León, que muchos profesores de física intentan convencer a los estudiantes que las ideas que ellos tienen más firmemente arraigadas sobre algunos temas de ciencia son erróneas; y ¡oh sorpresa!, investigaciones que hemos realizado nos muestran que las nociones intuitivas, o ideas previas, están firmemente arraigadas. Por ejemplo, en una reciente entrevista con estudiantes de varias secundarias de nuestro Estado, incluyendo a colegios particulares y escuelas que utilizan tecnología, se pidió a los estudiantes de tercer grado que respondieran a la siguiente cuestión:

En un día sin viento, Luis deja caer una moneda de 20 pesos desde lo alto de un edificio y observa que el tiempo que tarda en caer al suelo es de 3 segundos. Luis utiliza una foto-compuerta para realizar una medición del tiempo de caída con un mínimo margen de error.

Después deja caer una moneda de 5 pesos desde la misma altura y mide un tiempo de caída de 1 segundo.

Se les pidió a veinte estudiantes que escribieran sus respuestas a las preguntas siguientes:

¿Estás de acuerdo o en desacuerdo con el tiempo medido por Luis?

¿Explica tu respuesta?


El 98 por ciento de los estudiantes contestaron que esto no puede ser posible, ya que la moneda de 20 pesos es más pesada que la de 5 pesos y por lo tanto debe caer más rápido, es decir, en menos tiempo.

Aquí se observa en casi todos los estudiantes, que ya habían cursado la asignatura de física, un pensamiento aristotélico. Una manera de concebir la caída de los cuerpos que perduró por dos milenios y que fue superada por la física Galileo-Newtoniana hace ya cinco siglos, en la que: Todos los cuerpos caen en el vacío a la misma velocidad independientemente de su forma y composición. Experimento histórico realizado por el astronauta David Scott en la Luna, durante la misión del Apolo 11 en 1971.