Monterrey.- La Física es una ciencia fascinante y sorprendentemente versátil. No pertenece exclusivamente a genios taciturnos encerrados en complejos laboratorios o en aulas universitarias. Los principios de la Física rigen el universo, desde las vastas galaxias hasta las diminutas partículas subatómicas.
Para ilustrar lo anterior, permítanme contarles una curiosa anécdota que ocurrió en 1905, en Copenhague. En aquel entonces, el joven Niels Bohr vivía junto a su hermano Harald. Niels, aunque un poco torpe en sus movimientos, era un joven de mente brillante. Como buenos daneses, ambos compartían una pasión por el futbol, que practicaban antes de ingresar a la universidad. Mientras que Niels mostraba poca destreza en el campo, Harald, dos años menor que él, destacaba como un talentoso futbolista. De hecho, en 1908, Harald formó parte de la selección de Dinamarca en los Juegos Olímpicos, obteniendo la medalla de plata para su país. A los 23 años, coronó su hazaña deportiva con un doctorado en matemáticas.
Niels, por otro lado, pronto comprendió que el futbol no era su vocación, dedicándose de lleno al estudio de la Física. En 1911, obtuvo su doctorado a los 26 años, trazando un camino que lo llevaría a convertirse en uno de los grandes físicos del siglo XX.
Sin embargo, antes de que Niels se consagrara a la Física, protagonizó un peculiar incidente futbolístico. En una ocasión, siendo aún adolescentes, Niels y Harald disputaban un partido. Niels jugaba como portero, y dado que el equipo de los hermanos Bohr dominaba el juego, su participación era mínima. En un momento del partido, un potente disparo del equipo contrario se dirigía directamente a su portería. Niels, abstraído en sus pensamientos, observaba algo en uno de los postes, completamente ajeno a la acción. Los espectadores, alarmados, comenzaron a gritarle. En el último instante, Niels reaccionó, lanzándose para atrapar el balón justo antes de que cruzara la línea de gol. Al final del encuentro, sus compañeros le preguntaron por qué se había distraído. El futuro Nobel de Física respondió: “Estaba tan concentrado en la solución de un problema matemático que no me di cuenta del peligro de gol”.
A diferencia de su hermano, Niels Bohr era un chico tímido y poco hábil con los instrumentos de laboratorio, ya que solía romper el equipo con frecuencia. Sin embargo, su genio lo llevó a ser uno de los arquitectos de la nueva Física. El modelo atómico que lleva su nombre, sucesor del de Rutherford, describe cómo los electrones giran alrededor del núcleo en órbitas bien definidas, con niveles de energía específicos. Cuando un electrón desciende de un nivel superior a uno inferior, emite energía, y cuando asciende, la absorbe. Esta energía está cuantizada, es decir, se encuentra empaquetada en porciones discretas llamadas cuantos.