Coro2310

La gentrificación nuestra de cada día
Luis Valdez

Monterrey.- Me impresionó ver un nuevo baldío frente a la casa de un amigo, en pleno de centro de la ciudad. ¿Y por qué de repente tumbaron esto? Y me dijeron: Para otro edificio de departamentos.

     Las ciudades están vivas porque se van transformando. Se supone que cada ciudad aspira, o al menos debería aspirar, a aumentar su calidad de vida. Las hay ciudades improvisadas, donde las calles se inundan siempre, como en San Nicolás. También las hay con bellos diseños urbanos, pero que a final de cuentas quedan en el abandono, como Anáhuac, con su impresionante plaza en forma de sol.

     La cuestión es que la gentrificación nos está ganando. No parecemos darnos cuenta de que este tipo de proyectos estan carcomiendo a sociedades como la de CDMX, donde cada que hay temblor aprovechan para acabar de tumbar construcciones y ensamblar un montón más de panales, que me hacen recordar la escena final de Dark City, donde los seres humanos ya no somos más que especímenes en un criadero.

     Colmenas urbanas.

     ¿Será sano vivir como abejas? La disminución de espacios habitacionales y apretamiento de familias y vecinos no garantizan para nada una rebaja en los costos de vivienda. Me he encontrado con precios exagerados en departamentos que además tienen prohibido organizar reuniones y para eso deben pedir La Azotea: Una caja de concreto con 2 baños y si te va bien, un asador.

     ¿Dónde quedaron aquellos años en que la gente hacía sus reuniones en el patio de la casa y se iba a orinar a un árbol? Pasamos de eso a sacar el carro de la cochera y ahí mero asar la carne.

     ¿Ya no hay patio trasero?

     No, ese es el espacio para tender ropa.

     Otra modalidad rara, los edificios de departamentos que en sus primeras dos plantas están disfrazados de mall, con su Sanborns y cines incluidos. A veces tienen un pequeño, muy pequeño, parque para que las mujeres jóvenes saquen a pasear a sus perritos a presumirlos.

     Todavía te la creías cuando un edificio, como el Condominio Acero, destinaba sus espacios para despachos y estudios.

     ¿Pero un cubo sin patios y al mismo costo que una casa? No lo entiendo. Puede que los especuladores vean en el nuevo edificio de Cuauhtémoc con Hidalgo una minita de oro para comprar tres departamentos y luego rentarlos. En el mero corazón de Monterrey, como decía hace décadas un centro comercial en los subterráneos de la Macroplaza.

     Pero es muy seguro que a las nuevas generaciones les guste la idea. Será que a los nacidos en los años ochenta nos gusta salir a un patio sin playera y echarnos allá afuera un café o una cerveza.

     Resulta triste que las ciudades se estén convirtiendo meramente en espacios para renteros. Muchos de ellos de fuera. En cambio, los que no puedan pagar el costo de la renta, pues a vivir a hora y media o dos o más horas, lejos de sus lugares de trabajo.

     Podemos ser de tal lugar, pero crece el sentido de que nada nos pertenece. ¿Para quién son las ciudades?