Monterrey.- En su célebre alegoría de La Caverna, Platón, filósofo griego del siglo IV antes de Cristo, dice que un grupo de gente vivía encadenada dentro de una cueva. Los habitantes de la caverna sólo observaban sombras que se movían, sombras que se proyectaban desde el exterior en la pared que tenían enfrente. Creían que el mundo de afuera era bidimensional y obscuro porque así se proyectaba en la obscuridad de su caverna. De repente sucede algo insólito: uno de los prisioneros rompe los grilletes que lo sujetan y sale al exterior; y al ver la luz a la que no estaba acostumbrado, el hombre queda cegado momentáneamente. Sin embargo, cuando se acostumbra al exterior, queda maravillado observando una realidad desconocida. Enseguida regresa a contar las maravillas de ese mundo a quienes están en la caverna; pero éstos, por más que se esfuerza en contarles acerca de un mundo colorido, de la existencia de árboles, de pájaros, un mundo en tercera dimensión, diferente al bidimensional que se percibe en la caverna, sus compañeros no le hacen caso, no le creen, no lo comprenden.
Con esta bella alegoría, que nos hemos atrevido a parafrasear e interpretar, Platón nos enseña que la realidad no se muestra directamente; para conocerla hay que realizar un esfuerzo, hay que “romper cadenas”, realizar una ruptura epistemológica, como lo escribió Gaston Bachelard a principios del siglo veinte. La ignorancia de la ciencia, de la filosofía y de las matemáticas mantiene al ser humano “encadenado”, recluido en la obscuridad de una “caverna”.
Demos un salto de veinticinco siglos y observemos lo siguiente: las Nuevas Tecnologías han favorecido la interacción en redes sociales (Facebook, Whatsapp, Instagram, Twitter…); han posibilitado la creación de plataformas e-learning (Blackboard, Moodle, Classroom, Edmodo…); han generado las condiciones para la creación y almacenamiento del conocimiento mediante equipos interactivos de trabajo, de estudio y de investigación en los que se hace casi realidad la ubicuidad. Las Nuevas Tecnologías permiten la construcción repositorios de objetos de aprendizaje, así como la creación de laboratorios virtuales y toda una gama de mundos virtuales.
Sin embargo, es importante reflexionar acerca de las Nuevas Tecnologías que, según lo expresan David Chalmers y Adam Alter: son adictivas, necesarias y apasionantes, pero que nos presentan un camino que no tiene reversa en el que “los mundos virtuales” serán tan reales, o más reales que “los mundos reales” (Chalmers, 2022 y Alter, 2018).
No puedo terminar este escrito sin lanzar la siguiente pregunta provocadora: la realidad virtual, producto del avance de la ciencia y de la tecnología, ¿es una “salida de la caverna”, o es la entrada a una “nueva caverna”?